Lo primero que hay que tener en cuenta antes de sentarse a ver Muchachos es que no es un documental. Para nada. Lejísimos. Cero. Y es por eso que se le perdonan las arbitrariedades y excesos. Es un discurso excesivo, claramente demagógico, con una fuerte impronta chauvinista y un alto componente melodramático. Y por todo eso funciona a la perfección si el espectador se entrega al juego que propone sin cuestionamientos.
Precisamente, en esa sinuosidad genérica, radica su principal atractivo: Muchachos es la película de la gente, mejor que nunca colocado ese subtítulo.
Hay una pretensión de relato colectivo que, más allá de las manos profesionales que están detrás de su armado, funciona como mensaje.
"Fue un trabajito que hicimos con Jesús (Braceras, el director) palo a palo y fuimos cambiando cosas constantemente hasta el viernes en el que Guillermo (Francella, que hace la locución en off) comienza a locutar. Aún ahí yo le mandaba cambios", dice Hernán Casciari, uno de los involucrados más fuertemente en la estructura narrativa que adquiere Muchachos.
Y agrega: "es un trabajo más en equipo entre él (Jesús Braceras) y yo. En el cual yo pongo la literatura pero él pone el dónde, ¿dónde ponemos esto? Cómo se transforma ese párrafo literario en lenguaje cinematográfico y quedó una cosa armada, adrede, para eso. No hay una adaptación".
Esa libertad en la construcción se percibe en la película. Muchachos pasa a ser una experiencia para conectar con ese sentimiento básico de alegría y de todas las emociones juntas que significó la Copa del Mundo Qatar 2022. Cómo lo vivieron todos y cada uno de los seguidores, ese relato "estaba ahí". Qatar 2022 significó el paroxismo del metatexto de lo que antes conocíamos como transmisión oficial. Miles, millones de videos con relatos subjetivos de cada uno y cada una de los asistentes poblaban las redes al mismo tiempo de ocurridas las jugadas. Y eran ángulos, tomas, encuadres diferentes. Con el audio que se colaba: gritos, insultos, apreciación de quien grababa el video. El partido en su forma oficial fue intervenido como nunca. Eso: fue una intervención global.
Lo que hace Muchachos es crear un relato a partir del relato crudo. Ordena esos miles de videos, crea una mágica línea de tiempo y lo llena de todo tipo de excesos demagógicos (que no necesariamente en el fútbol, y en este relato, funcionan negativamente): Dios, Messi, Maradona, la tercera estrella, la mayor movilización de la historia, religión, magia, fantasía, épica, héroes...
"Desde Orsai lo que hicimos fue pedirle a la comunidad que si tenían imágenes en alta resolución que tuvieran en sus teléfonos y llegaron más de dos mil quinientos videos, una cosa impresionante", comenta Casciari. "Mucha gente en Pampa Films (productora de la película) se puso a hacer archivo, a mirar todo y seleccionar lo que quedaba".
Es probable que Muchachos se transforme en una de las películas del verano y del fin de año. Será una salida en combo con la película "oficial" de la AFA, Elijo Creer. Ambas llegan a los cines el mismo día y la preventa de entradas indica que hay un deseo de disfrute colectivo. Y eso está muy bien. En Muchachos, ese video que muestra al que se tatuó cada uno de los resultados de Argentina, maridado con el relato de Francella y pegado al video de "Abuela, la la la, la la", invita a la sonrisa empática y, más del lado del borde épico, llegando a la epopeya de semifinales y final, también las lágrimas y a la emoción fácil.
"Acá lo que tenés es una serie de eventos que ocurren, casi, con los mismos ritos del guión cinematográfico: el punto medio del villano, en los primeros veinte minutos la presentación y el golpe que tira todo abajo, el camino del héroe, hasta la tercera y cuarta parte dónde se ubican los sucesos más oscuros. Toda la literatura de guión, ocurrió en la vida real. Hay algo que noto y que va a pasar en los cines ligado a la expresión de mucha fuerza colectiva".
Habrá que comprobarlo a partir del 7 de diciembre.
