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La industria no logra esquivar la recesión

Las consultoras prevén otro año de contracción para la producción

24 marzo de 2015

(Columna de Florencia Barreiro)

El primer bimestre no trae todavía buenas noticias para la industria. Incluso, las principales proyecciones de las consultoras privadas que siguen la actividad esperan otro año recesivo para el sector. Sin embargo, la caída no sería tan notable como en 2014. La persistencia o no de ciertas restricciones ?tanto de la demanda como de la oferta? condicionan el número final de 2015.

“Esta es la tercera recesión industrial más larga desde los años '80, con 21 meses negativos consecutivos”, explica Juan Luis Bour, de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (Fiel). Los datos de la entidad muestran a enero y febrero con retracciones cercanas a 5%. Y las predicciones para todo el año apuestan a un retroceso de 2%, un poco menor al 5% de todo el 2014.

El Indice de Producción Industrial (IPI), que elabora Orlando Ferreres (OJF), revela también un escenario bastante pesimista. En el primer mes del año, la actividad cayó 1,5% y en febrero cerca de 2,5%. Y 2015 terminaría con una disminución cercana al 1,5% según la consultora, frente al 3,6% de 2014.

Para el Centro de Estudios Económicos (CEU), de la Unión Industrial Argentina (UIA), habría cierta recomposición aunque no alcanzaría para volver al crecimiento: el pronóstico más optimista apunta una actividad planchada con una leve caída de 0,5% en 2015.

Esto con un primer bimestre bastante malo, con bajas de hasta 4%. El año pasado, con un numero cercano al del Indec (-2,5%), la UIA estimó una reducción de la producción de 2,7%.

Pero a pesar de que hay coincidencia en que el año será otra vez contractivo, también se destaca que la situación puede dar un vuelco durante el año y que habrá matices según los sectores. Después del arrastre estadístico negativo del primer trimestre, podría aparecer un punto de giro a partir de abril. Claro que nadie se anima a predecir un rebote definitivo.

El contexto macro, la evolución del consumo interno, la situación de Brasil y las restricciones a las importaciones imponen condicionamientos claves para entender qué puede pasar con la industria en el último año de gestión del Gobierno. “La industria va a caer menos este año porque el consumo podría mejorar un poco”, asegura Bour. En este sentido, se espera una cierta recuperación del poder adquisitivo, en un contexto de menor inflación, que podría sostener la demanda interna.

En un año electoral, hay también expectativa por la implementación oficial de incentivos al consumo y por el incremento de la obra pública y, por ende, de la producción de las empresas proveedoras de insumos para la construcción. Además, algunos proyectos inmobiliarios privados podrían reanudarse, con la mira puesta en 2016.

Sin embargo, la reactivación de los sectores que dependen del consumo masivo no está asegurada. “El salario real podría mejorar medio punto porque se desaceleró la inflación”, aclara Fausto Spotorno de OJF. “Pero no necesariamente habrá más consumo porque el empleo está cayendo y, por lo tanto, la masa salarial no crece”.

Diego Coatz, economista de la UIA coincide en que si la actividad sigue planchada el mercado de trabajo puede deteriorarse. “Todavía no es alarmante pero es una tensión que persiste”, asegura.

Si bien un repunte en el consumo puede sostener al sector de alimentos, para que los productores de bienes durables (autos y electrodomésticos entre otros) muestren una marcada mejoría debería haber ?según los economistas? una mejora del crédito.

“El crédito del sector privado está siendo absorbido por la política monetaria”, afirma Spotorno. “El stock de letras y notas que hoy tienen los ban cos es el 50% del crédito del sector privado y hace un año era el 20%. Gran parte de la liquidez que tienen los bancos fue a parar a prestar al Banco Central y no al sector privado.”

Brasildependencia

La posibilidad de un rebote de la demanda interna se contrapone con la convicción de que la situación es apremiante en el frente externo. Por este motivo, para los sectores exportadores no hay por ahora un cambio de tendencia. Con la excepción de la molienda de harinas y aceites ?que, a pesar de la caída de los precios se sostendría con otra buena campaña y con cierta estabilidad de la demanda asiática? las demás industrias exportadoras están en problemas.

