Un nuevo 2 de abril

A 40 años de la guerra, el sueño de recuperar las Islas Malvinas aún continúa

El Economista conversó con dos especialistas sobre cuál es la situación actual de la Argentina respecto a las Islas Malvinas, qué se ha hecho en los últimos y qué se puede hacer para intentar recuperarlas
El conflicto comenzó oficialmente el 2 de abril de 1982, cuando las fuerzas argentinas desembarcan en Puerto Stanley Gobierno
Damián Cichero 31-03-2022
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El sábado, se cumple el 40 aniversario de uno de los hechos modernos más trágicos en la historia de Argentina: la guerra de las Malvinas.

El conflicto comenzó oficialmente el 2 de abril de 1982, cuando las fuerzas argentinas, por órdenes de la Junta Militar a cargo de Leopoldo Fortunato Galtieri, ocuparon el puerto Stanley con el objetivo de recuperar las islas. 

Muchos creían que el Reino Unido, a más de 12.000 kilómetros de distancia, no estaría dispuesto a pelear por el territorio. Sin embargo, la mayoría no contaba con que la ferviente nacionalista Margaret Thatcher, golpeada en las encuestas, ordenaría el despliegue de una enorme fuerza expedicionaria que, finalmente, triunfó el 14 de junio. Un tiempo después, dicho triunfo le permitió a Thatcher ser reelecta como Primera Ministra. 

El conflicto finalizó formalmente el 25 de junio y, en total, dejó un saldo de 650 combatientes argentinos y 255 soldados ingleses muertos. Sin embargo, a 40 años de la guerra, la herida sigue abierta y el sueño de recuperar las islas está más latente que nunca.

¿Cuándo comenzó el reclamo y qué argumentos tiene Argentina? 

La disputa entre la Argentina y el Reino Unido comenzó el 3 de enero de 1833, cuando el país europeo expulsó a la población argentina de las islas. Desde esa fecha, existe un reclamo ininterrumpido por parte del Gobierno argentino para recuperar la soberanía de las mismas. 

Entre los principales argumentos que la Argentina expone se destacan, entre otros, un decreto del 10 de junio de 1829 que creó la Comandancia Política y Militar de las Islas Malvinas. 

Este estableció que, hasta el 25 de mayo de 1810, los archipiélagos pertenecían a España, que tenía la posesión material y ejercía su soberanía plena. Además, destacaba que dicha posesión se basaba en el derecho del primer ocupante. Así, la Argentina, tras independizarse, heredó directamente de la Corona española estos territorios. Tras estos sucesos, Argentina tomó posesión efectiva de las islas y realizó la obra más avanzada de asentamiento humano en la región desde su descubrimiento. 

Sin embargo, el principal elemento en favor de la postura argentina es la Resolución 2.065, del 16 de diciembre de 1965, de la Asamblea General de la ONU, la cual, a su vez, menciona la Resolución 1.514, conocida como la carta magna de la descolonización. Esta reconoce la existencia de una disputa de soberanía entre la Argentina y el Reino Unido sobre las Islas Malvinas y establece la necesidad de poner fin al colonialismo en todas sus formas.

Pero, más de 50 años después de esa resolución, el Reino Unido ha cedido poco y nada en lo que respecta a una posible negociación. 

¿Cuál ha sido la estrategia argentina desde el fin de la guerra?

En diálogo con El Economista, César Augusto Lerena, exsecretario de Estado y experto en Atlántico Sur y Pesca, consideró que “en los últimos 40 años, la Argentina le ha bajado la relevancia a la cuestión al punto tal que ni siquiera tiene declarada una hipótesis de conflicto en el área”. Pese a algunas excepciones, dice, “la política nacional básicamente se ha centrado en alcanzar algún tipo de diálogo con el Reino Unido, pero esto es muy poco probable que ocurra debido a nuestra posición de debilidad tanto económica como militar”.

Para Lerena, las políticas de promover el diálogo y la cooperación no han sido sustanciales a la hora de intentar recuperar las islas, ya que “la realidad es que el Reino Unido ha expandido su ocupación: en 1982, ocupaba unos 11.410 km2, mientras que en la actualidad ocupa más de 1,6 millón de km2, lo que demuestra que el avance británico ha sido inmensamente mayor”. 

“La otra política que se puede destacar ha sido el apoyo recibido por terceros países que, en términos generales, han estado a favor de incentivar el diálogo. Sin embargo, aquí también hay problemas, ya que, países como España apoyan la soberanía argentina, pero igualmente explotan nuestros recursos en el área en conflicto”, agregó. 

Por su parte, Leonardo Hekimian, politólogo y profesor de Política Exterior Argentina de la UCA, declaró que “desde 1990, hay una reanudación de las relaciones diplomáticas entre el Reino Unido y la Argentina bajo lo que se llama una “fórmula de soberanía”, por lo que ningún acuerdo entre las partes implica un cambio en sus posiciones sobre Malvinas”. 

Hekimian explica que “las relaciones bilaterales evolucionaron, principalmente, cuando la estrategia argentina fue de seducción y acercamiento al Reino Unido”. Pero se empezaron a deteriorar a partir del Siglo XXI, explica, “tanto por el cambio de estrategia nacional como por el incremento de acciones unilaterales británicas, como son el otorgamiento de licencias pesqueras o petroleras y ejercicios militares”.

