Cuando Lula da Silva llegó al poder en Brasil, una de sus promesas era luchar contra la deforestación en la Amazonía y, tras 10 meses gobernando, parece que está cumpliendo: la deforestación en la selva disminuyó 59% en septiembre en comparación con el mismo período del año pasado.
La cifra fue rebelada por el Instituto Nacional de Investigaciones Especiales (INPE) de Brasil, que informó que así se mantiene la tendencia a la baja registrada en los últimos meses.
Según los datos arrojados por el sistema de vigilancia satelital DETER, el mes pasado fueron destruidos 590,3 kilómetros cuadrados de selva tropical brasileña, mientras que en el mismo mes de 2022 se deforestaron 1.454,7 kilómetros cuadrados.
Entre enero y septiembre de este año, el área destruida llegó a 4.302 kilómetros cuadrados, poco más de la mitad de los 8.590 kilómetros cuadrados registrados en igual periodo de 2022.
Las cifras representan una buena noticia para Lula de cara a la COP28 que se celebrará en noviembre en Dubái.
Sin embargo, la mala noticia fue que se registró un nuevo aumento de la deforestación en el Cerrado, una sabana tropical de enorme biodiversidad que se extiende al este y al sur de la Amazonía.
En septiembre, en ese bioma se reportó una destrucción de 516,7 kilómetros cuadrados, un 89% más que en el mismo mes de 2022 y un récord para el mes de septiembre desde el inicio de las mediciones en 2018.
