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Campero: “El Gobierno tiene que escuchar y debatir con la oposición”

Agustin-Campero
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Pablo Varela 12 junio de 2020

Entrevista a Agustín Campero Dirigente de la UCR Por Pablo Varela

El escenario pandémico ha reactivado el debate sobre lo que sobrevendrá en Argentina y en el mundo, tras la salida de la crisis sanitaria y económica. El Economista dialogó con el dirigente y vicepresidente de la Convención Nacional de la UCR, Agustín Campero, quien se desempeñó como Secretario de Articulación Científica y Tecnológica durante la gestión de Mauricio Macri.

¿Desde la UCR presentaron una propuesta para salir de la crisis? ¿Cuáles son los principales puntos?

Sí. Lanzamos una propuesta concreta. A principios de mayo presentamos una propuesta para iniciar una transición de salida ordenada de la  cuarentena. Ahora, a principios de junio, lanzamos una actualización: “Del paternalismo a la confianza en la responsabilidad individual y social”. Y son 20 puntos para salir de la cuarentena. Son puntos concretos sobre los cuales afirmarse para salir de esta cuarentena doble, que en todo el país tiene distintas intensidades y que en el AMBA y muchos otros puntos tiene una característica casi única en el mundo, de cerrazón total casi sin matices durante tanto tiempo, y con números que para nosotros no justifican esta intensidad. No puede ser todo dicotómico, de cierre total o apertura total. Nosotros planteamos cuestiones graduales, y que se pueden modificar dependiendo de cómo se mueva la pandemia. Estamos comprometiendo seriamente no sólo el futuro del país y de los argentinos, sino también el presente: una democracia que tiene un funcionamiento mínimo, con el Ejecutivo nacional con lluvia de DNU, sin diálogo con la oposición, con un Congreso de funcionamiento mínimo y una Justicia de funcionamiento casi nulo. El Gobierno aprovecha la pandemia para gobernar bajo un estado de

excepción inaudito. Mientras tanto los comercios, las empresas, los que prestan servicios, los trabajadores independientes, los changarines que viven al día se enfrentan a una mala situación producto de una cuarentena tan estricta y sin matices. En relación a la propuesta, los 20 puntos son

importantes, pero creo que el primero resume mucho: Una crisis compleja requiere un abordaje integral, sanitario, económico, social e institucional. El Gobierno tomó una decisión con argumentos sólo sanitarios. Los otros puntos fueron dejados de lado. Hay ciudades, pueblos y municipios que  existe algo así como un toque de queda. Es un disparate inconcebible.

¿Estas propuestas han podido ser transmitidas al Gobierno o a los socios de la coalición (PROCC ARI)?

Desde la UCR y también desde Juntos por el Cambio se pidieron reuniones con el Presidente. El Presidente nunca contestó. En eso también este Gobierno es bastante original: semejante situación y el Presidente no recibe a la oposición. El Gobierno tiene nuestra propuesta, lo sabemos. Por supuesto también las socializamos con nuestros socios en la coalición, con quienes dialogamos permanentemente, nos cruzamos ideas, participamos de reuniones en conjunto, escribimos cosas juntos. Este trabajo lo hacemos

desde la Comisión de Ciencia y Tecnología de la Fundación Alem, que de alguna manera es el think tank orgánico de la UCR. El grupo de ciencia y tecnología es bastante heterogéneo. Lo armamos en el 2010 de cara a las elecciones del año siguiente y desde ahí no paramos, y lo hicimos con gente de distintos orígenes y bien federal: no sólo radicales, y con disciplinas que

apunten más que nada al desarrollo, con científicos y especialistas en políticas de ciencia, tecnología y desarrollo. Físicos, biólogos, economistas, psicólogos, historiadores, filósofos, geólogos, economistas, químicos, sociólogos, politólogos, etc. Una vez que se organizó bien la Fundación Alem, todos los grupos técnicos fueron bajo su paraguas. La pandemia nos encontró bien activos y organizados, y eso nos permite hacer un seguimiento diario de evolución de la pandemia a nivel argentino y mundial. La heterogeneidad nos permite tener una mirada integral y variada.

¿Qué rol cree que debería otorgarle el Gobierno a la oposición?

