Encrucijadas de la salida exportadora

02-08-2016
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por Pablo Mira (Economista)

Varias de las medidas tomadas durante la actual Administración pretendían recuperar actividad por la vía de una salida exportadora. Las principales fueron la devaluación, la reducción o quita de retenciones, la liberación del tipo de cambio y la desregulación del comercio. Detrás de esta estrategia está la idea de que el Gobierno anterior expandió más allá de lo razonable la demanda interna, provocando una dinámica insustentable que, a juzgar por lo ocurrido en los últimos años, tampoco dejó un saldo demasiado positivo en términos de crecimiento.

Hay pocas dudas de que el mercado interno viene perdiendo terreno en la actividad económica, pero el sector externo no ha reaccionado como se esperaba. La buena noticia es que el saldo comercial del primer semestre pasó de un déficit de US$ 483 millones a un superávit de US$ 479 millones. La no tan buena noticia es que cería que el ajuste externo está tomando la forma, una vez más, de una caída mayor de las importaciones que de las exportaciones. Las ventas al exterior del primer semestre cayeron el 2,6% anual, mientras que las importaciones lo hicieron a un ritmo de 5,8% anual.

La desagregación de esta información da algunas pistas acerca de lo que está ocurriendo. Del lado de las exportaciones, los productos primarios y las manufacturas agropecuarias (MOA) crecieron en el semestre cerca de 20% anual medidas en cantidades, pero todavía sufren caídas de precios de alrededor de 10% anual. Las exportaciones industriales, en cambio, cayeron el 11% en cantidades, afectadas por una fuerte caída de las ventas a paices del Mercosur, levemente compensadas por una recuperación de las ventas al Nafta.

La caída de las importaciones, sin embargo, no es resultado de la baja actividad interna, sino de una merma en su valuación. Las cantidades importadas crecieron 9,1% anual en el semestre, mientras que los precios bajaron 13,7% anual. Un buen dato es que las importaciones necesarias para la operación de la producción interna (bienes de capital e intermedios) se expandieron a precios constantes en promedio cerca del 5% anual, pero las importaciones de bienes de consumo lo hicieron mucho más rápido, al 22% anual.

El panorama externo, por tanto, no aporta aun una salida clara. La corrección del tipo de cambio efectivo todavía no redundó en ganancias de mercado para la industria exportadora, y el efecto de la baja demanda de Brasil sigue siendo determinante. Las importaciones recuperan en cantidades, pero el hecho de que aumente el consumo podría estar reflejando en parte la liberación de ingresos retenidos durante la etapa anterior. Estamos viendo además que algunos sectores de la industria están reclamando por la posible sustitución de demanda hacia artículos extranjeros. El saldo energético, por otra parte, será estructuralmente negativo por varios años más. A nivel macroeconómico, la buena noticia es que la presión del comercio sobre el tipo de cambio y sobre el endeudamiento se ha transformado en un tema secundario.

La salida exportadora, por tanto, está mostrando su costado más problemático. Argentina no es ni puede volver a vivir exclusivamente de sus exportaciones primarias y relacionadas. Hoy hay una industria que exporta y que, por el momento, no ha respondido al estímulo cambiario. Y las importaciones se han vuelto una amenaza para algunos sectores históricamente protegidos. Un cóctel que está lejos de reconocer en la dinámica del sector externo la recompensa económica que muchos esperaban.