Entrevista

Oelsner: "En política exterior, Argentina está tomando posiciones gratuitamente"

Ante la creciente crisis a la que se enfrenta el Sistema Liberal Internacional, El Economista dialogó en exclusiva con Andrea Oelsner, doctora en Relaciones Internacionales
09-05-2024
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Aunque Estados Unidos sigue siendo el país más poderoso del mundo, y pese a que el sistema liberal creado por Washington continúe todavía vigente, la realidad es que el poderío norteamericano, poco a poco, va en retroceso. 

Sin dudas, las explicaciones son variadas, si bien una se destaca por sobre el resto: el sistema liberal fracasó a la hora de traer mayor prosperidad a todo el mundo (sí lo hizo en ciertas regiones), lo que ha permitido que países con otras estrategias comiencen a ganar peso.

Así, China, por ejemplo, que está lejos de ser una democracia liberal, ha demostrado que existen otras formas eficientes de gobernar que, a pesar de no ofrecer el mejor sistema de representación, igualmente le pueden traer bienestar a su población.

Incluso dentro de los países promotores del liberalismo se comienza a observar que sus propios lideres, o al menos una parte de ellos, también comienza a alejarse de este tipo de políticas.

Algunos ejemplos de esto son Donald Trump, quien impulsa la idea de "America First", o el Reino Unido y su salida de la Unión Europea (Brexit).

En este sentido, un dato que no deja de llamar la atención es que, más allá de las claras pruebas del retroceso del sistema liberal, el presidente Javier Milei sigue apostando por este modelo, incluso alejándose de China, uno de los principales socios comerciales de Argentina, lo que no parece la estrategia más acertada en un momento de crisis económica. 

Intentando entender por qué se está dando esta transición y cuál debería ser la estrategia que Argentina tendría que aplicar en este complejo contexto, El Economista dialogó en exclusiva con Andrea Oelsner, doctora en Relaciones Internacionales, quien se desempeñó durante varios años como profesora investigadora en el departamento de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad de Aberdeen, en Escocia (Reino Unido).

Andrea Oelsner
  • Desde hace años, Estados Unidos cada vez se enfrenta más a una creciente cantidad de desafíos, lo nos hace creer que el sistema liberal impulsado por Washington se encuentra en crisis. ¿Qué explicaría esta debacle?

Hay claramente un movimiento del poder y de la centralidad del mundo que se está rebalanceando.  Estaba muy centrado en Occidente, principalmente en Estados Unidos y Europa Occidental, y en algunos países de Asia o Australia.

Pero, en los últimos años, vemos cada vez más aceleradamente este movimiento hacia Oriente.

Durante mucho tiempo, esa centralidad occidental se traducía en una especie de superioridad moral porque ofrecía más bienestar económico a los ciudadanos y les traía voz, voto e igualdad.

Ahora todo esto empieza a ser puesto en cuestión por regímenes que funcionan tanto o más eficientemente que las democracias, como podían ser los casos de China o India, ya que, aunque no necesariamente cumplen con la representación del pueblo, sí lo hacen con el bienestar de gran parte de sus poblaciones al haber sacado a muchísimas personas de la pobreza.

Todo ese movimiento hacia Oriente se ve muy claramente con la cuestión de la guerra en Ucrania: mientras que en los países occidentales se hablaba del aislamiento de Rusia, lo que vemos hoy en día es que la mayoría de los países del "resto del mundo" no se han alineado tan directamente con Estados Unidos y Occidente.

Por ejemplo, la India, que tiene relaciones bastante buenas con Estados Unidos, no sólo no le impuso sanciones a Rusia, sino que es uno de los países que más petróleo le compra.

Pragmáticamente, India se aprovecha de que el petróleo ruso en este momento es bastante más barato, pero, al mismo tiempo, le está dando muchos recursos para que sigan con la guerra.

Es difícil decir cómo continúa esto, aunque podemos creer que iremos hacia un mundo mucho más pluralista y polarizado. Ciertamente, estamos ante una transformación del sistema.

De todas formas, cabe aclarar que el mundo liberal que existió durante gran parte de la Guerra Fría no fue ni global, ni plenamente liberal, ya que sólo aplicaba a una mitad del mundo e, incluso, a menos de una mitad. Por ejemplo, en muchas otras regiones que se alineaban con Occidente, como América Latina, Estados Unidos apoyaba golpes de Estado porque era mejor una dictadura amiga que una democracia como la de Salvador Allende.

