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El primer acto de campaña

03 mayo de 2019

Si alguien dudaba sobre la candidatura de Cristina Kirchner, el libro que acaba de publicar contribuye a disiparla. Lo deja claro de arranque, en la página 12, cuando afirma: “Sé que lidero las esperanzas de millones de hombres y mujeres que padecen la cotidiana frustración de vivir y ver a su país a la deriva”. Y esa definición se correlaciona con la de página 274 cuando sostiene que siempre tuvo “una alta responsabilidad política respecto a lo que debía hacer”. De ambas se concluye que Cristina tiene su candidatura definida.

El libro anticipa lo que pueden ser los rasgos de su campaña electoral y exacerba las visiones que hay sobre ella.

Sus seguidores encontrarán en el texto argumentos para defender sus principales políticas y sus críticos notarán las omisiones, la falta de autocrítica y la persistencia de un discurso confrontativo. Da su visión sobre muchos temas: la 125, la relación con Lázaro Báez, su fortuna personal, su vinculo con Francisco, los terrenos de El Calafate, la ceremonias de traspaso del mando, el memorándum con Irán, la muerte de Alberto Nisman, entre otros. Pero hay temas de los que no habla y funcionarios muy cuestionados de su gobierno a los que siquiera menciona para evitar así cualquier identificación.

Sus blancos preferidos son los medios y la Justicia. A los diarios Clarín y La Nación, a los que define como medios hegemónicos, les otorga un papel decisivo en los cuestionamientos a su gobierno al mismo tiempo que los considera fundamentales en el sostenimiento de Mauricio Macri.

Héctor Magnetto aparece una y otra vez en las páginas del libro y cita las diversas conversaciones que mantuvieron. Cristina dice que Magnetto es el empresario más político de todos los que conoció: “El no hablaba de negocios, hablaba de política”. Y afirma que “el genio constructor del poder de Macri, de las corporaciones, es Magnetto, no Durán Barba”. Siguiendo esa línea de razonamiento, en varias ocasiones subestima a buena parte de la sociedad sosteniendo que quienes votaron por Macri fueron víctimas de un “marketing electoral cazabobos”.

Del resto del mundo empresario habla poco. A Paolo Rocca lo respeta pero alterna reconocimientos y críticas mientras que elogia a Luis Pagani.

Con relación a la Justicia, se despacha sin miramientos. Al juez Julián Ercolini, lo llama el mutante; a Claudio Bonadio, el sicario y arremete contra el fiscal Carlos Stornelli al que le cuestiona, entre muchas otras cosas, que no se presenta a declarar, a diferencia de ella, que siempre lo hizo. Considera que hay una campaña mediática y judicial para destruirla con la participación de algunos periodistas como Jorge Lanata y Daniel Santoro al que define como extorsionador.

El título del capítulo 10 es “El odio y la mentira”. Es sugestivo, porque Cristina entiende que hay un odio hacia ella que motiva distintas acciones y sus críticos sostienen, por el contrario, que ese el sentimiento que emana de su libro contra todos los que la cuestionan. La grieta, más viva que nunca.

El libro resbala cuando la expresidenta muestra su molestia con el tratamiento de algunas cuestiones personales y desmerecen al texto. Se queja de que los Macri son presentados como la familia perfecta cuando, en realidad, Mauricio y Juliana van por ser tercer matrimonio mientras que ella y Néstor estuvieron casados 35 años. Más curioso es que sostenga que los medios hegemónicos presentaban a los Kirchner como dirigentes populistas antinorteamericanos cuando en realidad “nos encantaba pasar nuestras vacaciones en Estados Unidos”. Y peor aún, se queja de que se le hayan inventando noviazgos a una abuela viuda de 66 años y no a María Eugenia Vidal, una divorciada de 45. Párrafo impropio de una expresidenta.

También hace referencias a figuras del peronismo que están en carrera este año y que fueron funcionarios del kircherismo: Roberto Lavagna y Segio Massa. Con relación al exministro de Economía afirma haber tenido una diferencia en el tema tarifas y lo cuestiona porque “parecía un lobista de las empresas de servicios públicos”. A su ex jefe de Gabinete lo trata mejor porque destaca que acompañó a Amado Boudou cuando fue a Olivos a contar su propuesta de estatizar las Afjp, que define como la medida más importante que tomó durante su primer mandato. La del segundo, fue la nacionalización de YPF. De esas dos referencias se concluye que puede haber algún acercamiento con Massa, pero nunca con Lavagna.

No hay dudas de que el eje de su discurso de campaña será la crítica a la política económica de Macri a la que cuestiona reiteradamente a lo largo del libro.

¿Le sirve este libro a Cristina para su campaña? Como todo lo que tiene que ver con ella, las opiniones están divididas. Para algunos la muestra crispada y con sed de venganza, lejos de una imagen conciliadora que algunos de sus allegados pretenden instalar. Para otros, es un texto que demuele muchos de los cuestionamientos que se le hicieron. Los lectores, o mejor dicho los votantes, tendrán la última palabra.

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