Análisis

Una economía fría: ¿cuándo saldrá el sol?

La pregunta es sí la economía ya toco fondo o por el contrario hay que ajustarse el cinturón también durante el resto del año.
El problema de la economía es el consumo, el principal componente de la demanda. EE
Claudio Caprarulo 10-05-2024
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En marzo la recesión se profundizó. En dos sectores clave como la industria manufacturera y la construcción casi se duplicó la caída respecto a la observada en enero y febrero, llegando a 21,2% y 42,2% respectivamente. Mermas sólo superadas por los meses de mayor restricción a la movilidad durante la pandemia en 2020. La única luz verde se observa en sectores relacionados con el agro, un resultado que no sorprende en tanto la comparación es contra un 2023 marcado por la sequía. La pregunta entonces es sí la economía ya toco fondo o por el contrario hay que ajustarse el cinturón también durante el resto del año.

Para empezar, si nos guiamos por la recaudación, la actividad económica durante abril siguió cayendo. Un buen termómetro como son los ingresos por IVA-DGI se contrajeron 12,3% en términos interanuales descontada la inflación. El dato positivo lo vemos en el margen, respecto a marzo subió 7%. Pero eso no significa que la recesión esté quedando atrás. Principalmente porque el único motor que tendrá la demanda este segundo trimestre serán las exportaciones. Por caso, el mes pasado los derechos de exportación, también llamados retenciones, crecieron 60% respecto a abril del 2023 descontada la inflación.

El problema es el consumo, el principal componente de la demanda. La consolidación de perdida de poder de compra de las familias no permite proyectar una recuperación. Los salarios de los trabajadores registrados sufrieron una caída del 17% en términos reales entre octubre pasado y febrero, eso a pesar de un aumento del 1% durante el segundo mes del año. Para los no registrados la perdida de poder adquisitivo descontamos que fue aun mayor. Si a eso sumamos la caída de las jubilaciones y la perdida de puestos de trabajo es difícil ser optimista para este 2024. Entre otras cosas, porque el gobierno ya dio señales de querer frenar la caída de salarios y jubilaciones pero al mismo tiempo de no tener intención de que recuperen lo perdido. El objetivo, como el del resto de la política económica, es sostener una inflación a la baja.

Ilusionarse con una rápida recuperación de la economía solo es posible si se pierde noción de los profundos cambios que atravesamos en los últimos cinco meses. Para ejemplificar, la corrección del tipo de cambio de diciembre es únicamente comparable con tres periodos más que significativos de nuestra historia: 

  1. El Rodrigazo.
  2. Cuando el Banco Central suspendió sus intervenciones en el mercado de cambios en 1989.
  3. En enero de 2002 con la salida de la convertibilidad.

A partir de ninguna de esas devaluaciones se observó una recuperación con forma de V en la actividad. Sino un estancamiento pronunciado y una recuperación entre cuatro y cinco trimestres después de la devaluación. 

Al salto cambiario hay que sumar el plan motosierra y licuadora sobre el gasto público. En los primeros cuatro meses del año se redujo en un tercio el gasto primario devengado. Y si bien ya en abril el ajuste se mantuvo pero a una velocidad menor, no podemos proyectar que el consumo público empuje al alza el nivel de actividad en lo que resta del año.

Más allá de la forma que tome la evolución de la producción y la comparación inter-trimestral, este año estará caracterizado por una profunda recesión. Ese es el precio que está dispuesto a pagar el gobierno para mostrar una baja pronunciada en la inflación. El interrogante es hasta que punto la clases medias y bajas pueden sostener esa estrategia. 

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