En su mayoría, quienes defendían el “modelo chileno” hasta antes de las masivas protestas recientes lo siguen haciendo. No sacaron los pies del plato. Debieron, eso sí, explicar porque lo que, según ellos, es un milagro para millones se parece, más bien, a una pesadilla.
“No es la primera vez que en contextos de crecimiento económico se presenten episodios de convulsión social”, dijeron, ayer, desde Idesa.
“Un ejemplo cercano se observa en Argentina con el extraordinario crecimiento económico entre 1870 y 1930. La prosperidad económica atrajo la inmigración masiva que, junto con las profundas desigualdades de la época, generaron las condiciones para convulsiones sociales (?) Eso dio pie a que el peronismo avance en la generación de instituciones que establecieron mecanismos de inclusión social”, agregaron en Idesa.
Salvando las distancias, concluyeron en Idesa: “El Chile del Siglo XXI enfrenta la misma encrucijada que Argentina en el Siglo XX. Luego de varias décadas de crecimiento tiene que responder a las demandas populares por una mayor participación en el producto social. La encrucijada de Chile es acelerar la inclusión social sin erosionar los incentivos al crecimiento económico. Esto es lo que la Argentina no supo resolver desde mediados del siglo pasado y lo que explica su decadencia actual”. Si Chile se precia de tener instituciones, será hora de que muestren que sirven.
