Por Santiago Rodríguez Rey Politólogo
Adías del 10 de diciembre y del mentado proceso de traspaso de poder, el foco parece haberse corrido de los como y donde en torno a la entrega de la banda y el bastón hacia la apremiante situación económica que deberá enfrentar el nuevo Gobierno. No es para menos, si uno tuviese que armar una banda de sonido para estos días o los primeros de la administración Fernández dejar afuera “Rock and a Hard Place” de los Rolling Stones sería un pecado, más allá de que el futuro presidente sea más proclive a “Blackbird” en la guitarra.
Y es que el margen de maniobra parece limitado, incluso la analogía de encontrarse entre “la espada y la pared” juega con la realidad. Se podría mencionar la sábana corta a la que tanto hacen referencia los economistas, o a las alegorías náuticas donde estamos todos en un barco. Finalmente, y en última instancia, terminamos, como en “Cambalache”, “revolcaos en un merengue / y en el mismo lodo / todos manoseaos”.
La premura y la magnitud de los desafíos por delante hoy es tal que ninguna decisión parece correcta. Exportaciones deprimidas, imposibilidad de acceder a crédito externo, una rampante inflación; la lista de las limitaciones describen lo que parece ser un “Catch-22”. Tomado del título de la novela de Joseph Heller, un escenario de “Catch 22” es una paradoja de la que no se puede escapar a razón de reglas contradictorias que se imponen. Si emito, puedo generar inflación; si no emito, el ajuste puede paralizar aún más una economía ya frenada, etcétera.
Quizás haya que mirar más allá, para ver como se sale de este lugar con acotado espacio de maniobra que a primera vista no tiene salida, e incursionar en los que hacen, con un pie en la realidad, ciencia ficción. En 1966, Gene Roddenberry imaginó un siglo 24 en el que las diferencias que angustiaban a su entorno de guerra fría se habían superado, ya que el hambre no era un problema para la humanidad y los conflictos en la tierra se habían superado. Anclado en el principio de la exploración en una década envuelta en la carrera espacial, “Viaje a las estrellas” ha dejado un legado importante en el mundo de la ciencia ficción, uno de estos es una respuesta al mencionado “catch-22”.
En la segunda película basada en la serie “Viaje a las estrellas: la furia de Kahn”, se introduce una simulación llamada “Kobayashi Maru”, una prueba del carácter de los cadetes que aspiran a crecer dentro de la academia. Este concepto que ha superado a la serie en sí, ya que plantea soluciones a un escenario en el que no existe salida o los costos son prohibitivos. El planteo es el siguiente. La nave Kobayashi Maru está averiada en territorio enemigo, no rescatarla significa la muerte de sus tripulantes; intentar hacerlo, la propia. Este escenario ha sido famosamente superado por el capitán Kirk, el protagonista de la serie y las películas y, también famosamente, lo ha hecho haciendo trampa reprogramando la simulación.
En una de las acepciones, Kirk introduce en la reprogramación algo que la simulación no tomaba en cuenta, la reputación de quien comanda la nave, su experiencia y como esta impacta en el enemigo. De esa forma, el factor de las expectativas y como éstas se proyectan sobre el entorno se tornan clave para superar el escollo. Por otro lado, Spock, el segundo al mando de la nave, hacia el final de la película, deja su versión de la solución al enigma, el sacrificio personal.
Dada esta dicotomía, podríamos aventurarnos a visualizar los caminos disponibles de Alberto Fernández para enfrentar la crisis. Por un lado puede recostarse en su reputación, en la búsqueda incesante de generar expectativas, de esperar que su estilo de gobierno genere un virtuosismo sistémico y que este despliegue, por su propia inercia, supere las limitaciones impuestas y así, “salir por arriba del laberinto”. Requiere, eso sí, de una trampa, porque el escenario, por como está planteado, no considera esa posibilidad. Necesita reprogramar, como hizo Kirk, ya sea culturalmente, políticamente o económicamente, el escenario.
El otro camino es el elegido por Spock, el personaje racional al extremo de la serie; el camino de sacrificar una pieza clave. En otras experiencias de crisis locales hemos visto este tipo de sacrificios, ya sea Jorge Remes Lenicov en su momento, el recorrer de tres ministros de Economía durante los primeros años del Gobierno de Carlos Menem, o Bernardo Grinspun en el caso de Raúl Alfonsín.
Veremos, con el correr de las semanas, si el nuevo Gobierno se aventura a tomar el camino de Kirk, aprovechando al máximo la “luna de miel” y el manejo de las expectativas, o si tendrá que recurrir al sacrificio para encauzarse. En cualquiera de los casos, las opciones parecen pocas para alcanzar la virtud de una salida económica larga y próspera para Argentina.