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Actividad económica en 2021: ¿continuará el rebote?

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27 enero de 2021

Por Francisco Eggers (*)

Teniendo en cuenta la incertidumbre que hay sobre el futuro, es notable la coincidencia que hay entre el Gobierno y el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que realiza el Banco Central (encuesta a especialistas en proyecciones económicas), sobre el crecimiento del PBI en 2021: 5,5%. La proyección que surge del relevamiento del Latin Focus Consensus Forecast es muy parecida: 5%.

¿Qué nos dice este pronóstico? Que, luego de siete meses seguidos de recuperación de la economía (de mayo a noviembre), ninguno de ellos con crecimiento inferior a 1,4% mensual (equivale a 18% anual) en la serie desestacionalizada, de repente la economía se estancará durante al menos un año. O, si crece algunos meses, en otros volverá a retroceder. No parece muy optimista. Podrían influir las expectativas de recrudecimiento de la pandemia pero, a fines de noviembre, cuando el Covid en Argentina parecía en pleno retroceso, la proyección de crecimiento 2021 del REM era peor: 4,8%.

Está claro que pronosticar y acertar es difícil. En el caso de las proyecciones contenidas en los presupuestos, el error promedio en las dos primeras décadas de este siglo fue 5 puntos porcentuales. Entre 2003 y 2011 (salvo en 2009) se subestimó el crecimiento. A partir de 2012, se lo sobreestimó.

Se puede opinar si el Gobierno, al presentar el Presupuesto en septiembre, fue pesimista o no sobre el 2021, pero definitivamente lo fue para 2020: estimaba una recesión del 12,1%, y un déficit fiscal nacional de $2,8 billones. Dado que al momento de presentar el Presupuesto ya habría estimaciones de los ocho primeros meses, esta proyección implicaba que en el último cuatrimestre del año el PIB tendría una caída anual del 11% y que habría un déficit fiscal de $1,26 billones (asumiendo que el déficit devengado sea similar al “base caja”). Pero, concluido el año, se informó que el déficit fiscal del último cuatrimestre fue $0,77 billones: casi 40% inferior a lo proyectado. El cálculo del PIB no está concluido aún, pero con los datos existentes es razonable proyectar que en el último cuatrimestre de 2020 habría sido alrededor de 5% inferior al de igual período de 2019, bastante mejor que lo proyectado.

Pero ahora el foco está en el 2021. ¿Continuará el proceso de reactivación económica, habrá estancamiento o una nueva recesión? Dado el arrastre estadístico que habría a fines de 2020, el 5,5% de aumento del PIB se correspondería con estancamiento. En general, los pronósticos conocidos suelen advertir por los riesgos de que el resultado sea peor (lo que implicaría una nueva recesión); pocos piensan en la continuidad de la reactivación y menos que se sostenga en el tiempo. Sin embargo, no parece haber motivos para no considerar la posibilidad. Si la reactivación continuara, aun ralentizándose, el aumento del PIB (promedio anual) podría superar 8%.

¿Qué podría llevarnos hacia uno u otro escenario? Por un lado, está la cuestión de si el Gobierno podrá mantener bajo control al dólar oficial: una devaluación brusca tendría un impacto negativo. Pero, además, dos variables podrían ser decisivas. Una es la evolución de la pandemia. Luego del primer “pico” a fines de octubre y posterior descenso hasta diciembre, parece que se llegó a un segundo “pico” en la primera quincena de enero, y ahora hay un descenso. Es muy posible que haya otra “ola” en los próximos meses, antes de que se haya vacunado suficiente cantidad de gente como para impedirla. Pero, a menos que sea muy fuerte, es de esperar que no haya una “cuarentena dura” como en el otoño pasado, con lo cual el golpe al nivel de actividad económica ya no sería tan grande.

La otra variable es el rumbo de la política económica nacional y, particularmente, la fiscal. Las proyecciones del Presupuesto sembraron dudas, al asumir que un déficit fiscal equivalente al 6% del PIB podría ser financiado en el mercado interno sin provocar inestabilidad económica. Probablemente hubiera sido más prudente comprometerse a un esfuerzo de reducción del déficit mayor. No parece imposible: cuando se entendió necesario dar señales de prudencia fiscal, el déficit de los últimos meses de 2020 resultó bastante menor a lo proyectado.

Pero sabemos que 2021 es un año electoral, y que es habitual que los gobiernos piensen que les suman más votos las políticas expansivas que la sostenibilidad económica: eso hicieron en 2011, 2013, 2015 y 2017, años de crecimiento económico seguidos por recesiones. En 2019 no fue posible.

Intentar darle más aire a la recuperación económica a partir de un mayor déficit fiscal en 2021 es un riesgo que tal vez sea mejor no correr, si tenemos en cuenta que en los últimos meses de 2020 el nivel de producción se siguió recuperando a pesar de las políticas de prudencia fiscal y monetaria. Pero seguramente hay quienes piensan distinto. ¿Qué opinión prevalecerá? En 2003, luego del fuerte ajuste del 2002, el Gobierno logró recuperar en forma creíble la solvencia fiscal y externa, y eso fue fundamental para que el “rebote” de la economía se prolongara en crecimiento económico en los años siguientes. Si 2021-22 fuera nuestro 2003, podría ocurrir algo similar, aunque el proceso no tenga la misma fuerza que entonces, al menos por el diferente contexto externo y las mayores dificultades que tendría ahora recuperar el equilibrio fiscal y externo, sería todo un cambio respecto al retroceso que venimos sufriendo desde principios de la década pasada. Pero hace falta que el Gobierno actual tenga la misma convicción que tuvieron los que gobernaron en 2003.

(*) Economista (UNLP y UCALP)

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