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Un discurso más humilde por parte del Presidente hubiera sido más efectivo

Una política exterior que se enfoque en estos objetivos no solo traerá prosperidad inmediata, sino que también sentará las bases para un país más competitivo y libre en el largo plazo.
El presidente Javier Milei en la ONU
Daiana Molero 29-09-2024
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Al ser economista y no tener una formación diplomática, me seduce más la efectividad que las formas. Estoy dispuesta a negociar lo que es políticamente correcto por lo que es realmente útil. Especialmente en el contexto actual de la Argentina, donde ya perdimos demasiados años. Lo que pasó en la Asamblea de las Naciones Unidas no me preocupa por las formas, me preocupa porque no veo el para qué o para quién. El análisis costo-beneficio, según mis cálculos, es negativo. 

La política exterior tiene que ser una herramienta de ayuda para el país y en concreto, este discurso bullicioso, ¿qué problema resuelve? 

Ninguno. 

Lo que se vio en Nueva York pareció más un uso de la política exterior para la política doméstica que una estrategia profesional para promover los intereses de los argentinos. Efectivo para llenar un par de días la agenda local, pero a riesgo de convertirnos en parias en los foros internacionales y obstaculizar otras negociaciones o apoyos. 

Por otra parte, un discurso más humilde por parte del presidente hubiera sido más efectivo, considerando que vivimos todavía en una Argentina encepada. Cepo heredado, pero cepo al fin. Este contraste no pasa desapercibido para la comunidad internacional ni para los inversores, que esperan señales claras de un cambio real y sostenido y no es la primera vez que escuchan desde nuestros atriles discursos refundacionales. 

Desde el Gobierno se justificó el desmarque de la Agenda 2030, o Agenda de Futuro, como algo fundamental para liberar a nuestro país. Podemos estar más o menos de acuerdo con los principios que convergen en esos lineamientos, en lo personal, muchos me parecen innecesarios, pero la relación entre adherir a principios no vinculantes y la libertad de los argentinos me cuesta reconocerla. 

Si uno piensa en políticas que efectivamente nos estén coartando la libertad y el desarrollo en la esfera internacional, probablemente sea más importante el mal funcionamiento del Mercosur, en el que seguimos inmersos, que la agenda woke

Sin embargo, a esas reuniones el presidente decide no asistir. Ahí, donde hay cosas concretas por resolver, que requieren del más alto liderazgo para avanzar, nos ausentamos. Las ventanas de oportunidad no son eternas. 

Cuanto más alta la popularidad de un presidente y la novedad internacional que representa, mayor la probabilidad de sacudir al Mercosur y hacerlo avanzar en una dirección más útil para los argentinos, alineada con su defensa de la libertad. Más en este momento donde del otro lado del río hay un presidente, como Luis Lacalle Pou, que pide ayuda para transformar al Mercosur en una plataforma para salir al mundo en lugar de un fuerte para proteger del afuera a unos pocos beneficiados. 

Pero no, ahí no vamos. Mandamos a los técnicos, que por gran trabajo que hagan no pueden avanzar demasiado si no hay voluntad política contundente.  

Por suerte se abren nuevas oportunidades. A fin de año Argentina asume la presidencia pro témpore del Mercosur, sería bueno que ahí el gobierno despliegue toda su voluntad libertaria. Hay por lo menos dos puntos fundamentales. El primero es avanzar en la revisión del arancel comercial externo. El Mercosur tiene los aranceles comerciales más altos del mundo y, además, una estructura arancelaria que castiga la integración en cadenas globales de valor porque fija aranceles particularmente altos a insumos clave para los procesos productivos. 

El segundo punto tiene que ver con la posibilidad de negociar acuerdos de libre comercio de forma independiente al accionar del resto de sus miembros. Las reglas de decisión del Mercosur, tal como están hoy, hacen casi imposible que podamos firmar nuevos acuerdos. Integrarnos al mundo es un pilar fundamental para el progreso económico del país. 

El Gobierno avanzó fuertemente en la agenda de facilitación de comercio, clave, no sólo para agilizar y bajar los costos de exportar e importar, sino también para transparentar y eliminar discrecionalidades y prácticas corruptas. Pero falta definir cuál será el plan integral de política comercial externa que incluya la firma de acuerdos internacionales y permita anclar, más allá de un gobierno, las políticas de integración. 

Acá hay una agenda de libertad, tal vez menos viralizable en TikTok, pero mucho más efectiva para cambiar la realidad de los argentinos. Alimentar el fantasma de las conspiraciones socialistas globales no va a hacer que paguemos autos más baratos en Argentina, tampoco que logremos abrir nuevos mercados para nuestros productos. Bajar aranceles y firmar más acuerdos comerciales, sí. 

Una política exterior que se enfoque en estos objetivos no solo traerá prosperidad inmediata, sino que también sentará las bases para un país más competitivo y libre en el largo plazo.