El Economista - 70 años
Versión digital

jue 25 Abr

BUE 16°C
Fuente de energía clave

Argentina se posiciona entre los líderes de la industria nuclear

Argentina, un país en desarrollo, puede sentarse en la misma mesa que las grandes potencias a la hora de hablar de asuntos nucleares

Planta nuclear
Planta nuclear -
Damián Cichero 11 enero de 2022

Como pocas veces ocurrió en la historia de la humanidad, y pese a que el mundo tiene otras preocupaciones, como la pandemia del coronavirus, existe un consenso casi unánime acerca de que debemos hacer algo para detener el calentamiento global. 

Por ello, la mayoría de los países ha presentado planes para descarbonizar sus economías de aquí al 2050 a más tardar. Sin embargo, el gran dilema es cómo dejar de utilizar fuentes de energías contaminantes, como el petróleo y el carbón, sin perjudicar las matrices productivas. 

Es una realidad que la eólica y solar son insuficientes para cubrir las demandas energéticas de los países desarrollados y es justamente esto lo que trae nuevamente a la mesa un debate que ya lleva varias décadas: ¿debemos apostar más por la energía nuclear?

En diálogo con El Economista, Maximiliano Gregorio- Cernadas, diplomático argentino especializado en asuntos nucleares explicó que “en contra de lo que se cree vulgarmente, la energía de origen nuclear es una de las fuentes más limpias que ha creado el hombre”. 

“Además, los elevados niveles de control y calidad que exige la alta complejidad de la tecnología nuclear aseguran un seguimiento más meticuloso y conocido de sus emisiones que los que producen otras fuentes energéticas”, agregó. 

Por ello, consideró que, “teniendo en cuenta su escasa emisión de carbono, su relevancia en el mapa productivo de la energía mundial y por sus altos estándares de calidad y control, la energía nuclear tendrá un papel decisivo en esta lucha”. 

En sintonía con esa idea se encuentra la Unión Europea, que recientemente pidió clasificar como inversiones verdes a los proyectos de energía nuclear, los cuales no emiten gases de efecto invernadero. 

En el caso de que la medida sea aprobada, le permitiría al sector privado invertir entre 175.000 y 290.000 millones de euros en el rubro durante los próximos 10 años. Sin embargo, como ha sucedido a lo largo de toda la historia del Viejo Continente, Francia y Alemania, los dos países más poderosos, se hayan enfrentados al respecto.

Una mala imagen, ¿justificada? 

Por un lado, está el país galo, en donde el 70% de su energía eléctrica es de origen nuclear, mientras que a nivel mundial esa cifra es de tan solo el 10%. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, apoya el proyecto de la UE y recientemente anunció que invertirá 1.000 millones de euros para desarrollar pequeños reactores nucleares. 

Pero en la vereda de enfrente se encuentra Alemania que, al igual que muchos países, comparte una mala imagen de la energía nuclear y por ello, en la primera semana de enero, inició el cierre de 3 de sus 6 plantas nucleares. 

Por una parte, el temor del país germánico está relacionado con la carrera armamentística que hubo entre Estados Unidos y la Unión Soviética en el Siglo XX. 

La técnica de enriquecimiento de uranio, un paso clave para producir energía nuclear, también permitiría desarrollar armas nucleares. Así fue como, durante el siglo pasado, EE.UU. llegó a poseer más de 31.000 ojivas. 

Aunque a lo largo de la historia únicamente se lanzaron bombas atómicas en dos oportunidades, los más de 120.000 muertos de Hiroshima y Nagasaki son una clara señal de alerta.

Por otro lado, el temor alemán está relacionado con los accidentes nucleares, los cuales tienen su máxima representación en los sucesos ocurridos en Chernóbil en 1986 y en Fukushima en 2011. 

Ambos fueron catalogados con un nivel de gravedad 7 (el máximo) y fue el caso japonés lo que provocó que la canciller Angela Merkel decidiera eliminar gradualmente la energía nuclear, estableciendo 2022 como fecha límite para el cierre definitivo. 

Sin embargo, la decisión alemana parece algo apresurada. Por un lado, pese a que existen más de 400 centrales nucleares en el mundo, solamente se han registrado dos accidentes de nivel 7 y uno fue consecuencia de un desastre natural (el tsunami de Japón). 

