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Una dulce espera bien "uruguaya"

28 noviembre de 2019

Por Sandra Choroszczucha Politóloga y Profesora (UBA)

El 24 de noviembre, del otro lado del Plata, tras culminar la jornada electoral en el marco de un balotaje, Uruguay no pudo confirmar quién sería el presidente de la República por los próximos 5 años. La falta de respuesta sobre el candidato que se consagraría se debió a la escasa diferencia de votos obtenidos entre ambos candidatos: Daniel Martínez del Frente Amplio y Luis Lacalle Pou del Partido Nacional (o Blanco).

Así, Lacalle Pou aventajó por apenas 28.666 votos al candidato oficialista mientras una importante cantidad de votos (en torno a 35.229) fueron observados. Esta particular situación llevó a que la Corte Electoral uruguaya comunicara que debería verificar a través de un conteo minucioso el destino final de los votos observados para determinar qué cantidad de estos votos se inclinaría para uno u otro candidato.

Secreto a voces, y voces en alto, vaticinaban un ganador a pesar del formal y necesario conteo pendiente de votos observados. Así, desde el mismo domingo luego de transcurridas las elecciones, se presumía ganador al candidato del Partido Nacional, debido a que, estadísticamente, Martínez solamente conquistando más del 90% de los votos observados podía consagrarse ganador, una situación altamente improbable.

De todos modos, respetando uno de los principios básicos de la democracia, que afirma que la incertidumbre debe perdurar hasta el momento mismo de los resultados finales, Uruguay mantuvo la calma, esperando estoicamente cuatro días, para que efectivamente la Corte Electoral demostrara, hoy jueves, que Lacalle Pou logró obtener la cantidad de votos necesarios que Martínez ya no podrá superar. Así, aunque continúa la revisión del resto del escrutinio, finalmente puede afirmarse que el próximo Presidente de los uruguayos será Luis Lacalle Pou del Partido Nacional.

En ese marco de serio respeto a los tiempos institucionales, pudo observarse una sola manifestación aislada de intolerancia altamente agresiva, que rápida y efectivamente fue controlada por la Policía y la Justicia uruguayas. El hecho ocurrido, conocido el último martes 26 de noviembre, presentó a un militar retirado, Carlos Techera, amenazando de muerte a través de un video en la red social Facebook al presidente del Frente Amplio, Tabaré Vázquez; al candidato Daniel Martínez y al expresidente José Mujica, aduciendo que el Frente Amplio estaría atentando contra la seguridad de Lacalle Pou y contra las instituciones de la Patria. Frente a tal apreciación, amenazó con matar a funcionarios frenteamplistas si estos no respetaran el triunfo del candidato del Partido Nacional.

Frente a la gravedad del mensaje emitido, la bancada de Senadores del Frente Amplio presentó una denuncia contra el agresor, y si bien el militar retirado manifestó estar arrepentido y negó que “vaya a levantar un fusil contra alguien”, el miércoles, en horas de la mañana, la Policía lo detuvo y la fiscalía ya está actuando en consecuencia.

Excepto por esa grave amenaza, los uruguayos, divididos (pero no partidos) entre dos fuerzas políticas, continuaron esperando con el sosiego y la paciencia necesarios el resultado final, para poder conocer quién será el presidente ganador tras las últimas elecciones.

Un maravilloso momento, previo a la contienda electoral, preanunciaba que Uruguay volvía a comportarse, una vez más, como una verdadera República. Así, el día anterior a que se celebraran las elecciones, el sábado 23, en la hermosísima rambla de Montevideo se fueron congregando militantes de ambas fuerzas partidarias (el Frente Amplio y el Partido Nacional) y ante el sorpresivo encuentro, pudieron apreciarse banderas frentistas y blancas que se mezclaban en un clima amigable, donde no faltaron los saludos entre los militantes de ambas fuerzas, y la unión de todos los presentes, entonando el Himno Nacional. Un verdadero tributo a la democracia.

Los discursos de ambos candidatos, tras culminar los comicios electorales, demostraron asimismo una proclama a la preciada democracia. Si bien el candidato del Frente Amplio, en una suerte de “manipulación retórica” se negó a admitir que el triunfo estaba prácticamente asegurado para su oponente, y prefirió manifestar que la espera era necesaria, el resto del discurso frenteamplista estuvo signado por destacar la importancia de gobernar para todos los uruguayos, y que los acuerdos y entendimientos entre las fuerzas partidarias eran la prioridad.

Por su parte, Lacalle Pou también sostuvo un discurso centrado en afirmar que el próximo Gobierno “deberá gobernar para todos los uruguayos”. Así, en una elección tan reñida, la unión de todos los ciudadanos y el trabajo conjunto entre ambas fuerzas políticas también se anunciaba como vital para el candidato de los blancos.

Tras tal estado de situación, y pasados los cuatro días, triunfó finalmente el candidato blanco (en coalición con el Partido Colorado, Cabildo Abierto, Partido Independiente y Partido de la Gente) contra el Frente Amplio (conformado orgánicamente también por una serie de fuerzas partidarias que continúan sumando apoyos).

El presidente Vázquez recibirá el lunes próximo al candidato finalmente elegido para dar comienzo a la transición de Gobierno y Martínez ya saludó al Presidente electo y manifestó que mañana mismo se reunirá con él.

Pasaron cuatro días para que el candidato que se presumía ganador pueda por fin celebrar su triunfo, cuatro días de calma en las calles, de paz entre los contrincantes y de espera ciudadana, con la pura convicción “muy uruguaya” que con la República no se juega, que la democracia por momentos tiene sus tiempos, sus formas y sus reglas, y que deben respetarse porque así es la ley.

 

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