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Llovizna de dólares: a la espera de las inversiones reales

El Gobierno no debería dormirse en los laurales y tendría que seguir trabajando en la normalización de la economía si es que de verdad quiere tener una “lluvia de inversiones” que impacte en mayor empleo y de calidad. En ese frente, la agenda es muy amplia.

07 septiembre de 2016

por Mariano Deagusto (*)

Publicada la información del Mercado Unico y Libre de Cambios (MULC) hasta julio, puede afirmarse que la salida del cepo cambiario fue positiva para el país. Esto, junto al arreglo con los holdouts, permitió el acceso al financiamiento internacional, especialmente para el sector público. S

egún los datos del BCRA, las operaciones concretadas en el MULC han generado un superávit de US$ 1.151 millones. Si bien en el mismo período del año pasado el superávit de divisas fue de aproximadamente US$ 1.550 millones, la liberación del cepo no ha provocado una fuga de divisas ni un vaciamiento de las reservas, como aseguraba el Gobierno anterior.

Evitar la fuga de capitales era la excusa elegida para mantener un control de cambios, acusando de especuladores a las empresas que querían girar dividendos o a las personas que compraban dólares para ahorrar. Pero la evidencia en lo que va del año señala lo contrario. A pesar de que en la cuenta corriente cambiaria el déficit se expandió 254% respecto al mismo período anterior, la cuenta capital y financiera más que compensó ese déficit.

Los números

En particular, parte de la salida de dólares en la cuenta corriente se debe a la remisión de utilidades y dividendos por parte de las empresas extranjeras, que fueron normalizadas tras el fin del cepo. Los egresos netos por este rubro, hasta julio, fueron de US$ 1.587 millones, mientras que en el año anterior sumaron sólo US$ 148 millones. Este paso ha sido muy importante, ya que si las empresas no pueden girar las ganancias a sus casas matrices, difícilmente decidan invertir en nuestro país. De todas formas, la mayor proporción de salida de dólares en la cuenta corriente se debe al pago de intereses de la deuda pública.

Los dólares financieros

Si bien la famosa lluvia de dólares por inversiones que auguraba el Gobierno no ocurrió, ya que la Inversión Extranjera Directa (IED) totalizó US$ 1.448 millones (apenas US$ 500 millones más que en 2015), llegó una gran cantidad de dólares financieros.

La IED es la que más interesa en nuestro país, ya que son inversiones del exterior que se destinan a nuevos emprendimientos en el país o a comprar los ya existentes, aportando mayor capital a nuestra economía y generando empleo. Pero estas son inversiones de largo plazo, que no llegarán de un día para el otro, y si bien se ha avanzado en medidas para normalizar nuestra economía, como el levantamiento del cepo, todavía falta un importante camino para que las empresas del exterior decidan apostar por nuestro país.

Mientras tanto, los dólares financieros son los que llegaron y lo seguirán haciendo en el corto plazo, mediante el endeudamiento público y/o privado. Estos dólares son bien venidos, ya que son los que permiten financiar el déficit de cuenta corriente y la recomposición de reservas internacionales del BCRA.

En la cuenta capital y financiera, el principal ingreso de divisas se dio por medio de otras operaciones del sector público, que incluye el endeudamiento público nacional y provincial en moneda extranjera. Este totalizó un ingreso neto de US$ 16.398 millones, casi ocho veces más que hace un año. Los préstamos financieros, títulos de deuda, etcétera, del sector privado resultaron en un ingreso de dólares de casi la mitad que los del sector público, lo que da la pauta de que los privados no han tenido mucho espacio para financiarse en el exterior, a una tasa más baja que en el pasado. Como era de esperar, con la eliminación progresiva de los topes, la mayor salida de dólares se debió a la formación de activos externos del sector privado, categoría que incluye la compra de moneda extranjera.

Dado el éxito de la salida del cepo, el Gobierno no debería dormirse en los laurales y tendría que seguir trabajando en la normalización de la economía si es que de verdad quiere tener una “lluvia de inversiones” que impacte en mayor empleo y de calidad. Para que las empresas vean factible invertir en nuestro país se necesitan mejoras en las reglas de juego e instituciones. Se requiere mayor seguridad jurídica, menores costos logísticos y tributarios, mejor infraestructura, mano de obra calificada, etcétera.

Además, se debería corregir lo antes posible el desequilibrio fiscal, ya que el endeudamiento externo que se utiliza para cubrirlo quita margen para que el sector privado se financie en el exterior. Mientras tanto, habrá que conformarse con la llovizna de dólares financieros, sin olvidarse que, si no se avanza en las reformas estructurales, se convertirá pronto en una sequía.

(*) Economista de la Fundación Libertad y Progreso

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