La Cumbre Amazónica de Lula da Silva llegó a su fin y los 12 países participantes firmaron un pacto para exigir a los países desarrollados que paguen dinero para ayudar a las naciones más pobres a combatir el cambio climático y preservar la biodiversidad.
La declaración conjunta, titulada "Unidos por nuestras selvas", fue emitida por Bolivia, Brasil, Colombia, República Democrática del Congo, Ecuador, Guyana, Indonesia, Perú, República del Congo, San Vicente y las Granadinas, Surinam y Venezuela.
Justamente, cuando Lula convocó la cumbre, lo hizo con la idea de forjar un frente unido entre las naciones de la selva tropical de cara a las negociaciones internacionales climáticas de la COP28 de las Naciones Unidas, que se realizará a finales de este año en Dubái.
"Vamos a la COP28 con el objetivo de decirle al mundo rico que si quieren preservar efectivamente la selva que existe, deben pagar dinero no solo para cuidar el dosel, sino también para cuidar a las personas que viven debajo de ella.", explicó Lula.
En la declaración, los 12 países pidieron que se desarrollen mecanismos de financiación para que el mundo pague por los servicios críticos proporcionados por las selvas. También expresaron su preocupación de que las naciones más ricas no hayan cumplido su promesa de proporcionar US$ 100.000 millones en financiamiento climático anualmente a los países en desarrollo.
Además, hicieron un llamado a las naciones desarrolladas para que cumplan con un compromiso existente de proporcionar US$ 200.000 millones por año para la preservación de la biodiversidad.
Pero una de las claves del asunto fue la condena del uso de medidas ambientales que "están disfrazadas de restricciones comerciales", en clara referencia a la aprobación de una ley en la Unión Europea que está dificultando que el acuerdo comercial entre el Mercosur y el bloque europeo sea aprobado.
La Cumbre Amazónica se celebró en Bélem, estado de Pará, la ciudad brasileña en donde se espera que, en 2025, se realice la COP30.
