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Covid y medios en Argentina

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30 julio de 2020

Por Mauro Becerra Especialista en Comunicación Política

El mundo cambió drásticamente. No es una novedad decir que hasta hace apenas ocho meses, vivíamos en un planeta distinto. La llegada del Covid-19 aceleró cambios en roles, en definiciones económicas y sociales: desde cuánto más significativa nos resulta hoy la presencia virtual en una actividad hasta cómo deberá adaptarse el sector económico de los servicios, en jaque y con la necesidad de cambiar sus prácticas. Todo está en revisión.

Esto afecta también a los medios de comunicación. Los cambios en las prácticas de consumos de noticias y el mandato ya cultural que todavía reza que las noticias “deben ser gratuitas”, son la base de los problemas de sustentabilidad de los medios desde hace más de una década. Paradójicamente, las sociedades empezaron a notar en los últimos años que el rol de validar la información que circula y nutre sus discursos públicos era por demás necesario. Porque comenzó a llegar, en mayor medida a través de aplicaciones de mensajería o redes sociales, información que no solo era falsa; sino también malintencionada. En ese contexto, la llegada de la pandemia (y la consecuente necesidad de seguir el avance de la misma) le estaría dando una nueva oportunidad al periodismo.

¿Qué pasa en nuestro país referente a medios y coronavirus? La consultora en investigación en opinión pública Zuban, Córdoba y Asociados publicó días atrás un estudio que detalla la percepción de nuestra sociedad sobre el rol de los medios en este inusual proceso que nos toca vivir.

Entre las luces, podemos destacar que existe un alto consumo de información de los medios, ya que el 83,5% de los participantes del estudio indicó estar muy o algo informado. Hay otra tendencia: para la gran mayoría de los argentinos el informarse es digital, a través de la web o por las redes sociales. Otro dato de interés es que, en el marco de la coyuntura actual de pandemia, los encuestados evaluaron que los medios de comunicación, nacionales y locales, tuvieron un desempeño profesional.

También los medios están gozando de un importante apoyo a la hora de hablar de credibilidad: siete de cada diez personas consideran que son creíbles a la hora de difundir información sobre coronavirus. En este campo (su credibilidad) sólo son superados por los especialistas y organizaciones en salud pública (que hablan a la sociedad a través de los mismos medios).

Un detalle de color es que los medios locales o regionales aparecen como más creíbles que los nacionales. Se los ve como menos influenciables por parte del poder económico y político. A grandes rasgos, en los resultados se ve un acuerdo: para la mayoría de los encuestados los medios de comunicación son un servicio público ciudadano.

Pero las sombras también están presentes. Para empezar, se los acusa de tener un sesgo de parcialidad: para el 68,3% de los encuestados, sólo transmiten la información que a ellos les interesa. En términos similares, la gente encuestada manifestó acuerdo total o parcial con la idea de que los periodistas deben obedecer la línea editorial del medio para el cual trabajan. Además, más de la mitad consideró que aumentan la desinformación sobre lo que nos pasa.

Para la realidad económica del negocio periodístico, no hay buenas noticias: Solo el 30% se manifestó algo o del todo de acuerdo en pagar por contenidos periodísticos. Esto significa que el rol de la pauta publicitaria, sobre todo la gubernamental, seguirá siendo crucial para sostener la economía de los medios, lo que debilita su papel como actor político. Pero la verdadera alarma suena a la hora del rol institucional y de construcción democrática que los medios de comunicación deberían tener, como voces potentes en toda sociedad: el 68,5% de los encuestados manifestó estar algo o del todo de acuerdo con que los medios de comunicación fomentan la grieta.

Después de varios años donde la información de calidad “tenía que ser gratuita” y estar disponible como el aire o la luz solar, el mundo se llevó una sorpresa: a través de noticias falsas podía ser manipulado. Sectores interesados podían exacerbar posturas radicales, o influir en decisiones políticas, con resultados negativos. En ese escenario, la comunidad periodística, con método y experiencia para validación de información circulante y creación de información confiable, tiene mucho valor. Pero no hay que caer en la tentación de los modelos previos, ya que el periodismo continuará vigente, pero será cada vez más escrutado por los ciudadanos que lo consumen.

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