Disputa

¿Cómo seguirán las relaciones entre China y Estados Unidos?

Beijing percibe que Biden y su entorno están convencidos acerca de presuntos planes militares expansionistas de China en relación con Taiwán
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Patricio Giusto 01-12-2021
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El presidente estadounidense Joe Biden y su par chino Xi Jinping celebraron una videoconferencia largamente esperada, que constituyó el primer encuentro bilateral entre ambos desde que el líder demócrata asumió el poder. Aunque no se firmaron acuerdos y tampoco hubo compromisos importantes, la reunión mostró gestos muy positivos de distensión, tanto verbales como no verbales. El primer dato significativo es que la reunión duró tres horas y media, mucho más de lo proyectado inicialmente.

Ambos presidentes mantuvieron una conversación “respetuosa y directa” (de acuerdo a la Casa Blanca), contrastado notablemente con el clima marcadamente hostil que imperó durante el último tramo del Gobierno de Donald Trump. Al mismo tiempo, también hubo un cambio respecto al principal antecedente bilateral con Biden en el poder, que había sido la tensa y fría cumbre de cancilleres de ambos países celebrada el pasado mes de marzo en Alaska. 

Desde entonces, Anthony Blinken y Jake Sullivan, los alfiles de Biden en materia internacional, han hablado con sus contrapartes chinas en varias oportunidades. La diplomacia fue desarrollando un trabajo fino y silencioso en el marco de un manifiesto intento para descomprimir la tensión bilateral.

Señales alentadoras

Mientras que el tono general de la charla Biden-Xi fue mayormente confrontativa, hubo señales claras y muy concretas de que tanto Biden como Xi están tratando de alcanzar acuerdos básicos en algunos temas muy relevantes. Uno de los resultados más optimistas de la cumbre fue un acuerdo para “comenzar a llevar a cabo discusiones sobre estabilidad estratégica" (citando a Sullivan), un compromiso que se da justo tras la difusión de un duro informe del Pentágono, en el cual se argumenta que China estaría proyectando hasta triplicar su arsenal nuclear hacia 2030. Por el contrario, China negó esas afirmaciones y ratificó su compromiso con la no proliferación nuclear y con su histórica doctrina de “no primer uso”.

Vale la pena recordar también que en octubre la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de EEUU creó una misión específica dedicada al monitoreo de China. Al momento de anunciar la nueva oficina, el director de la CIA, William Burns, dijo: “La misión fortalecerá aún más nuestro trabajo colectivo frente a la amenaza geopolítica más importante que enfrentamos en el siglo XXI, un gobierno chino cada vez más agresivo”. Mientras tanto, el Departamento de Estado continúa consolidando grupos de trabajo especializados en China en cada embajada de EE.UU. en el mundo. 

Sin embargo, tras la cumbre Biden-Xi puede haber a partir de ahora más charlas de alto nivel que permitan generar mayores certidumbres en este campo, disipando desconfianzas mutuas infundadas o bien exageradas. 

Otro efecto de la reunión entre Biden y Xi, en este caso de implementación inmediata, fue un acuerdo para restaurar las visas de periodistas entre los dos países. Washington volverá a emitir visas de un año en lugar de visas de tres meses para los medios de comunicación estatales chinos, mientras que Beijing permitirá al Wall Street Journal, The Washington Post y The New York Times volver a enviar corresponsales.

Cooperación climática y en salud pública

Es igualmente alentador el hecho de que China y EE.UU. están encontrando formas de explorar cooperación en materia de cambio climático y salud pública, a pesar de los desacuerdos notables en ambas cuestiones. Durante la COP26 celebrada en Glasgow, China y EE.UU. acordaron intensificar la cooperación para abordar la crisis climática. Ambas partes se comprometieron a reducir las emisiones de metano, de carbono y de llevar a cabo iniciativas específicas para la protección de bosques. 

Hay un cambio evidente en la postura de EE.UU. hacia China sobre este asunto, con un ablandamiento en la retórica y más énfasis en las negociaciones, similar a lo que sucedió durante los dos períodos de Barack Obama en el poder. 

Para Xi, la cuestión climática es de alta prioridad, no sólo por lo que significa para las relaciones bilaterales con EE.UU., sino también por la proyección futura de China en el plano internacional como superpotencia responsable y sostenible en materia ambiental.

Respecto a la pandemia, hubo también señales de distensión, en la búsqueda de aumentar la cooperación en el marco de la OMS y de la iniciativa Covax, si bien no se firmaron compromisos formales. Sin dudas, este es otro gran cambio en comparación con la era Trump. 

Asimismo, otro campo donde la relación parece reencauzarse por el camino de cierta normalidad es el comercio, con intensas negociaciones para relanzar el acuerdo comercial de Fase Uno, trabajo que ya había comenzado antes de la cumbre entre Biden y Xi. 

Esto sucede cuando las economías de ambos países están travesando reformas profundas y algunos problemas domésticos serios. En el caso de EE.UU., alta inflación y una economía que no termina de despegar, muy golpeada por la pandemia. Por el lado de China, avanzan fuertes cambios regulatorios en varios sectores económicos y se está superando una crisis energética y de abastecimiento de algunos alimentos.

Taiwán, punto conflictivo

Por otro lado, Biden fue duro frente a Xi con Taiwán, Hong Kong y los derechos humanos. La guerra discursiva se dio inmediatamente después de la cumbre, con los medios de comunicación chinos alegando que Biden reafirmó la oposición de EE.UU. a la independencia taiwanesa, al tiempo que Biden fue citado por medios estadounidenses diciendo que “Taiwán es independiente”. 

Oficialmente, no hay señales concretas que indiquen que los EEUU podrían cruzar la línea roja de abandonar su reconocimiento a la política de “Una sola China”, sostenida desde 1979. 

Sin embargo, se espera un redoblado apoyo económico y militar de Washington a la isla, como efectivamente ya está ocurriendo. Xi usó la cumbre virtual para advertir explícitamente a Biden que alentar la independencia taiwanesa es “jugar con fuego”.

Las preocupaciones de Beijing y el diálogo presidencial

Hay preocupación en Beijing por el posible escenario de un Biden políticamente más débil, que eventualmente podría ceder a la creciente presión del ala más anti-China de su partido, hoy en día en gran sintonía con el grueso del Partido Republicano, que lo agobia en el Congreso y ni siquiera le aprueba a sus embajadores. 

Para empeorar las cosas, Beijing también percibe que Biden y su entorno están convencidos acerca de presuntos planes militares expansionistas de China en relación con Taiwán y el Mar del Sur de China. Es por eso que el presidente Xi considera extremadamente crítico establecer un diálogo regular y fluido con EE.UU. a nivel presidencial.

Finalmente, cabe destacar que el controvertido tema de la competencia tecnológica, hoy en el epicentro del conflicto bilateral, no se abordó directamente durante la cumbre. 

Aparentemente, esto se debió a un mutuo acuerdo de ambas partes en la negociación previa, para evitar que los amplios desacuerdos y las graves acusaciones de EE.UU. hacia China sobre este tema se expongan abiertamente durante el diálogo. 

De todas formas, en este plano recientemente también hubo un gesto notable de distención, tras la liberación en Canadá de Meng Wanzhou, CFO de Huawei. 

En definitiva, de sostenerse una línea de diálogo abierto y transparente, todo es susceptible de ser negociado entre China y EE.UU. Si bien el conflicto entre ambas potencias persistirá y, probablemente, incluso se agrave en algunos temas como Taiwán y derechos humanos, lo que está sucediendo no parece tener nada que ver con una supuesta “nueva Guerra Fría”, como muchos actualmente pregonan.