Buenos Aires

El Kavanagh: ¿conocés la historia secreta detrás de la construcción del icónico edificio de la Ciudad?

La leyenda sostiene que existió una relación entre Corina Kavanagh y uno de los hijos de la familia Anchorena.
Fue inaugurado el 3 de enero de 1936, .
11-09-2024
Compartir

Este magnífico rascacielos fue el más alto de Sudamérica y el primero en contar con detalles de lujo, como aire acondicionado. 

Elegante, enmarcado por un bello entorno que incluye a una de las plazas más hermosas de la ciudad, el Kavanagh es un símbolo arquitectónico de Buenos Aires. 

Para su construcción se demolió un grupo de casas bajas anexo al Hotel Plaza que había sido inaugurado en 1909.

Las obras para levantar el Kavanagh se iniciaron en abril de 1934 bajo la supervisión del ingeniero contratista Rodolfo Cervini y los arquitectos Sánchez, Lagos y de la Torre, sobre una idea promovida por Corina Kavanagh (quien le da nombre al pasaje que divide el hotel del histórico edificio).

Con 120 metros de altura, fue durante años, el edificio más alto de la Ciudad y de Sudamérica.
Debido a su forma escalonada, pudieron instalarse terrazas jardín. Como avance para la época, se colocó un equipo de aire centralizado, una pileta, talleres de lavado y planchado, cámara frigorífica y sistema telefónico central, no tiene cocheras ni portero eléctrico y posee más de 100 departamentos.

La obra demoró sólo 14 meses. Sin embargo, la estructura de hormigón armado -de 1.600 km. de barras de acero-, llegó a su altura máxima a los 6 meses de su inicio. El mismo año de su concreción, el edificio obtuvo el Premio Municipal de Casa Colectiva y de Fachada, y posteriormente una distinción por parte del American Institute of Architects. Además, comparte un galardón, de la Sociedad de Ingenieros de Estados Unidos, con la Torre Eiffel, la Represa de Assuan y el Canal de Panamá debido a sus características técnicas.

El proyecto cuenta con 28.000 m2 de superficie edificada en sus 31 pisos a los que se accede por 5 escaleras y 12 ascensores. 

Contiene 103 departamentos y 10 locales en planta baja.

El Kavanagh, visto desde la Plaza San Martín

La "joya", sin dudas, es el 14 A: tiene 740 metros cuadrados, cinco suites, una terraza con una galería de columnas de estilo jónico y dos jardines parquizados. Una particularidad de este departamento: tiene 240 metros cuadrados dedicados a un espacio abierto que simula una proa. El 14 A es además, el más espectacular por sus vistas en 360 grados a la plaza, Retiro, Puerto y ciudad, además de las joyas arquitectónicas que lo rodean.

Allí vivió Corina Kavanagh, luego pasó a manos de la familia de banqueros Roberts para luego, en 2003, llegar al inglés Lord Alain Levenfiche, un millonario inversor de bienes raíces que por entonces compraba inmuebles en Tailandia, Costa de Marfil, España y Miami y adquirió el departamento con la idea de refaccionarlo y ponerlo en valor para la venta.

Fue finalmente inaugurado en 1936.

Su forma escalonada permitió crear terrazas jardín y su forma es similar a la proa de un barco, que apunta al Río de la Plata. 

En 1999 fue declarado Monumento Histórico Nacional y desde ese mismo año pertenece al Patrimonio Mundial de la Arquitectura de la Modernidad, por decisión de la UNESCO.

El interior del edificio.

En su libro Kavanagh, el arquitecto Silvio Plotquin, cuenta que el modelo de desarrollo urbano del Kavanagh fue el Rockefeller Center, una obra que estuvo por encima de los estilos (art déco, modernismo y clasicismo) y que impuso un modo de ejecución de los edificios del siglo pasado.

¿Sabías que el Edificio Kavanagh fue construido para vengar un amor prohibido?

La leyenda sostiene que existió una relación entre Corina Kavanagh y uno de los hijos de la familia Anchorena. 

Los Anchorena habrían forzado la ruptura por no tratarse Corina de una candidata perteneciente a una familia patricia. 

Por despecho, la millonaria habría mandado a construir este enorme edificio para tapar la vista que tenían los Anchorena desde su casa (el actual Palacio San Martín, sede de la Cancillería) a la Basílica del Santísimo Sacramento, que había sido edificada para convertirse en el futuro sepulcro de la aristocrática familia. 

Desde el único lugar que se puede ver la iglesia es desde un pasaje que bordea el edificio y que, paradójicamente, lleva el nombre de la millonaria despechada.