Por el otro, como ya mencionamos, pese a que hoy en día hay más de 12.000 armas nucleares, nunca se han vuelto a utilizar desde le Segunda Guerra Mundial. Además, la matriz de energía renovable en Alemania es de aproximadamente el 45%, por lo que muchos expertos temen que el cierre de las centrales atómicas genere un retroceso en la materia.

El futuro de la energía nuclear 

Entre muchas de sus ventajas, además de no emitir ni dióxido de carbono ni metano, la energía nuclear se puede generar en gran cantidad y es prácticamente inagotable, ya que las actuales reversas de uranio permitirían seguir produciéndola por miles de años. 

Por otra parte, su producción es constante. Mientras que la solar no puede generarse durante la noche y la eólica necesita viento, la nuclear se produce durante el 90% del año, a excepción de los días de mantenimiento. 

En este sentido, aunque las grandes centrales nucleares son una garantía, el futuro se encuentra en los reactores modulares pequeños (SMR), los cuales poseen una capacidad de potencia de hasta 300 MWe por unidad (un tercio de la capacidad de un reactor convencional).

Básicamente, su principal ventaja es que, al ser pequeños, los SMR pueden colocarse en lugares donde no podrían construirse centrales nucleares más grandes. Pueden fabricarse y luego enviarse e instalarse in situ, lo que permitiría brindar energía eléctrica con mayor facilidad en zonas rurales, mientras que también pueden construirse en bloques para lograr una mayor capacidad conjunta.

El papel de Argentina 

Puede decirse que la historia de la energía nuclear en la Argentina comenzó con una estafa: el científico austriaco Ronald Richter convenció al presidente Juan Domingo Perón de que podía desarrollar la fusión nuclear controlada, un proceso que naturalmente ocurre en el Sol y hoy en día sigue siendo imposible de imitar. El general le creyó a Richter y financió su proyecto, que fue desarrollado en la isla Huemul, en Bariloche, para unos años después darse cuenta de que había sido estafado. 

Más allá de esta anécdota, Argentina, un país en desarrollo, puede sentarse en la misma mesa que las grandes potencias a la hora de hablar de asuntos nucleares. En parte, esto se debe a la Agencia Brasileño-argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC), la cual asegura que ninguno de los dos países desarrollará sus programas nucleares con fines bélicos. 

Hoy en día, Argentina es uno de los seis países productores de radioisótopos (responsable del 5% de la producción mundial), mientras que también produjo varios reactores de investigación en países como Egipto, Australia, Países Bajos, Brasil, Perú y Argelia. 

Respecto a la performance nacional, Gregorio-Cernadas explicó que “tras un trabajo constante y progresivo de más de 70 años, la Argentina se posiciona entre los países líderes de la industria nuclear internacional, sobre todo en áreas específicas como la exportación de reactores experimentales y de producción de radioisótopos, en el dominio de la tecnología para el enriquecimiento de uranio, entre otras”. 

Sin dudas, el prontuario de Argentina es más que bueno. Sin embargo, lo mejor recién podría estar por venir. Desde 2014, en la localidad de Lima, provincia de Buenos Aires, se está desarrollando un reactor nuclear de baja potencia, el primero en diseñarse íntegramente en el país. 

Aunque existen más de 70 proyectos similares en el mundo, el denominado CAREM (Central Argentina de Elementos Modulares) fue el primer reactor modular de estas características que oficialmente se puso en construcción y se estima que las primeras pruebas se realizarían en 2026.

Aunque ahora se han sumado uno de la empresa NuScale Power, de Portland, en el noroeste de Estados Unidos, y otro de Rosatom, en Rusia, estos recién estarían disponibles para 2027 y 2028, respectivamente. 

El edificio que contendrá a CAREM posee una superficie de 18.500 m2, de los cuales alrededor de 14.000 m2 corresponden al llamado 'módulo nuclear', el sector que incluye la contención del reactor, la sala de control y todos los sistemas de seguridad y de operación de la central. 

Se espera que sea capaz de generar 32 megavatios eléctricos. Además, en paralelo, se está diseñando el módulo comercial del CAREM, el cual tendrá una potencia de entre 100 y 120 MWe.

Seguí leyendo

Enterate primero

Economía + las noticias de Argentina y del mundo en tu correo

Indica tus temas de interés