Fifty-fifty. En valores de US$ 50 de Valor Presente Neto y con esa pátina peronista de equidad, Martín Guzmán trabaja para llegar a un “deal” con los tenedores de bonos bajo Ley Extranjera. A trazo grueso, el Gobierno ofrece US$ 48 y los acreedores piden US$ 61. “La diferencia real pública de la segunda etapa fue US$ 13”, dice Fernando Marull (FMYA) en su reporte semanal. “Es esperable que el Gobierno mejore por tercer vez (¿a US$ 50 con el OK del FMI?) para achicar la diferencia, mientras los trascendidos (los medios y rumores) siguen afirmando que los bonistas bajarían de US$ 61 a US$ 54”, agrega Marull.
Precisamente, esta semana el Gobierno presentará su propuesta “enmendada” (prefieren el término a “mejorada”). “Eso requiere un DNU a publicar en el Boletín Oficial y más o menos en simultáneo la presentación ante la SEC, lo que disparará una prórroga de otros diez días a partir de entonces. En parte del proceso se renovarán las NDA (Nota del Redactor: cláusulas de confidencialidad) con los grupos de bonistas. Se supone que en ese lapso, siempre dentro del mínimo posible, se intentará llegar al acuerdo de partes. Las negociaciones, mientras tanto, continúan”, detallan a El Economista desde el entorno de Martín Guzmán.
“Será difícil para el Gobierno seguir dilatando otras semanas el canje de deuda y en algún momento deberá cerrarlo y aceptar un 'canje parcial'. Si las partes siguen lejos será difícil llegar a las mayorías totales (85% en bonos del canje y 66% en los Globales) para que el canje sea un éxito. Ahí el Gobierno deberá decidir si sigue intentando o lo da por cerrado. Con la primera oferta (US$ 40 al 10%), logró sólo 13% de adhesión. Al mejorar la oferta a US$ 48 (al 10%), la adhesión debiera haber mejorado. Con una diferencia de US$ 13 o menor, igual no hay garantía de que se logre las mayorías para un canje exitoso. la semana pasada los bonos subieron fuerte por el impulso global y las paridades llegan a US$ 40. Este precio reflejaría que los 'nuevos bonos' deberán descontarse a una tasa cercana a 12%”, agrega Marull.
En Grupo SBS también creen que el acuerdo está cerca. “El Gobierno cambió de estrategia y decidió entablar negociaciones con los principales comités antes de realizar una adenda a su oferta, abriendo un proceso de intercambio de propuestas. Las propuestas todavía están lejos de lo necesario para un acuerdo, pero el tono de las conversaciones cambió y la distancia no es irreconciliable. Un acuerdo parece lo más probable, pero elfinal está abierto”, dijeron desde el Area de Research.
Otros, en cambio, son algo más escépticos. “Argentina ya está endefault. Ahora hay que evitar que se vaya rápidamente a la etapa de litigio en los tribunales de New York. El Gobierno ha intentado mostrar buena fe prorrogando ya tres veces el plazo de aceptación de una propuesta de canje. Sin embargo, algunos grupos de acreedores parecen descreer de esa buena predisposición, mientras todavía las pretensiones de unos y otros difieren de manera no trivial”, dijo Luis Secco en un reportaje publicado por PPI.
En diálogo con Télam, el economista Eduardo Levy Yeyati dijo: “Creo que desde un principio el Presidente entendió el costo socioeconómico y político de un default en este contexto, y la oportunidad de la crisis de sellar un acuerdo conveniente. Están dadas las condiciones para un acuerdo que genere las mayorías necesarias para ejecutar las cláusulas de acción colectivas de los bonos emitidos desde 2016, cerrándole el camino a los holdouts. Me queda la duda de si se alcanzará un acuerdo similar con los bonos de los canjes de 2005 y 2010, que tenían cláusulas más favorables a los holdouts. Un punto a destacar es que, a pesar de que la quita de capital de la próxima oferta oficial será muy pequeña, esto no implica que no haya quita: el recorte de cupones también es una quita nominal, y estimo que será alto. Los valores a los finalmente están convergiendo las partes son razonables, sobre todo en el contexto de la pandemia”.
Por último, están quienes creen que habrá arreglo, pero que se perdió mucho tiempo. “(El proceso) es innecesariamente lento, y con un default que pudo evitarse. Mi escenario base es que el Presidente se inclina por llegar rápidamente a un acuerdo. Pero se perdieron meses valiosos, y Argentina fue débil a la negociación. Sin programa y refinanciación de la deuda con el FMI, sin revisión del artículo IV, sin mostrar un programa económico de estabilización y crecimiento, aun prepandemia. Y con una propuesta inicial muy baja y desprolija, que tuvo un rechazo mayoritario previsible”, dijo Julio Piekarz ante Infobae.
Con las definiciones por la deuda y, quizás, por la cuarentena, junio se asoma como un posible punto de inflexión hacia la “nueva normalidad” económica. Esperemos que el segundo semestre esté a la altura esta vez y nos encuentre sanos y sin default.