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Una historia de cómo nos endeudamos: créditos, cuotas, intereses y otros fantasmas de la experiencia argentina

En su nuevo libro editado por Siglo XXI, Ariel Wilkis repasa las deudas de las familias y hogares entrelazándolos con relatos de la vida privada, pública y de política económica.
Portada de "Una historia de cómo nos endeudamos" .
20-09-2024
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"Ser argentino puede resultar una experiencia impagable. Literalmente. Endeudarse con un banco, una casa de electrodomésticos, una tarjeta de crédito, un prestamista privado o el almacenero del barrio es una estrategia habitual de las clases medias y populares para gestionar desde sus aspiraciones de consumo y movilidad social hasta la más modesta supervivencia cotidiana. Sin embargo, los vaivenes de la economía argentina hacen que, cíclicamente, el sueño del acceso al crédito se transforme de pronto en la pesadilla del saldo que no se llega a pagar", escribe Ariel Wilkis en su nuevo libro (edita Siglo XXI) en el que repasa la historia argentina a través de las formas que adquirieron las deudas de los hogares y las familias desde 1983, entrelazando las políticas económicas de los sucesivos gobiernos con los relatos de experiencias personales y familiares. 

A lo largo del libro se recorren los planes de ahorro previo de los años ochenta, los créditos hipotecarios en dólares y el boom de la compra de electrodomésticos del menemismo, el "consumo popular" favorecido por el kirchnerismo, los fallidos créditos UVA del macrismo y la "quema" de ahorros durante la pandemia. 

Hoy, mientras el gobierno de Javier Milei ajusta a los deudores y da libertad de acción a los acreedores, la Argentina tiene una economía sin crédito y una sociedad con deudas. No es un problema menor: esa experiencia "carcome las expectativas sobre el porvenir y atenta contra la ilusión de un mañana mejor, la ficción democrática más necesaria e irrenunciable"Si acceder a un crédito es el futuro, deber dinero es el pasado. Este libro es también una mirada posible sobre el presente de una Argentina encerrada en esa encrucijada.

Ariel Wilkis es Doctor en Sociología, docente e investigador del CONICET.

A continuación, un fragmento de la introducción del libro escrito por Ariel Wilkis y editado por Siglo XXI.

Las deudas como método

En la Argentina, apenas la oímos, la palabra "deuda" nos transporta a una extensa historia que conecta a nuestro paísen especial al Estado nacional, con acreedores externos, internacionales, multilaterales, o privados. Y algo se repite una y otra vez: nos convertimos en expertos espectadores de rondas de negociaciones entre funcionarios argentinos y el FMI, con los fondos buitre o con bufetes de abogados más otros representantes de instituciones globales o regionales y de holdings de particulares. Una historia menos sistematizada pero igualmente poderosa y decisiva para el destino de amplios sectores de la sociedad y para el de las promesas de la democracia argentina es la que escriben las deudas de hogares y familias, aquellas llamadas personales o privadas. 

¿Cuáles deudas importan? 

Durante mucho tiempo, la deuda pública o soberana absorbió la atención intelectual, política y periodística en la Argentina, en detrimento de una historia que requería también ser narrada y cuyo relato se propone de aquí en más. Había razones objetivas para ello. Desde fines de los setenta, la Argentina ingresó en una espiral de endeudamiento externo crónico que condicionó los instrumentos de la política económica y la vida de amplios sectores de la sociedad. 

"Una historia de cómo nos endeudamos. Créditos, cuotas, intereses y otros fantasmas de la experiencia argentina" de Ariel Wilkis

En muchos trabajos anteriores, algunos de ellos retomados en próximas secciones, he señalado que las altas y bajas finanzas no son realidades autónomas entre sí sino vinculadas entre sí, aunque esos nexos no sean ni directos ni mecánicos. Una historia de las deudas es también una entrada privilegiada para retratar otra cara de la más conocida historia de la deuda, un hilo para guiarse en el laberinto de sus ramificaciones en la sociedad y política argentinas. Otro impedimento para narrar la historia de las deudas de los hogares argentinos ha sido la atención y el interés desviados al estudio de la inflación. La escasa proporción del crédito (medida en relación con el PBI) del cual desde hace décadas han podido beneficiarse las familias argentinas ha llevado a los economistas a dedicar poco de su tiempo a las deudas originadas con el sistema bancario formal. 

En no pocas ocasiones fui testigo directo de esa expresa indiferencia estadística. "En la Argentina, las deudas de las familias no son un problema", me respondían colegas economistas, con los datos del BCRA en una mano y con los datos de inflación del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) en la otra. 

La dinámica inflacionaria que condicionó la historia de las deudas a ambos lados del mostrador, limitando el crédito formal y pulverizando los ingresos, ha sido (y todavía es) un emergente de una puja distributiva. 

Las tensiones recurrentes del tipo de cambio son un indicador clave del desencuentro entre las aspiraciones materiales de los sectores medios y populares y las posibilidades económicas para concretarlas, del desfase entre la programación económica anticíclica y la recurrente escasez de las divisas necesarias para el desarrollo social y económico sostenible que las políticas se fijan como objetivo, según lo ha analizado el economista Pablo Gerchunoff en El Dipló (2020). 

"Las tensiones recurrentes del tipo de cambio son un indicador clave del desencuentro entre las aspiraciones materiales de los sectores medios y populares y las posibilidades económicas para concretarlas", afirma Wilkis. 

