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¿Qué hace el campo en el Congreso?

29 marzo de 2019

Por Florencia Ricchiuti Directora Ejecutiva de la Fundación Barbechando

El voto “no positivo” de Julio Cobos en 2008, además de impedir un aumento en las retenciones a la soja, brindó al campo una verdadera lección republicana: entender la importancia del Congreso. Esa institución, vista por muchos productores como de dudosa utilidad, ámbito de debates interminables y de aprobación de leyes fútiles, fue apreciada en toda su dimensión como lo que es: el espacio donde, los representantes de los distintos sectores de la sociedad, negocian cuestiones de todo tipo, especialmente de intereses.

Ahora estamos en otro año electoral y el campo vuelve a considerar la necesidad de contar con legisladores, surgidos o no de su seno, capaces hacer de hacer valer sus razones y dispuestos a defender sus intereses. Para ello, es imprescindible conocer a los legisladores y su mundo, saber cuáles son sus competencias y qué rol juegan en términos políticos.

Los diputados y senadores son políticos en una etapa legislativa, por eso es necesario aprovechar su paso por el Congreso. Cuatro o seis años de mandato son suficientes para identificarlos y conocerlos: cada diputado es 1 en 257 y cada senador, 1 en 72.

También hay que empatizar con los legisladores: muchas veces acceden a sus bancas por su capacidad de sumar votos, no por su conocimiento para generar leyes. Incluso pueden ser expertos en un tema, pero como el Congreso tiene una agenda más que amplia, terminan “buceando” contenidos que les resultaban totalmente ajenos, hasta ese momento.

La presencia en el Congreso es sumamente importante, para estar alerta sobre los temas que se vienen y tener fluído contacto con los asesores, que forman parte de “la cocina de los temas”. Pero también se trata de una oportunidad de relacionarse con los legisladores, de acercarles inquietudes y de ser referentes en cuestiones de agroindustria.

Además, los legisladores necesitan retomar el contacto con la sociedad civil. Necesitan volver de a ratos a la “época de campaña”, de conocer problemas y recibir propuestas, y salirse de la constante “rosca política” con sus pares, que los les insume gran parte de su tiempo y energía. Los legisladores están en sus cargos para tratar temas que la sociedad genera, sobre la que necesita que se legisle.

Pero también deben superar agotadoras etapas de búsqueda de consensos: las leyes, por más que sean reclamadas por la sociedad, requieren superar “el tamiz del Congreso”, que implica acuerdos, concesiones ?apoyo a leyes de otros sectores políticos? y aceptación de la derrota.

Es imprescindible que el campo sea activo, que aumente su presencia en el Congreso y su capacidad de influencia. Nada es peor que una ley que afecte al agro surgida sin tener en cuenta la opinión e injerencia del sector. La conciencia de que estar ausente implica el riesgo de la sanción de una legislación adversa y el desperdicio de la posibilidad de impulsar, en cambio, una favorable, debe ser el aliciente constante a participar.

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