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El Bitcoin supera los US$ 50.000 y sigue la fiesta

No queda claro qué información o evidencia podría “pinchar” una dinámica que, para los críticos, no es más que una mera burbuja: mientras tanto, los pronósticos agoreros de enero no se cumplieron y el rally sigue

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Héctor Rubini 18 febrero de 2021

Por Héctor Rubini (*)

La dinámica alcista del Bitcoib no parece ser noticia ya. Desde diciembre es ya una costumbre observar las subas sin grandes tropiezos, salvo unas transitorias correcciones en el mes de enero.

La dinámica de su fuerte suba se inicia en octubre cuando PayPal anunció la aceptación de su uso en su red de pagos y el lanzamiento con la empresa Square de la aplicación CashApp para uso de criptomonedas en una red de 300 millones de usuarios. Desde entonces, la sucesión de noticias que auguran saltos en la demanda de su uso como medio de pago y como activo en carteras de grandes inversores han sido los fundamentos básicos de su meteórica carrera alcista, acompañada por subas también importantes en los casos de Ethereum, Liltecoin y varias criptomonedas más.

Esta serie de noticias, que para una oferta de Bitcoins que tiene un techo fijo de 21 millones de unidades, ha ido explicando los sucesivos saltos de precios de los últimos dos meses. Lo más reciente fue el anuncio de Tesla de la semana pasada de una compra de Bitcoins por US$ 1.500 millones, que entusiasmó a los inversores y llevó a ese activo a romper la barrera de los US$ 42.000. A eso siguió el anuncio de Mastercard, de una futura integración de criptomonedas para pagos con su tarjeta de crédito, pero la tendencia alcista se sostuvo y al cierre de este artículo, Bitcoin cotizaba ayer a más de US$ 52.300.

Varias noticias impulsaron al mercado a ignorar las advertencias de JP Morgan sobre la no sostenibilidad de las fuertes subas de las últimas semanas. El martes, la empresa de apuestas deportivas online 500.com de Shenzhen (China), que cotiza en la NYSE, anunció que compró a la firma Blockchain Alliance Technology, domiciliada en Caimán, su pool de minería de Bitcoin (BTC.com), considerada la cuarta minera de Bitcoin más activa del mundo. Además, a principios de mes, 500.com había cerrado la compra de unas 5.900 máquinas para minado, y tiene un compromiso formal de compra de otras 10.000 más para 2021.

Luego, Apple Pay anunció la admisión de medios de pago de BitPay una firma que administra pagos en criptomonedas y los convierte en monedas de curso legal. De esa forma, la red de Apple pasará a aceptar compraventas online, que BitPay espera expandir a servicios que utilizan el sistema operativo Android, como GooglePay y SamsungPay.

Y anteayer se conoció que la empresa de software para empresas MicroStrategy anunció la ampliación de su emisión de deuda convertible de US$ 600 millones a un monto entre a US$ 880 millones y US$ 1.000 millones para compras de Bitcoin.

Toda una serie de anuncios que anticipan un importante salto en la demanda mundial y uso de esta, y otras, criptomonedas, y que no habría razón a la vista para esperar que el mismo se revierta. Lo que no queda claro es qué información o evidencia podría “pinchar” una dinámica que, para los críticos, no es más que una mera burbuja. Pero mientras tanto, los pronósticos agoreros de enero no se cumplieron.

Una contra que enfrenta todavía Bitcoin, al igual que otras criptomonedas, es su elevada volatilidad, lo que dificulta su aceptación, de facto, como unidad de cuenta. La tecnología de pagos todavía emerge algo engorrosa para los no habituados y no se la percibe aún como un sustituto perfecto de las monedas de curso legal. Varios gobiernos han bloqueado o directamente prohibido el uso de criptomonedas. El último banco central en sumarse a dicha postura fue el de Nigeria, hace una semana, pero simultáneamente, el Banco Central de Kenia anunció oficialmente su postura favorable a la incorporación del Bitcoin como moneda de reserva para reducir la volatilidad cambiaria y las presiones devaluatorias cobre el chelín de Kenia.

Esto es, de todos modos, la excepción a la regla. En general, los bancos centrales y los gobiernos son totalmente renuentes a involucrarse con medios de pago privados o sustituir monedas de curso legal por estos activos. Pero, aun así, en el caso de EE.UU., la continuidad de la aceptación universal y uso del dólar como moneda alternativa o vehicular para el comercio internacional, está en zona de dudas.

Buena parte de la emisión poscrisis de 2008 no se ha reabsorbido, y a esto se ha sumado el nuevo ciclo de magaemisión monetaria iniciado el año pasado para financiar transferencias compensatorias por los daños del Covid-19. Aun sin prohibir el uso de criptomonedas, la postura predominante de los gobiernos no es favorable a renunciar a su “soberanía monetaria” ni mucho menos.

La Unión Europea, a su vez, está trabajando activamente en un marco regulatorio para las fintech, las criptomonedas y todas las plataformas de pagos, con el objetivo de proteger a los usuarios de servicios financieros e integrar en un solo cuerpo normativo la regulación de los mercados financieros “convencionales” y los montados en el ciberespacio. Una prioridad que pasó a aceptarse sin disensos a partir de julio pasado, luego del fraude contable por US$ 1.900 millones de la firma alemana Wirecard, una fintech que, al no ser clasificada como banco, operaba como tal y sin estar sujeta a ninguna normativa ni supervisión prudencial.

Es probable que en materia de vacíos legales a cubrir el caso alemán no sea el único, pero con o sin ese problema todo indicaría que junto a la demanda de criptoactivos en los mercados, también hay presiones y demandas por su regulación en los ámbitos políticos. Si de esto resulta un “aterrizaje suave” o una pinchadura violenta de lo que muchos entienden es una “burbuja”, es difícil saberlo. Lo que sí es claro, es que en algún momento esta fiebre alcista llegará a su fin, y probablemente antes de la puesta en vigencia de normativas rígidas.

En particular en los países cuyos gobiernos entiendan que este tipo de activos deba ser observado como una fuente de inestabilidad, fraudes, eventuales delitos e, inequívocamente, de pérdida de base imponible sobre la cual recaudar el impuesto inflacionario.

Mientras tanto, en el corto plazo la demanda no afloja y la fiesta alcista, aparentemente, se apresta a continuar por varias semanas más.

(*) Economista de la Universidad del Salvador (USAL)

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