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Desaceleración suave (o brusca)

El acuerdo con el FMI y los límites al crecimiento que enfrenta el Gobierno

En el Gobierno se entusiasman porque el 2022 será el segundo consecutivo de crecimiento. Sin embargo, la mejora estaría explicada por el efecto “arrastre estadístico”.

La tensión interna en el FdT es otra complicación de alcance incierto
La tensión interna en el FdT es otra complicación de alcance incierto
Agustín Maza 28 marzo de 2022

En el Gobierno se entusiasman porque el 2022 será el segundo consecutivo de crecimiento, algo que no sucedía desde 2010. Sin embargo, esa mejora puede estar explicada esencialmente por el efecto “arrastre” que dejó 2021, mientras que el contexto local e internacional plantea desafíos concretos para sostener la recuperación.

Los datos de actividad económica que informó el Indec la semana pasada mostraron que el PIB se recuperó 10,3% durante el año pasado, recuperando casi toda la caída de 2020 (9,9%). Así, la economía funcionó en promedio 0,6% por debajo de los magros niveles de 2019. 

“Incluso los datos particulares del último trimestre del 2021 muestran que la economía cerró el año a un nivel algo superior al del tercer trimestre del 2019 previo a la pandemia y en medio del inicio de las turbulencias por el shock de las elecciones PASO”, señaló la consultora Invecq.

Por su parte, desde el Gobierno comentaron ante El Economista que para este año esperan un crecimiento de entre 5% y 6%, por encima de las proyecciones que realizan los analistas. La justificación es que el comienzo del 2022, más allá de algunas problemáticas puntuales, viene siendo mejor a lo esperado.

Sin embargo, hacia dentro del Frente de Todos hay posturas divergentes. Desde el kirchnerismo sostienen que, haber perdido las elecciones en 2021 con una economía en franca recuperación, es el preludio de lo que puede suceder en 2023. 

Desde ese sector consideran que, de no haber una mejora en el poder adquisitivo de los ingresos, mantenerse en el poder será casi imposible. Más aún con los límites que impone el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para “poner plata en la calle”, una guerra en el este de Europa que no se sabe cuánto va a durar y una inflación en ascenso.

“Desaceleración”

En el contexto actual, las consultoras tienen un pronóstico mucho más cauteloso, basado en una inflación en ascenso, menor margen para utilizar anclas de precios y de políticas de expansión fiscal, sumadas a un contexto internacional incierto. La guerra en Ucrania es el principal factor de incertidumbre actualmente para todos los países del mundo.

En cuanto a Argentina, Orlando Ferreres afirmó que el “2022 será un año de desaceleración, donde un contexto macroeconómico desafiante se traducirá en políticas menos expansivas”. 

El centro de estudios de la consultora anticipó una merma en el crecimiento de enero, del 0,6% desestacionalizado, en base a las paradas de plantas industriales y los problemas climáticos que afectaron al sector del agro.

“Para lo que resta del año, esperamos un crecimiento pobre, explicado básicamente por el arrastre estadístico que dejó 2021 (3,5% anual), que no será palpable por la sociedad”, estimó LCG. 

“La aceleración de la inflación, aun antes del levantamiento de algunas anclas (tarifas y tipo de cambio) difícilmente habilite un crecimiento de los salarios y por ende del consumo. La inversión estará atada a un clima de incertidumbre y el impulso fiscal estará acotado por la restricción presupuestaria en el marco del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y las reducidas fuentes de financiamiento”, detallaron. 

Poco margen

La aprobación del directorio del FMI al acuerdo con nuestro país abre una nueva etapa, pero que le da al Gobierno un margen menor para darle “anabólicos” a la actividad. 

Un análisis que realizó Invecq sobre la recuperación de los componentes del PIB en 2021 resulta revelador en ese sentido.

“Mientras que la inversión y el consumo público (el gasto del gobierno en bienes y servicios, sin transferencias al sector privado) se encuentran para el mismo período de comparación 16,5% y 8% por encima, el consumo privado y las exportaciones cerraron el año 2021 un 3% por debajo de los valores del tercer trimestre del 2019”, apuntaron. 

En concreto, y tomando una de las variables, el crecimiento del consumo público del 8% funciona como reflejo del “incremento del peso del Estado en la actividad económica que podía deducirse en base a datos parciales y observaciones empíricas, más allá del fuerte crecimiento de las transferencias de ingresos mediante los programas transitorios tipo IFE y ATP y otros no tan transitorios como la Tarjeta Alimentar y el Potenciar Trabajo, entre otros”. 

“Desde este punto de vista podríamos decir entonces que gran parte de la recuperación económica está siendo generada de manera directa (e indirecta) por el propio Estado”, concluyeron.

El limitante que impone el FMI son las metas de déficit fiscal y las de asistencia del BCRA al Tesoro. El déficit fiscal disminuirá del 3,5% del PIB en 2021, sin contar DEG y el impuesto a las grandes fortunas, al 2,5% en 2022, al 1,9% en 2023 y al 0,9% en 2024. Es decir, en torno a 1 punto porcentual del PIB por año. 

En tanto, el techo monetario será del 1% para el corriente año, con una caída desde el 3,7% del ejercicio pasado. El Gobierno no tiene el mismo margen que sí tuvo durante los últimos dos años, para darle impulso a la economía.

Alto riesgo

La aprobación del directorio del organismo implicará despejar la incertidumbre de atrasos y una suma a las reservas de US$ 9.656 millones, de los cuales US$$ 2.800 se irán en el pago de capital e intereses del 31 de marzo. Los siguientes desembolsos estarán condicionados por las revisiones trimestrales.

Vale recordar el peligro del contexto internacional para el cumplimiento del programa. El mismo FMI admite que “el programa está sujeto a riesgos excepcionalmente altos”.

Los directores del FMI “reconocieron la vulnerabilidad de Argentina a los shocks externos y las dificultades de implementación dada la compleja situación social y política”. Al señalar que los efectos secundarios de la guerra en Ucrania se están materializando, “los directores recibieron con beneplácito el acuerdo de las autoridades de adelantar la primera revisión del programa y las instaron a recalibrar las políticas, según sea necesario, para asegurar los objetivos fiscales y contener los efectos inflacionarios de segunda ronda de aumento de los precios de las materias primas”.

Ahí entran las dificultades del encarecimiento en los precios de la energía. El cálculo que realizó Fernando Marull indica que “si asumimos un GNL de U$S 30, el déficit de energía aumentaría a US$ 4.000 millones en 2022”. Las importaciones de gas impactan en el tercer trimestre. El Gobierno esperaba reducir subsidios a la energía en 0,6% PIB, algo que resultará muy difícil en el contexto actual.

Sin poder cumplir con ese ajuste, el Gobierno deberá recortar en otros ítems. La situación social, con un poder adquisitivo cada vez más deprimido ante el avance de los precios, “la calle” impone también otro límite. Las tensiones internas y la carrera hacia 2023 también juegan en ese sentido. 

 

EL DATO

2005

En 2020 el PIB per cápita cayó 10,8%, retrocediendo a un nivel que no se observaba desde 1974. La recuperación de 2021 (10,3% anual promedio) se tradujo en un incremento del PIB per cápita del 9,2% anual. En términos históricos, calculó LCG, recuperó 31 años, “ubicándose en niveles semejantes a los de 2005, pero reflejando un retraso de todavía 17 años”.

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