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La economía caerá 1,6% en 2020, según Ecolatina

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03 febrero de 2020

La semana pasada, el Fondo Monetario Internacional (FMI) indicó que espera señales económicas del Gobierno para dar su pronóstico sobre como cerrará la economía argentina en 2020. En tanto, el Banco Mundial pronosticó que el PIB argentino tendrá una contracción de 1,3% para este año. Por su parte, desde la consultora Ecolatina prevén que durante la segunda mitad del año habrá una mejora, aunque no logrará compensar con la caída del primer semestre, por lo que estiman que en 2020 la economía caerá 1,6%.

“Las medidas empleadas para reactivar la actividad dependerán primordialmente de como se resuelva la reestructuración de la deuda. Si la renegociación es exitosa, las decisiones en torno a la política monetaria y fiscal generarían un mayor dinamismo de la demanda interna y una mejora en los niveles de consumo hacia el segundo semestre”, afirmó la consultora, que afirma que, de lo contrario, la relajación de la política monetaria generará mayor brecha cambiaria y aumento de los precios, y la política de ingresos no será suficiente para aumentar el consumo.

Según el análisis, en comparación con las últimas crisis que sufrió el país, la actual puede ser considerada una de las más profundas y la más extensa. “Luego de la crisis de 2001, la única recesión que superó a la actual, en términos de destrucción de producción, fue la de 2008/09. En aquel entonces, la actividad económica se desplomó más de 10% en tan sólo tres trimestres, aunque recuperó los niveles previos a la crisis rápidamente”, añadió.

“En este sentido, teniendo en cuenta la frágil situación por la que atraviesa la economía argentina, podemos prever que la actividad no logrará repuntar en el primer semestre del 2020. De todas formas, algunas decisiones en torno a la política fiscal y monetaria podrían generar una leve reactivación hacia la segunda mitad del año”, estimó la consultora.

De acuerdo con el informe, son varios los factores para tener en cuenta a la hora de evaluar si se podrá materializar una reactivación de la actividad hacia la segunda parte de 2020 y uno de los más importantes se concentra en el resultado de la renegociación de la deuda. “Para lograr este objetivo (una renegociación exitosa), el Gobierno está siendo prudente en términos fiscales con el fin de dar señales a los acreedores”, señaló.

“Además de aumentar los ingresos a través de una suba de la presión impositiva, se encuentra tratando de resguardar el gasto público (principalmente el de la seguridad social) para alcanzar un resultado primario sostenible y hacer frente a las obligaciones. En este sentido, no se espera que el consumo y la inversión pública sean en 2020 motores de la economía”, destacó.

El trabajo señala que, por otra parte, se intenta recomponer el poder adquisitivo de las familias de menores ingresos para despertar el consumo interno, mediante el otorgamiento de bonos para los beneficiarios de la AUH y jubilados, más el bono de adelanto a modo de paritarias a los asalariados privados. “De esta forma, teniendo en cuenta que estos hogares son los que poseen mayor propensión a consumir, la transferencia de ingresos hacia la base de la pirámide podría otorgar un freno a la disminución del consumo”, advirtió.

Por otra parte, Ecolatina afirmó que el aumento de la presión impositiva y la incertidumbre sobre la economía argentina mantendrán a la inversión productiva en terreno negativo. “Sin embargo, las restricciones de acceso al mercado cambiario podrían generar incentivos a dinamizar la construcción (como consecuencia de la falta de alternativas para volcar los ahorros) y el otorgamiento de créditos subsidiados a la producción podría activar la compra de bienes de capital. De esta forma, la inversión podría cerrar el año con una desaceleración en su caída respecto de lo ocurrido en 2019”, estimó.

Respecto al frente externo, indicó que, por un lado, las mejores perspectivas para la economía brasileña auguran una mayor demanda desde el país vecino, aunque, por otro lado, dos factores atentarán contra la expansión de las exportaciones: por un lado, menor cosecha respecto a 2019 (aunque será muy alta) y, por otro, el aumento en derechos de exportación más la pérdida de competitividad por el dólar anclado. De esta manera, se espera un buen resultado para las ventas externas, aunque desacelerando su crecimiento respecto a 2019.

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