por Florencia Barreiro
Después de sólo siete meses, Volkswagen parece haber dejado atrás el escándalo por la manipulación de emisiones contaminantes de varios de sus modelos. El Gigante alemán se jactó de destronar otra vez a Toyota como el líder global de la industria automotriz, con ventas en el primer trimestre de 2016 de 2,51 millones de autos. La corrupción corporativa no parece haber golpeado tanto la reputación y las finanzas de la compañía, dicen los expertos.
Aunque es sólo un dato anecdótico, la aparente superación del episodio de VW frente a los consumidores y la opinión pública pone en primer plano el debate sobre cuáles son las implicancias reales de la falta de la transparencia en un momento en el que supuestamente la corrupción está en el radar internacional.
No hay duda de que la corrupción genera ruido y es actualmente un tema de la agenda. Empresarios y líderes mundiales siguen tratando de buscar explicaciones frente a las a las filtraciones de los Panamá Papers. Muchos de ellos están involucrados en la creación de empresas offshore ligadas a actos de corrupción, crimen organizado u otros delitos como la evasión impositiva.
La inminente Cumbre Mundial Anticorrupción de Londres ?se realizará el 11 y 12 de mayo? podría dar algunas pistas para evaluar el impacto real de estos hechos. Todos esperan ver el resultado del encuentro programado desde hace tiempo. La paradoja está en que varios funcionarios que están tocados por estas denuncias ?entre ellos, el presidente Mauricio Macri y el mismísimo primer ministro británico, David Cameron? van a mostrar una condena “global” y “consistente” contra la corrupción.
También se está viviendo el momento culminante del caso Petrobras y la madeja de sobornos y coimas del negocio petrolero: después de dos años, el Senado está por llevar a la presidenta brasileña Dilma Rousseff a un juicio político por su aparente participación en el petrolao. Con el detalle de que Eduardo Cunha, el instigador del impeachment, fue recientemente destituido como diputado por su participación en la cadena de corrupción.
Hace apenas un año se desataba el FIFA-Gate, el entramado de corrupción profunda y endémica en el negocio del fútbol de la mayoría de los países más apasionados de este deporte. Las últimas noticias dicen que hay varios detenidos, que todavía no hay fecha segura del juicio y que el chileno Sergio Jadue, ex vicepresidente de la Conmebol y el colombiano Luis Bedoya, ex miembro del Comité Ejecutivo de la FIFA, “fueron suspendidos de por vida para cualquier actividad relacionada con el fútbol” por el Comité de ética de la FIFA. Menos mal.
Los 17 nuevos Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) para 2030, firmados por los países miembros de Naciones Unidas a fin del año pasado, apenas nombran a la corrupción en su mandato 16 relacionado con paz y justicia. En uno de sus puntos internos aparece mencionada la necesidad de “reducir sustancialmente la corrupción y el soborno en todas sus formas”. ¿Sería conveniente incluirla también en los objetivos de economía, pobreza, hambre, cambio climático, consumo e infraestructura, entre muchos otros?