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Hay que desarrollar el mercado de capitales

Es muy difícil encontrar en el mundo actual un país que tenga una economía desarrollada sin tener un mercado de capitales consolidado.

16 junio de 2016

por Matías Daghero (*)

A menudo solemos escuchar sobre lo pequeño que es el mercado de capitales en Argentina. Existen gran cantidad de acciones extranjeras que mueven en un solo día el mismo monto que la Bolsa de Buenos Aires en todo un año. ¿Por qué es importante que se desarrolle el mercado de capitales?

El mercado de capitales busca ofrecer un medio para canalizar el ahorro de las personas que generan excedentes monetarios, sean estas físicas o jurídicas, hacia las personas que poseen déficit o necesidad de capital. Adicionalmente, también busca otorgar seguridad y facilitar el movimiento del dinero en las transacciones.

En Argentina, las muchas crisis y modificaciones en las normativas han atentado históricamente en contra de lograr un mercado de capitales profundo y amplio. A esto se suma la falta de conocimiento bursátil y existencia de mitos en torno a que la Bolsa es un negocio para unos pocos o que es una timba. Desterrar estos mitos es una tarea muy importante para el crecimiento del país. Y, en lo que puede augurar un futuro mejor, las generaciones más jóvenes están mostrando un creciente interés en la inversión bursátil (fomentado por programas del Sistema Bursátil como el PRO. DI.BUR, programas de televisión y radio, prensa escrita y libros, entre otros).

En esta tarea de ampliar el mercado resulta importante que los ahorristas comiencen a comprender al sistema financiero como un canal que contribuye al desarrollo económico de un país. Si todas las personas que poseen capacidad de ahorro decidieran no intervenir en el mercado financiero y sólo guardar sus ahorros en efectivo (bajo el colchón, como suele decirse), esto dificultaría el desarrollo económico, aun cuando se ahorrara en una moneda dura como el dólar (algo muy común por estos lados). Es que el dinero por sí sólo no permite multiplicar la riqueza, ya que apartando el efectivo de la actividad económica se da lo que los economistas llaman “reducción de la velocidad de circulación del dinero” que lleva a disminuir el nivel de actividad de la economía (la venta de los supermercados, la producción de los campos y las industrias, la cantidad de personas que contratan las empresas). Esto es algo que ha sucedido históricamente en Argentina.

En cambio, si utilizamos herramientas del mercado de capitales ayudamos a dinamizar la economía. Cuando como ahorristas compramos una acción de una empresa nos convertimos en dueños de la misma y nuestro aporte de capital (por pequeño que sea) contribuye a la creación de empleo, al aumento de la producción, etcétera. Lo mismo ocurre cuando le prestamos dinero a una empresa que emite una Obligación Negociable, ya que este capital le permite, por ejemplo, comprar la máquina necesaria para dar el salto tecnológico que le posibilitará a la misma incrementar su productividad y ser competitiva a nivel internacional (y que no sea siempre necesario esperar a una devaluación del tipo de cambio para conseguir esto).

Es muy difícil encontrar en el mundo actual un país que tenga una economía desarrollada sin tener un mercado de capitales consolidado. Las grandes potencias europeas, asiáticas y norteamericanas lo tienen. Y en nuestra región los mercados han crecido en los últimos años, salvo por algunas excepciones entre las que se encuentra, lamentablemente, Argentina.

Como inversores es importante lograr hacer este clic mental de comprender la humanidad que hay detrás de la inversión que realizamos, ver más allá del resumen de nuestra cuenta que nos entrega la sociedad de bolsa o el banco, y dudar de mitos prejuiciosos basados en el desconocimiento. Debemos entender que invertir a través del mercado de capitales genera un círculo virtuoso de ganar-ganar. Gana el ahorrista obteniendo una mejor rentabilidad. Ganan las empresas que necesitan fondear sus proyectos de inversión ya que obtienen una tasa de mercado competitiva. Y gana el Estado que ve aumentar su recaudación por el mayor desarrollo económico y una menor necesidad de subsidios a personas y empresas.

(*) Autor del libro “Con los $ que tengo, ¿qué hago?”.

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