El Gobierno tiene motivos para preocuparse y también para respirar aliviado luego de las elecciones del domingo. Perdió en el total a nivel de votos a nivel nacional y en las provincias más grandes y desarrolladas del país. Sólo ganó en la mayoría de las provincias del norte y en la tercera sección electoral de Buenos Aires. El alivio llegó porque se esperaba una derrota mayor que en las primarias en el mayor distrito del país. Y eso no ocurrió.
Pero más allá de esa lógica reacción de quien estaba al borde del abismo y finalmente no se cayó, lo cierto es, que en términos políticos, el Gobierno compró futuro.
Una derrota aún más abultada que en las primarias, hubiera generado una enorme crisis en el FdT y los próximos dos años hubiesen sido muy complicados para el país con un gobierno debilitado y sin perspectivas de continuidad. Lo que quedó en claro el domingo es que el FdT es minoritario en este momento, pero que puede ser una fuerza competitiva en 2023. Tiene mucho que cambiar en su gestión de gobierno para recuperar el apoyo de sectores que le dieron la espalda, pero su derrota dentro de dos años, si bien es un escenario posible, no es inexorable.
En ese contexto, el acto de ayer fue poco comprensible, pero tuvo como rasgo positivo que ser convocado por todos los sectores del FdT. Otro dato a tener en cuenta y que da cuenta de cómo se procesaron de manera diferente los resultados de las elecciones, es que pocos días después de las primarias, se conoció la carta de Cristina que impactó en un gobierno que estaba confundido por una derrota que no esperaba y ahora se organizó un acto de apoyo al Presidente.
El discurso del oficialismo que busca instalar la idea de que ganó la elección no tiene sustento, pero la oposición también debe entender que el alivio que siente el Gobierno tiene sus fundamentos.