Para él, “esto complica la relación entre ambos países porque hay buenos niveles de comercio bilateral de alrededor de US$ 1.500 millones anuales y, por ejemplo, hoy en día, el Reino Unido es el segundo destino de las exportaciones de vinos argentinos”. 

¿Qué puede hacer Argentina a futuro? 

Aunque las políticas implementadas en las últimas cuatro décadas no han dado resultado, tanto la mayoría de la población como de los dirigentes tienen la esperanza de ver una bandera argentina flamear en las islas. 

Para Lerena, además de la soberanía, las islas representan una gran oportunidad para la Argentina económicamente hablando: “Por un lado, está la cuestión petrolera que, en el actual contexto de guerra en Ucrania, es un recurso clave de acá a futuro. Es probable que, de mantenerse alto el precio del petróleo, el Reino Unido busque explotar este rubro en la región”.

Lerena agregó que “en la región hay buques españoles, taiwaneses, coreanos, chinos y británicos que extraen unas 250.000 toneladas de pescado por año, lo que representa, en términos económicos, entre US$ 650 millones y US$ 1.000 millones anuales. A esto hay que sumarle que muchos de estos buques también pescan otras 750.000 toneladas en la zona económica exclusiva argentina, elevando la cifra en términos económicos hasta los US$ 4.000 millones. Los recursos que se extraen de la región prácticamente triplicarían la producción nacional”.

Además, destacó que no hay que olvidarse de “las cuestiones turística y alimentaria. El defecto que tiene la Argentina es la falta de industria. Pero este defecto hace que el Atlántico Sur produzca alimentos casi sin contaminación lo que, en plena lucha contra el cambio climático, es un valor muy importante”.

Combatientes argentinos en Malvinas

Por ello, el exsecretario de Estado consideró que “si Argentina no empieza a resolver esta cuestión de la administración del Atlántico Sur en general, es muy poco probable que pueda mantener un reclamo firme sobre la cuestión Malvinas. Un conflicto de estas características no se resuelve en un par años. Sin embargo, está claro que la Argentina necesita reforzar su presencia en la región, lo que también implica una necesidad de defensa con fines disuasivos y volver a tener una flota mercante. El Atlántico Sur tiene que ser administrado por la Argentina y no va a haber Malvinas sin esta administración”. 

Por su parte, Hekimian aclaró que “el Reino Unido mantiene una posición de fuerte desconfianza hacia Argentina, al punto tal que mantiene las restricciones a las exportaciones de bienes británicos, incluyendo componentes que se fabrican en otros países, destinados a las Fuerzas Armadas de Argentina”

Por ello, para él este tipo de disputas requieren de coherencia y paciencia. “En el caso de la Argentina, uno de los principales problemas es la falta de políticas a largo plazo y eso se puede observar en que las estrategias al respecto de este tema han diferido mucho. Sin embargo, el consenso nacional que existe sobre la idea de recuperar las islas es una fortaleza del país. Es un convencimiento que incluso está muy inserto en el sistema educativo, y desde los primeros años de escolaridad”, señala.

Hekimian también destacó que “desde otra perspectiva, el apoyo de muchos países y el reconocimiento de los derechos argentinos es un activo muy importante. En muchos conflictos, las posiciones de terceros pueden terminar siendo lo que inclinen la balanza para un lado o para el otro. Por ejemplo, para Brasil, hay una preocupación sincera por la presencia de una potencia extra regional en el Atlántico Sur”. 

Sin embargo, para el experto “otro de los puntos más complicado para Argentina es en sí la presencia británica en las islas, ya que esto favorece su statu quo. Ellos parten de la base de que tienen la posesión de las islas y de que la población que está allí quiere permanecer bajo el control británico, ya que es descendiente de una población trasplantada desde el Reino Unido, no es originaria, lo que refuerza sus vínculos con el país europeo”.

“Además, el Reino Unido tiene allí mismo una base militar relativamente importante para lo que son las islas en sí. En general, otro gran problema es la asimetría estructural que existe entre ambos países desde el punto de vista político (el Reino Unido tiene poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU), y tanto desde el punto de vista económico como militar. Por otra parte, el Reino Unido pertenece a la OTAN que, si bien se centra en el Atlántico Norte, es evidente que consideran la base en Malvinas como parte de la alianza”.

Sin embargo, Hekimian observa que, pese a ser una potencia, el Reino Unido también enfrenta ciertos desafíos que representan una conveniencia para la Argentina: “Hay que destacar que el Brexit puede abrir una ventana de oportunidad. Primero porque Malvinas ya no es un territorio de ultramar de la Unión Europea, lo que podría reducir la solidaridad europea con el Reino Unido. Además, también podemos observar que el Reino Unido está enfrentando una cierta crisis en su modelo de inserción internacional, aunque mantienen su alianza con EE.UU.”.

Por ello, para él, “ante este panorama, en grandes lineamientos, la estrategia tiene que centrarse en qué está dispuesta a ceder Argentina en las negociaciones diplomáticas. Además, debemos continuar ampliando el apoyo internacional, sobre todo regional. Y, finalmente, trabajar sobre la opinión pública y la clase dirigente británica, sugiriendo que, para ellos, no es beneficioso mantener su presencia en las islas”. 

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