Y, respecto a lo que sucedió después de la Guerra Fría, también observamos muchas fallas, ya que llevó a los liberales internacionalistas de los años 90 a tratar de imponer la democracia y los valores liberales hasta por la fuerza en ciertos lugares del mundo.

El presidente chino Xi Jinping y el estadounidense Joe Biden
  • Pero, más allá de los desafíos internacionales a los que se enfrenta el sistema liberal, muchas veces vemos que incluso dentro de los países promotores de este sistema, como EE.UU. o el Reino Unido, también tienen importantes problemas internos. ¿Qué es lo que está sucediendo?

Incluso en estos bastiones de la democracia se ve que hay un giro a la derecha y un neopopulismo.

Pero me gustaría resaltar que los sistemas y los valores liberales, que en general consideramos que siempre han sido los principales del sistema occidental, también son valores que tuvieron un apogeo relativamente corto.

Creo que hace falta recordar que, en Estados Unidos, la capital del liberalismo mundial, existía la segregación racial en ciertos estados hasta entrados los años 60.

Por lo tanto, estos valores liberales son muy recientes y quizás en términos históricos son más la excepción que la regla. Podríamos decir que Estados Unidos fue mucho más tiempo iliberal que liberal.

En Europa es más o menos lo mismo: una Europa muy protegida puede darse el lujo de ser muy liberal en términos políticos. Pero, cuando surgen otras preocupaciones de seguridad, esto viene acompañado de nacionalismo y una difusión de ideologías bastante menos liberales.

  • Sin embargo, más allá de la fuerza de los movimientos nacionalistas, la realidad es que el Brexit le dio un duro golpe tanto al Reino Unido como a los defensores del aislacionismo o que promueven políticas antieuropeas. 

El discurso de la campaña del Brexit era en contra de los inmigrantes para volver a recuperar soberanía. Pero, con el diario del lunes, creo que se han dado cuenta de que fue un gran error. 

En este sentido, un efecto de este fracaso, que seguramente provocará que el Partido Conservador británico pierda las elecciones, es que otras derechas en Europa tuvieron que moderar su discurso antieuropeo.

Pero, por otro lado, también le dejó lecciones importantes a la Unión Europea acerca de cómo negociar mejor como bloque. Las negociaciones con Londres los ayudó a aceitar muchos mecanismos internos y Bruselas les dio excelentes señales a los países más chicos, sobre todo Irlanda.

La Unión Europea se puso la camiseta irlandesa y defendió con uñas y dientes la postura de este país, el único del bloque que comparte fronteras con el Reino Unido a través de Irlanda del Norte.

La Unión Europea no dejó caer a Irlanda en esa negociación tan difícil y prolongó y perpetuó la negociación lo que hiciera falta para defender la postura irlandesa, dándoles buenas señales a los países chicos, y les mostró que estaban mejor adentro que afuera del bloque.

Rishi Sunak, primer ministro británico 
  • Teniendo en cuenta este complejo y cambiante mundo, ¿qué opina de la política exterior del gobierno de Javier Milei? Pareciese no ser consciente de esta transición de poder. 

Creo que es una política un poco ecléctica, lo cual también quiere decir sin un rumbo definido.

Me parece que hay una especie de alineación discursiva con Estados Unidos, pero que no se ajusta necesariamente a lo que Estados Unidos está haciendo en este momento o a lo que el propio Trump haría.

Creo que se están tomando posiciones gratuitamente, que nadie lo está pidiendo, como, por ejemplo, anunciar que se va a trasladar la embajada argentina a Jerusalén. Nadie pidió eso, y puede ser peligroso en un país que tuvo ya dos atentados.

Es necesario pensar mejor y más cuidadosamente la política exterior, y tratar de darle coherencia en un sentido de dirección más definido.

Las políticas exteriores pragmáticas son mejores que las ideologizadas, pero "pragmático" no quiere decir con falta de coherencia. El pragmatismo debe estar guiado por principios claros, aunque no sean ideológicos. 

Estamos ante un mundo muy cambiante en donde hay países que están teniendo cada vez un rol mucho más importante y con los que parece hasta poco inteligente cerrar las puertas.

Hace falta reflexión y planificación a través de grandes lineamientos para tratar de ver cuál es la mejor forma de encausar la política de acuerdo con dichos lineamientos.