Noel: “Vicentin suscita una discusión de fondo: el tipo de capitalismo que tenemos en Argentina”

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18-06-2020
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Entrevista a Ignacio Noel Presidente de Morixe Por Enrique Pizarro 

Desde el anuncio de la intervención y del proyecto de expropiación del Grupo Vicentin, la gran mayoría del empresariado del sector privado se expresó en contra de la decisión del Gobierno. No obstante, hubo algunas excepciones. Una de ellas es la de Ignacio Noel, presidente y principal accionista de Morixe, la centenaria compañía de alimentos, que sobre este asunto manifiesta una posición intermedia.

El Economista dialogó con Noel acerca de este tema que ha despertado mucha controversia en diversos sectores de la sociedad y sobre la situación actual y las expectativas económicas y de consumo para el país posterior a la pandemia.

¿Cuál es su mirada acerca de la intervención y el proyecto de expropiación de Vicentin?

Mi opinión está alejada de los extremos. Yo estoy a favor de la intervención, pero estoy en contra de la expropiación. Incluso, yo no estoy a favor de las intervenciones, pero en esta situación creo que es el mal menor para que los acreedores recuperen su capital. Tal vez sea políticamente incorrecto, pero pienso que un juzgado provincial, como el de la ciudad de Reconquista, Santa Fe, no está en condiciones de manejar un asunto de esta magnitud, con acreedores internacionales y con contratos sobre jurisdicción y ley extranjera en algunos casos. En cuanto a la expropiación, me parece que lo de la “soberanía alimentaria” no tiene nada que ver en un país que es uno de  los principales exportadores de alimentos en el mundo. Un punto legal importante en esto es que en Argentina la expropiación está prevista en la Constitución y tiene como requisito previo y esencial la declaración de utilidad pública, que implica que lo que se va a expropiar se hace por motivos de interés general. A mí me parece que estando el propio Estado en default, más la situación social del país, el interés social pasa por otro lado que por expropiar una empresa que produce alimentos para los chinos. No hay argumentos para la expropiación.

¿Cómo cree que debería continuar este asunto?

Yo creo que los actuales directivos máximos de Vicentin, no la gerencia media, no pueden continuar administrando esa empresa porque han hecho un desastre. De ese sector, la única empresa en el país que defaulteó es esa. Esto es un problema puro y exclusivo de Vicentin y de su conducción. El zafarrancho que hizo esa empresa nos perjudica a todos. Si después vamos a pedir créditos a organismos internacionales, lo primero que harán es refutar por los default de empresas de Argentina como Vicentin o Molino Cañuelas. No es gratuito que haya gente que juega a ser empresario, que si gana, las ganancias son de la empresa, pero si pierden, le tiran el muerto a los demás.

¿Qué opinión tiene sobre la posición que manifestó mayoritariamente el sector privado en este tema?

Se habla del derecho a la propiedad, pero los acreedores también tienen derecho de propiedad, que es su capital. Esto muestra la mirada que hay en Argentina: siempre es pro-deudor y anti-acreedor. Por eso no hay inversiones en el país. Me parece que más allá del caso de Vicentin, hay un tema más de fondo: ¿Cuál es el capitalismo en Argentina? ¿Es un capitalismo en el que el empresario arriesga su capital y que cuando gana, gana él, y que cuando pierde, pierde él? ¿O es uno en el que cuando gana, gana él, y que cuando pierde, pierden los demás? Esa es la discusión de fondo. Un capitalismo justo debe ser competitivo, responsable, en donde los empresarios corran los riesgos, coseche los beneficios y se haga cargo de las pérdidas. Pero eso no está acá.

Respecto a la negociación que está llevando adelante el Gobierno con los acreedores privados, ¿qué expectativas tiene al respecto y qué incidencia tiene sobre su caso particular?

