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El menú de opciones (acotado) que tiene Massa

22 mayo de 2019

Por Néstor Leone

Con las elecciones legislativas de 2017, en la que tuvo una pobre performance que le impidió llegar al Senado, Sergio Massa comprobó la declinación de su espacio. El tercer lugar obtenido, lejos de sus adversarios, fue un duro revés para las pretensiones de construir una opción con capacidad real de disputar poder entre Cambiemos y el kirchnerismo.

Desde la irrupción de Roberto Lavagna en la escena nacional, esa situación resulta más compleja para el líder del Frente Renovador. El economista le disputa su mismo perfil de electores y compite por la misma base de apoyos sociales y políticos. Sin que Massa pueda mostrar diferencial a su favor. ¿Apostará por la continuidad en Alternativa Federal? ¿O se sumará a la convocatoria de Unidad Ciudadana para la que ya tiene una negociación abierta? Semanas decisivas para definirlo.

PASO en Alternativa Federal. Massa mantiene su precandidatura a presidente por el espacio y canales abiertos de diálogo con sus pares. Como se vio ayer. Y como se verá hoy. El cordobés Juan Schiaretti, que aparece como armador posible, busca contenerlo y propone unas primarias amplias con Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey. Lavagna es reticente a la idea, con la expectativa de convertirse en candidato de consenso. El salteño está dispuesto a competir, mientras que Massa pone sus reparos. La experiencia de 2015 en UNA, con José Manuel De la Sota como rival, lo potenció hacia las elecciones generales, donde hizo un buen papel. Pero sabe que el contexto es otro. La sangría de dirigentes y la insuficiencia de recursos para emprender una campaña nacional corta, pero intensa, suma argumentos para rever la idea.

Acuerdo amplio con Unión Ciudadana. Los rumores de negociaciones abiertas con el kirchnerismo tienen antecedentes que se remontan a varios meses. Sin que éstos fueron acompañados por definiciones taxativas. Cuando Cristina Kirchner sorprendió a propios y extraños adelantando la fórmula de la que formaría parte con Alberto Fernández de candidato a presidente, la reacción inicial del líder del Frente Renovador fue entusiasta, amigable. Destacó las virtudes de Fernández, quien fuera su jefe de campaña en las presidenciales de 2015, y destacó que el kirchnerismo se abriese a la posibilidad de un acuerdo más amplio. Luego retrocedió sobre sus pasos. Ratificó sus pretensiones, sostuvo que su candidatura estaba más vigente que antes y confirmó su pertenencia a Alternativa Federal. Como si necesitase marcar diferencias para negociar luego en mejores términos. Con unos o con otros. En las filas de su espacio también parece abierta una grieta. Un sector rechaza de manera terminante un acuerdo posible con el kirchnerismo. La presidenta de su bloque en Diputados, Graciela Camaño, está entre éstos. Otro es más propenso, preocupado por la polarización creciente. ¿En qué consistiría ese acuerdo? Lo más hablado: candidatura posible en la provincia de Buenos Aires a un cargo ejecutivo, en un esquema de acuerdo amplio. ¿Las dudas? Varias. Entre ellas, el carácter estructuralmente deficitario de la provincia, difícil de gobernar sin la ayuda constante del Estado Nacional.

Juego distante sin candidatura Es la opción que menos convence. En una disputa de poder tanto más pierde aquel que no “juega”. Y Massa lo sabe. Pero no por eso se niega a evaluar la posibilidad de preservarse para un nuevo turno o pelear una banca en Diputados en algún armado que se lo permita. El horizonte complejo para el país, donde el juego de negociaciones en el Congreso será clave, podría ser un incentivo para reconstruir su capital político con una mirada a mediano plazo.

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