Una de las principales preocupaciones es la desaceleración y caída de la actividad de Brasil, el principal socio comercial. Esto pone paño fríos a una recuperación genuina del sector automotor y metalmecánico pero también al de otras empresas que apostaron al Mercosur. Cerca de 50% de las manufacturas industriales y 30% de las agrícolas que se exportan se colocan en el país vecino.

Otros grandes problemas son el atraso cambiario y la pérdida de competitividad, que dificultan aún más las intenciones exportadoras. Spotorno apunta que en los últimos ocho meses el real se devaluó casi 36%, mientras que el peso sólo 7,5%.

“Y a eso se suma el diferencial de inflación que es de casi 24 puntos”, aclara. Con algunas diferencias y frente a la fortaleza global del dólar, esto se repite respecto a otros destinos.

En este contexto, las economías regionales son las más afectadas, coinciden los especialistas. La viabilidad de sus exportaciones está en jaque.

Industrias más primarizadas como las de azúcar o cítricos están comprometidas, pero sobre todo preocupa la situación de otros sectores que ?como el vitivinícola? hicieron cuantiosas inversiones para sofisticar su producción. “Las industrias que más sufren son aquellas que tienen un alto componente exportador con valor agregado “, destaca Coatz de la UIA. “ Y allí observamos una fuerte reducción de rentabilidad y pérdida de mercado”.

Capacidad de respuesta

Ahora bien, ¿si existiera algún repunte de la demanda, la industria está preparada para responder y retomar la senda del crecimiento? La respuesta es clave para poder pensar en una recuperación de la actividad. Por ahora, los economistas señalan algunos condicionamientos de la oferta que no tienen que ver específicamente con la capacidad de producción de las fábricas.

La deficiencia energética es, por ejemplo, una amenaza que persiste y que todavía no ha sido resuelta, apuntan los especialistas. Pero una las cuestiones que abre mayores interrogantes es la política oficial del cepo cambiario y de restricción a las importaciones. Está claro que ante la dificultad de conseguir divisas el Gobierno optó por un ajuste del nivel de actividad. Pero esto se traduce en una escasez de insumos y bienes que, para el esquema actual industrial, son fundamentales para crecer.

“Hacía fin de año van a faltar dólares”, proyecta Spotorno. “La estrategia del Gobierno de no llegar a acuerdo con los fondos buitre y cerrar puertas al financiamiento externo hace que sigamos caminando por la cornisa de una crisis cambiaria o de una recesión mayor”.

Pymes en baja

La caída de la actividad sigue impactando de lleno en el desempeño de las pequeñas y medianas empresas (PyMEs) industriales. A pesar de ser más flexibles al cambio, varios aspectos de su estructura las hacen más vulnerables a los vaivenes económicos y a la extensión en el tiempo de una caída en de la rentabilidad.

Los últimos datos muestran que 2014 no fue un buen año: según un informe de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME), la producción de este segmento de empresas se derrumbó 5,5% en 2014.

El último informe de la Fundación Observatorio Pyme (FOP) revela, por su parte, que las ventas extienden su tendencia negativa desde el primer trimestre de 2012. A partir de 2013, las ventas reales se contraen a un ritmo del 15% trimestral, en la comparativa interanual.

Para la UIA, “el contexto de contracción del nivel de actividad sin duda influyó negativamente sobre las finanzas y planes de expansión de las Pymes”. En un reciente análisis, asegura que en los últimos años se estancó la creación de empleo y que los puestos de trabajo formales se mantienen actualmente en torno a los 600.000. Asimismo, confirma que se registra un fuerte descenso del financiamiento, producto de la baja en el nivel de actividad y del encarecimiento del crédito.

Asimismo, la deficiencia en la infraestructura básica y en la provisión de servicios públicos aparece como los principales desafíos a superar en el mediano plazo. Según la FOP, ocho de cada diez empresas enfrentaron en 2013 cortes sorpresivos de energía de más de 30 minutos de duración. En el NEA estos sucesos se reiteraron, en promedio, 32,5 veces anuales por empresa, “causando graves pérdidas a la actividad industrial regional”.

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