Ante esta restricción externa, sobre el tipo de cambio se proyectan los ganadores y perdedores. Esta historia describe el vaivén entre un tipo de cambio que fatalmente desemboca en retraso para no interrumpir el acceso de sectores populares y medios a bienes y servicios con precio en dólares, y un tipo de cambio alto que favorece la competitividad del sector externo argentino a costa de cercenar el bienestar de esos mismos sectores populares y medios. Estos movimientos pendulares del tipo de cambio alimentan la persistencia de la inflación. La serie histórica de los endeudamientos que nos propusimos reconstruir complementa y complejiza los desencuentros materiales, ya de por sí poderosos en resonancias simbólicas y políticas, resumidos en los índices de inflación.

¿Adiós al trabajo? ¿Bienvenidas las deudas? 

En la introducción del libro colectivo El laberinto de la moneda y las finanzas, publicado en 2015, con Alexandre Roig buscábamos entender qué instituciones y prácticas estaban tornándose centrales para comprender las dinámicas de integración social contemporánea, más allá del trabajo. Allí propusimos considerar al dinero (y, más específicamente, a las deudas) como un eslabón escondido (pero inocultable) de las narrativas contemporáneas de las ciencias sociales sobre la integración social. Nos preguntamos qué sucedía si, en vez de priorizar el trabajo como articulador mayor por defecto, reconstruíamos la integración social a partir de las deudas: ¿y si ellas expresan mejor qué posibilidades de bienestar y protección la sociedad provee (o no) a individuos y hogares? ¿Adónde nos llevaba hallar en las deudas fuentes de conexión social cruciales, en relación de reemplazo, complementariedad y tensión con el trabajo, antes dador privilegiado, primordial y subordinante sin par de esa conexión? En la sociedad financiarizada, las deudas producen nuevas formas de integración y, por supuesto, de sujeción. 

Las deudas en los hogares argentinos es una de las principales temáticas del libro.

La historia que ahora empezamos a reconstruir se vincula con esas transformaciones del capitalismo contemporáneo, pero está atenta a las particularidades locales y evita "traducir" de manera automática ciertos procesos globales al caso argentino. Esta reconstrucción se basa en una perspectiva que ha desplazado la atención -antes enfocada en el modelo clásico del Estado de bienestar- hacia otro que, para explicar el bienestar de la población, se centra en las "infraestructuras monetarias", sobre todo el crédito y las deudas. El acceso a derechos básicos como la vivienda, salud, educación y hasta la alimentación, que en las sociedades industriales había estado vinculado a la relación salarial, ahora está mediado por la capacidad de los hogares de obtener financiamiento en un muy heterogéneo y desigual mercado del crédito. 

Desde esta perspectiva, el crédito y las deudas ya no son una opción sino una necesidad para los hogares, que los gestionan para proveerse una "red de protección" frente a aquellos riesgos que ya no pueden atender con sus ingresos laborales ni mediante la protección garantizada por el Estado. Fui rastreando las huellas de esta transformación, no siempre lineal, no siempre sin retrocesos, hasta chocar con el endeudamiento como una nueva cuestión social, fuente de desigualdad, explotación y dominación, que condiciona todos los proyectos políticos, alienta las versiones de extrema derecha y exige repensar las versiones progresistas o de izquierda.

"El crédito y las deudas ya no son una opción sino una necesidad para los hogares", sostiene Wilkis.

Una geometría variable 

Las deudas como símbolo del anudamiento entre sociedad, política y economía reclaman un itinerario metodológico sui generis. Nuestro tema es una realidad huidiza; desborda o está por debajo del radar estadístico oficial, en parte porque incluye innumerables formas de endeudamiento ajenas al sistema bancario formal. No hay registros públicos, no hay inventarios generales disponibles de deudas con familiares, con amigos, del fiado en pequeños comercios, del dinero obtenido de prestamistas, de atrasos en pagos de alquiler, expensas, servicios, impuestos, prepagas de salud, educación privada barrial o clubes deportivos. 

La pandemia de covid-19 puso en negro sobre blanco el abismo entre la estadística pública y las diversas realidades de las deudas. En aquellos largos meses, mientras los números públicos que monitorean al sistema bancario no registraban aumento de las deudas, estas estallaban por fuera de ese detector: se multiplicaban las generadas por los servicios e impuestos que se dejaron de pagar, los préstamos entre familiares que amortiguaron lo peor de la crisis, el retraso en las cuotas que solventaban servicios de educación o salud. 

La geometría del endeudamiento es mucho más variable que la aritmética de la estadística económica. La separación entre deuda pública y privada no alcanza para dar cuenta de las experiencias sociales y políticas de los endeudamientos. Las deudas mezclan trazos de la vida privada -ámbito de la intimidad donde, por lo común, transcurre su gestión- con otros trazos, amplios, de intensa vida pública, cada vez que aquella gestión se complementa y prolonga con organización y protesta públicas. La historia aquí reconstruida toma nota de esta doble vida de las deudas, que el lenguaje corriente y experto separa de manera tajante, aunque en realidad son "dos caras de la misma moneda", y este carácter bifronte las vuelve un instrumental de refinada precisión para la memoria (nuestra memoria) biográfica, personal y social. Su recuerdo retorna del pasado para interpelar el presente. 

A veces subterráneas (o soterradas, pese a su intensidad indeleble e imprescriptible), estas memorias son piezas clave: ni contexto ni accesorio, las deudas son modos de transitar y tramitar las crisis sociales; su derrotero ofrece una versión a escala de las transformaciones mayores de la estructura de la sociedad argentina en estas cuatro décadas desde el retorno de la democracia.

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