Deuda

Los DEG son esenciales en esta época convulsionada

Los usos que se le pueden dar a los DEG son múltiples
Economía
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Una de las principales problemáticas en el sistema financiero internacional es la falta de liquidez de los gobiernos para poder hacer frente a sus gastos. Ante ese inconveniente, el Fondo Monetario Internacional (FMI) brindó una herramienta de ayuda justo antes de que se cayera el sistema de Bretton Woods.

En 1969, el FMI, consciente de la falta de reservas internacionales de muchos de los países miembros, se decide crear un activo complementario que sirviese a las naciones del sistema que atravesaran problemas serios de financiamiento para obtener mayor liquidez.

En ese entonces, la intención de los directivos del organismo era conservar el sistema de paridades fijas que fue creado en las conferencias de Bretton Woods. Sin embargo, pocos años más tarde, en 1971, debido al desgaste en el sistema financiero vigente de ese momento, llevó al presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, a romper con la convertibilidad del dólar con el oro.

Fenómeno que fue anticipado por el economista belga Robert Triffin en 1959. Sostenía que si Estados Unidos eliminaba su déficit comercial, privaría a la economía internacional de la liquidez necesaria para la expansión del comercio, por lo que la relación oro-dólar no podría sostenerse por demasiado tiempo.

Los Derechos Especiales de Giro (DEG) no son denominados como una moneda, sino que componen un activo de reserva internacional, que puede ser intercambiado por otras monedas de libre uso. Poseen la particularidad que no se devuelven, ya que no constituyen un préstamo. Cumple una función de unidad de cuenta del FMI y de otros organismos internacionales.

El valor de un DEG inicialmente era el equivalente a 0,88867 gramos de oro (el equivalente a un dólar en ese momento) antes de la caída del sistema de cambio fijo. Luego del nuevo ordenamiento internacional de los años '70, el valor de los DEG comenzó a elaborarse a través de una ponderación de las monedas más importantes a nivel mundial.

Actualmente las monedas que componen los DEG son el dólar estadounidense, la libra esterlina, el yen japonés, el renminbi chino (es la moneda de curso legal que opera como medio de cambio mientras que el yuan opera como unidad de cuenta) y el euro. Estas monedas se ponderan con un exhaustivo análisis en los cuales se toman en cuenta factores de cada país como: las exportaciones, los niveles de reservas, el volumen de las operaciones cambiarias o los títulos de deuda internacional denominados en esas monedas. Cada cinco años se revisan estos parámetros para asegurarse que los DEG sean establecidos según las monedas con mayor peso en el sistema financiero internacional.

El FMI no puede otorgarse a sí mismo DEG, pero sí los países que componen el organismo pueden realizar intercambios voluntarios entre ellos ya que el FMI permite ese tipo de transacciones.

En el último tiempo, se comenzó a vislumbrar una mayor importancia de los DEG en varios países, debido a una necesidad incipiente de mayores reservas para equilibrar finanzas en situaciones comprometidas. Cuando se crearon las DEG, al poco tiempo perdieron relevancia debido a la caída de la convertibilidad oro-dólar. Sin embargo, en 2008, en la crisis de las hipotecas subprime, los DEG resultaron fundamentales para lograr aumentar la liquidez del sistema financiero internacional.

La otorgación de los DEG depende de la aprobación conjunta de la Junta de Gobernadores, que es el órgano de mayor jerarquía del FMI. Si 85% de los Estados miembros están de acuerdo, se pasa a la designación de dichos DEG. La manera en la cual se distribuyen es siempre en proporción a la cuota relativa del país miembro con el FMI, por lo que cuanto más grande la economía del país, mayor será el monto a recibir.

A lo largo de la historia, se han emitido DEG en solamente tres oportunidades: 9.300 millones de DEG en 1970-72, 12.100 millones en 1979-81 y 182.700 millones en 2009. En este último caso, gran parte de la emisión se destinó a enfrentar las consecuencias de la crisis financiera global del año precedente.

La crisis mundial provocada por la pandemia volvió a poner en escena la necesidad de una nueva emisión de DEG. Durante el año pasado, la oposición por parte del Gobierno de Estados Unidos (que con 16,5% de los votos tiene un poder de veto) anuló cualquier intento posible. Sin embargo, con la asunción de Joe Biden, el panorama se modificó. De esa manera, el Junta de Gobernadores del FMI instruyó al Directorio para que realizara una nueva emisión de DEG por el equivalente a 650.000 millones de dólares (unos 455.000 millones de DEG), transformándose en la asignación más elevada en la historia del organismo internacional.

Con el objetivo de aumentar las reservas, elevar la confianza, consolidar la resiliencia y otorgar más estabilidad en todos los niveles gubernamentales de los países integrantes del FMI. Esos mismos DEG fueron distribuidos entre los países miembros el 23 de agosto de 2021.

Los usos que se le pueden dar a los DEG son múltiples, ya que pueden utilizarse para pagos de deuda pública, para acrecentar las reservas (utilizado por gran parte de los países), para absorber emisión monetaria o para comprar bonos, entre otros usos.

Los DEG resultan esenciales en esta época tan convulsionada, en donde cada nación puede optar en cómo utilizar esa herramienta que el FMI brinda a todos sus miembros. La libertad que brinda la organización de los mismos permite una mayor flexibilidad en sus acciones, con el objetivo de consolidar su situación financiera y responder a las demandas internas de la manera más eficiente posible.

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