América Latina

De relaciones internacionales a relaciones interpersonales

Los Estados deberían entender a las relaciones internacionales como estratégicas para los intereses nacionales y priorizarlos sobre afinidades personales. Pero, en Latinoamérica, esto no parece comprobarse y los jefes de los Estados anteponen sus anteojeras ideológicas.
Federico Hirsch 17-03-2023
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El reconocido teórico Hans Morgenthau en su libro "Política entre las naciones" (1948) definió a las relaciones internacionales como aquellas que suceden entre Estados en su lucha por el poder.

Como padre del llamado Realismo Político, detalló que su "rasgo principal es el concepto de interés (...) El realismo político hace hincapié en lo racional, lo objetivo y lo no emocional".

Así, los Estados deberían entender a las relaciones internacionales como estratégicas para los intereses de cada Estado y por lo tanto priorizar esto por sobre las afinidades personales. Pero, en el caso de Latinoamérica, esto no parece comprobarse porque los jefes de los Estados anteponen sus anteojeras ideológicas y muchas veces cercanías personales para relacionarse más con unos o con otros reduciendo las relaciones internacionales a relaciones interpersonales. Y los acontecimientos de estas últimas semanas demuestran eso mismo.

  • El pasado 16 de enero el Grupo de Puebla, el foro político y académico integrado por representantes de la izquierda política latinoamericana, publicó una carta denunciando lawfare durante el proceso judicial que tiene en su contra Marco Enríquez-Ominami, ex candidato a presidente de Chile y fundador de dicho grupo.

Esto podría resultar intrascendente si no fuera porque entre los múltiples firmantes se destacaba un solo jefe de Estado, Alberto Fernández quien, defendiendo a su amigo Ominami y en detrimento de la importancia comercial que Chile tiene para Argentina, comete una clara intromisión a los asuntos internos de otro país. Al respecto, el presidente de Chile, Gabriel Boric, pidió "respeto a las instituciones". Si bien desde la cancillería trasandina aclararon que este hecho no afectaba las relaciones entre los países porque éstas son lo suficientemente robustas para verse alteradas, en otros casos que involucren a otras naciones podría no ser así y por lo contrario, podría generar un conflicto diplomático completamente innecesario.  

  • Otro caso es lo sucedido el 24 de enero durante la apertura de la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). En ese entonces, quien ostentaba la presidencia pro tempore, Alberto Fernández, volvió a caer en la ceguera ideológica al decir que "no podemos permitir que la derecha recalcitrante y fascista ponga en riesgo la institucionalidad de nuestro pueblo", en referencia a la ex presidencia de Jair Bolsonaro, mandatario del principal socio comercial latinoamericano de Argentina y manifestando una clara alegría ante la llegada al poder de quien considera su amigo, Lula Da Silva.

Durante la cumbre de la CELAC otro de los conflictos que marcaron las disidencias ideológicas fue la presencia de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Frente a esto, y a las frases de Fernández, Luis Lacalle Pou, presidente de Uruguay declaró que los organismos internacionales no pueden "tener un carácter de club de amigos ideológicos" agregando además que en dicha cumbre "hay países que no respetan la democracia ni los derechos humanos" aunque no retiró a Uruguay del organismo porque entiende que su ideología no tiene que ver con la postura estratégica del Estado uruguayo.

El presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez, también enfatizó en ese sentido cuando pidió "no contaminar los procesos de integración con las visiones ideológicas" sobre todo haciendo énfasis en los casos de los últimos meses, tanto por el autogolpe de Perú como la toma de los edificios públicos de Brasil.

Boric, en la cumbre de la CELAC, trató a Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, de "dictador" y pidió la liberación de los opositores nicaragüenses. Esto marca que el mandatario trasandino no se deja llevar por clivajes ideológicos y que el hecho de que ambos sean presidentes de izquierda, aunque con importantes diferencias, no le impidió condenar las acciones llevadas a cabo por Ortega.

Sin embargo, esta actitud no es la que predomina en la región. De hecho, cuando la presidencia de la cumbre fue entregada a Ralph Everard Gonsalves de San Vicente y las Granadinas, persona afín a Nicolás Maduro y a Miguel Díaz-Canel, esto fue altamente celebrado por los presidentes de Cuba y Argentina priorizando lo personal por sobre los intereses estatales.  

  • Pero además de la cumbre de la CELAC, otro ejemplo de la ceguera ideológica y las relaciones interpersonales fue lo sucedido con el autogolpe de Castillo en Perú en diciembre de 2022 y la presidencia de la Alianza del Pacífico (AP). Como es sabido, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, defiende la posición del ex mandatario peruano y por lo tanto, no reconoce a su sucesora la actual presidente Dina Boluarte por considerarla ilegítima. Esto repercute concretamente en la AP, organismo que integran México, Chile, Colombia y Perú porque debido a que la presidencia pro tempore que actualmente tiene México en realidad le corresponde a Perú y en este caso a Boluarte, el mandatario mexicano no quiere entregar la jefatura en apoyo al depuesto Castillo.

La presidente peruana declaró que López Obrador "está perjudicando a los pueblos que comprenden la Alianza del Pacífico". A tal punto es el apoyo del mexicano para con el ex presidente Castillo que México le dio asilo a su familia y se disponía a darle también a él cuando fue interceptado para su detención. A causa de esto Perú expulsó al embajador de México en el país.

Pero además, la prevalencia de las relaciones interpersonales por sobre los intereses de cada Estado afecta incluso a mandatarios que se identifican ideológicamente como de izquierda y podrían tener mayor afinidad o hasta en algún momento supieron ser aliados.

  • Un ejemplo de esta situación es lo que sucede entre Colombia, Venezuela y Nicaragua. Durante el 2023, Gustavo Petro se dedicó a robustecer las relaciones con su vecino Maduro, de Venezuela, provocando un reencuentro y tratando de tender lazos para reunificar una relación que estaba rota desde 2019 cuando el expresidente colombiano Iván Duque dio su apoyo al expresidente encargado Juan Guaidó, principal opositor a Maduro.

Sin embargo, es el mismo Petro que sí criticó a un mandatario de características similares a las de Maduro como es Ortega, a causa de su decisión de quitarle la ciudadanía a los habitantes expulsados por causas políticas, agregando además, que esta condena es violatoria de los derechos humanos, algo que es cierto en función del Art. 15 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, que sostiene que "a nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad".

Al mismo tiempo, Colombia mantiene una relación tensa con Nicaragua debido a una controversia territorial y de delimitación marítima respecto a la soberanía de ciertas islas y su delimitación que comenzó en 2001 con la primera demanda de Nicaragua.

  • ¿Es correcto que los jefes de Estado se manejen de esta forma?
  • ¿Es correcto que cambien el criterio moral según con quien hablan?
  • ¿Es correcto que un estado cambie sus relaciones internacionales según la ideología de quien gobierna transitoriamente?

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