El Gobierno tiene que escuchar y tiene que debatir. Esto tiene dos planos. La relación del Ejecutivo con los partidos de la oposición, y el funcionamiento del Congreso. Ambos planos están en una situación malísima. El Gobierno no escucha a nadie, se encierra en sí mismo. Elige no hablar con quienes no piensan como ellos. El Presidente tiene que hablar con la oposición, más en una situación de emergencia y excepción como la que estamos viviendo. Y el Congreso tiene un funcionamiento mínimo. Nuestros legisladores exigen  que el Congreso funcione con cierta normalidad. Y que se sesione presencialmente. El Gobierno alimenta la grieta. No hay peor demonización de quien piensa distinto que decirle que está a favor de la muerte. Nuestra propuesta es para el cuidado de la vida en todo sentido, y para que la gente pueda volver a cierta normalidad, con un comportamiento muy prudente y habiendo aprendido las lecciones de la pandemia. Y sostenemos, también, que tiene que manejarse con un “esquema valvular intermitente”: las decisiones pueden cambiar dependiendo de cómo evolucione la pandemia.

El Gobierno esgrime el número de casos como principal activo ante la pandemia. ¿Cómo evalúa el manejo de la crisis sanitaria ?

Efectivamente los números relacionados con la pandemia son muy buenos. Lo principal: la cantidad de muertos. También la cantidad de infectados. También el porcentaje de camas ocupadas, que está lejísimo de una situación alarmante. Esos mismos números son los que te indican que hace un mes ya deberíamos estar en una situación más próxima a la normalidad. Y no hablamos sólo de la cuestión económica, también otras patologías con manifestaciones inmediatas (problemas cardíacos, operaciones) y otras que se van a manifestar más tarde (diabetes, sedentarismo, alcoholismo, y todas las derivaciones posteriores). Y los problemas psicológicos. Los números que muestran las encuestas de situación de la salud mental son preocupantes: Aumentaron el miedo y la angustia, prejuicios y  discriminación, la ingesta excesiva de alcohol, los trastornos del sueño y el aumento de la violencia doméstica. Y todos estos problemas a los que más golpean es a la gente de menos ingresos. Por otra parte, respecto a la pandemia hay algunos números no son buenos: al principio se ninguneó el problema, diciendo que no nos iba a tocar. El Presidente no dijo nada ni del coronavirus ni del dengue en el discurso de inicio de sesiones ordinarias. Se tuvo una actitud demasiado laxa con quienes ingresaban al país provenientes de lugares de riesgo, les hacían firmar una declaración jurada y listo. Tardaron mucho en poner puntos de control en Ezeiza. Ni hablar de la compra de test y de respiradores. Arrancamos muy tarde. Argentina tiene malos números respecto a testeos, y malos números respecto a trazabilidad, al rastreo de las personas. Testear, rastrear, aislar. Se arrancó tarde. Recién ahora se está enderezando.

¿Qué escenario prevén para la pospandemia y cuáles son los desafíos y paradigmas que podrían modificarse?

Las previsiones respecto a la economía son pesimistas. Con una caída dura del PIB, cierre de empresas y comercios, problemas de desocupación. Con una situación institucional muy lejos de ser normal, por lo que hace el Gobierno en el día a día de la cuarentena. El federalismo está en una situación muy comprometida, el Gobierno va a querer poner de rodillas a las provincias. Tienen que existir acuerdos, ecuanimidad y transparencia para que las provincias puedan atravesar la crisis con equilibrio. Nosotros abogamos por un Consejo Económico y Social, ponernos de acuerdo, dialogar. Ese es el camino. El gobierno tiene que escuchar. Más globalmente, lo que hizo la pandemia es profundizar los cambios y las tendencias que se venían manifestando a nivel mundial: retroceso de la híper globalización, endurecimiento de los nacionalismos, tasas de crecimiento más bajas, mayor intensidad de la tecnologización y la industria 4.0. Me temo que en esto último el momento histórico nos agarra mal parados, porque no se genera ni se favorece un ambiente para que haya inversiones para mejorar la tecnologización. La ley de Economía del Conocimiento está paralizada, no se aplica. Ayer tuvo media sanción en el Senado por parte del oficialismo la suspensión por 180 días de la constitución e inscripción de Sociedades por Acciones Simplificadas (SAS), el tipo de empresas que son fáciles de crear y que fortalecen y mejoran el ecosistema emprendedor y la creación de empleo. Cuando más necesitamos que se creen empresas, y vengan inversiones tecnológicas, más las estamos haciendo retroceder. Debe ser un caso único en el mundo.

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