Análisis

Hay oposición, no hay liderazgos

Hay una masa, hay un conjunto de gente ansiosa por ser representada. Con causas concretas, con demandas y preocupaciones. Desencantada con los partidos, las instituciones, el periodismo et al.
El presidente Javier Milei.
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Pasaron algunas horas de la multitudinaria marcha en defensa de la universidad pública, y también quedó claro que es la primera movilización multitudinaria en contra el gobierno de Javier Milei, luego de casi cinco meses de gobierno, junto con la del 24 de marzo. La convocatoria, la cantidad de gente, y la diversidad de públicos que asistieron son un perfecto puntapié para entrar al verdadero tema de la nota ¿hay oposición?

Hay una masa, hay un conjunto de gente ansiosa por ser representada. Con causas concretas, con demandas y preocupaciones. Desencantada con los partidos, las instituciones, el periodismo et al. Lo que no se ve, por el momento, son dirigentes con capacidad de representar. Líderes se buscan.

El gobierno ha deambulado los últimos meses controlando la agenda, logrando en muchos casos desviar la atención de periodismo y círculo rojo sobre los temas, pero en los papeles, casi no ha gobernado. La cadena nacional del pasado lunes lo único que pudo dar como dato concreto positivo fue el anuncio del superávit del 0,2% del PIB. Pero fuera de eso, el gobierno no ha podido aprobar legislativamente ninguna de las reformas, y algunos capítulos del DNU quedan en vigencia. Parte del "éxito comunicacional" que se percibe del gobierno proviene de su estrategia de blitzkrieg, revoleando temas. La consecuencia es el aturdimiento del colectivo opositor.

La oposición actualmente se termina expresando a través de iniciativas de creatividad ciudadana como el "Jumbo Bot", en lugar de a través de los colectivos institucionales, corporativos y partidarios. El desafío que tienen los dirigentes opositores es volver a representar. Y ese ejercicio lo veo lejano en el horizonte. No diviso en la actualidad dirigentes que puedan representar de forma efectiva al inmenso colectivo que se encuentra en la vereda de enfrente a Milei. Por varios motivos.

El primero es que muchos son vistos como responsables directos o indirectos de la situación actual. Han perdido encanto con el tiempo. En segundo lugar, dirigentes como Massa, Cristina, Kicillof, o algún gobernador perdido por ahí no pueden mostrar más que una tribu de adeptos. El peronismo balcanizado en microporciones le facilita el juego al gobierno: 2016 a la enésima potencia. 

Volver a representar implica no solamente encontrar la agenda temática y las causas aglutinantes, sino el tono, y conectar con las emociones, con el sentimiento predominante en el colectivo opositor: ¿bronca? ¿desazón? ¿tristeza? ¿rabia? Se trata de construir una narrativa que explique por qué estamos donde estamos (inclusive con algún grado de autocrítica sincera), y por sobre todas las cosas muestre un programa y un rumbo concreto. 

Conectar con el sentimiento de época fue lo que convirtió a Javier Milei de panelista en presidente. Quizás haya alguna lección que aprender allí.