Espero que lleguemos a un acuerdo. Por los valores que se mencionan en los medios, las posiciones parecen estar bastante cerca. Con esa diferencia, el costo de un default sería muchísimo mayor al de una concesión en los términos en los que se está hablando. A los empresarios nos afectaría mucho continuar en default por el tema de la financiación para inversiones. A nosotros en particular nos afectaría porque prácticamente todos los años invertimos en activos industriales y en general esos activos los compramos financiados. La compra es financiada por el proveedor, pero con garantía de las agencias de crédito a la exportación de los países de origen. Si continuamos en default, no se podrá acceder. De hecho, actualmente, esas líneas están cerradas para Argentina.

¿Cómo afectó la irrupción de la pandemia sobre los planes de la compañía?

Nosotros no hemos alterado en absoluto nuestro plan de inversiones porque creemos que la pandemia, si bien es grave y profunda en términos de impacto económico global, no deja de ser una circunstancia coyuntural que en algún momento va a terminar. Tenemos una situación saneada financieramente, con lo cual podemos mantener nuestros planes de inversión sin cambios. Son planes de inversión en activos y productivos que son proyectos que uno no hace pensando en el próximo año, sino largo plazo: los retornos se calculan para los próximos cinco o diez años. Salvo que hubiese una cuestión financiera que nos limitara, una coyuntura por una pandemia o por lo que fuera no nos hace cambiar los planes.

El rubro de alimentos es uno de los menos afectados durante la pandemia. ¿En qué forma impactó este proceso sobre los niveles de consumo?

En el caso nuestro particular se dio un fenómeno interesante. Unos de nuestros productos de mayor volumen de facturación son las harinas de trigo. Al no haber tanto consumo por el canal de gastronomía, restaurantes, hoteles y caterings, buena parte de ese consumo se desplazó al hogar. Eso hace cambiar las presentaciones de las harinas. Con esa migración de un formato a otro, a nosotros nos aumentó mucho las ventas, aunque en términos de rentabilidad no tanto porque tenemos los precios congelados y los costos han seguido subiendo. Así que ha aumentado mucho el volumen de las ventas, pero no así la rentabilidad, la cual se ha mantenido.

Vemos que el confinamiento llevó u obligó a muchas personas a que cocinen más. ¿Qué cambios han percibido en los hábitos de consumo?

Sí, con la pandemia la gente está más tiempo en su casa y ha vuelto a tener más tiempo para cocinar. De hecho, en internet se han multiplicado muchísimo las búsquedas para hacer panes, pizzas y demás. Es algo global, no sólo en Argentina. Pero son fenómenos transitorios, que probablemente cuando se normalice todo el consumo volverá a ser como antes.

¿Prevé entonces una pronta normalización del consumo?

Me parece que una vez pasada la pandemia, al menos al principio, la gente se va a cuidar más por la incertidumbre que seguirá estando. No sé sabe si volverá a ocurrir algo parecido. Creo que para que la gente vuelva a consumir igual que antes de la pandemia va a pasar bastante tiempo.

En cuanto a la economía del país, ¿cómo cree que será la recuperación pospandemia?

Creo que la recuperación va a ser lenta. Claramente, 2020 es un año que va a quedar marcado por la pandemia. Esperemos que gradualmente lleguemos a fin de año con una liberación de las restricciones de las cuarentenas. Creo que 2021 va a ser un año de transición, donde va a estar este efecto de temor que generó la pandemia, con lo cual la economía aún no estará del todo normalizada. Calculo recién será que a partir de 2022.

¿Qué considera que debería hacerse para revertir la contracción del  consumo masivo e impulsar la economía local?

La única manera en que la economía pueda crecer es estimulando la demanda y la oferta. Hay que buscar instrumentos para impulsar ambas cosas. Si se impulsa sólo la demanda, se termina todo yendo a los precios. Hay que buscar la manera para que crezcan la demanda, la producción y el consumo para que no se estabilicen en un nivel muy bajo.