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Teorías de la inflación y eclecticismo

Hace ya unos cuantos años que asistimos, por estos pagos, a un acalorado debate sobre las causas de la inflación en Argentina

05 junio de 2017

Por Pablo Mira Economista

Hace ya unos cuantos años que asistimos a un acalorado debate sobre las causas de la inflación en Argentina. Dos posturas principales dominan el panorama discursivo: la tesis monetarista y la teoría heterodoxa de la inflación.

La teoría de la inflación monetarista no tiene demasiados secretos. La frase famosa de Milton Friedman, citada siempre y en todo lugar, sostenía que la inflación era siempre y en todo lugar un fenómeno monetario. Si bien existen sutilezas teóricas respecto del rol de las expectativas y de posibles retardos en la eficacia de la política monetaria, la recomendación es nítida: debe desacelerarse el crecimiento del dinero.

La visión heterodoxa de la inflación, en cambio, la entiende como un fenómeno más problemático, y por eso involucra complejidades adicionales. En su versión más sencilla, las variables determinantes de la inflación son el tipo de cambio y el llamado “conflicto distributivo”. El tipo de cambio afecta la evolución de la inflación a partir de las devaluaciones y su traslado a precios, lo que ocurre en mayor medida en economías dolarizadas y/o muy abiertas. Las devaluaciones, a su vez, serían consecuencia de una economía que rebota regularmente contra la restricción externa en la medida que la demanda atrae importaciones, dejando al banco Central comprometido con las divisas y obligando a depreciar la moneda nacional. El conflicto distributivo, mientras tanto, deviene de la pugna por la distribución del producto entre clases sociales, más precisamente entre trabajadores y capitalistas. Los sindicatos presionan por una mayor participación de los salarios en el producto, pero los empresarios se resisten y trasladan el consabido aumento de costos a los precios. El conflicto suele trasladarse “hacia delante”, creando inercia inflacionaria y dejando una situación más o menos similar en términos de distribución. Las justificaciones no ortodoxas de la inflación suelen involucrar ade

más consideraciones acerca de la estructura de la economía en cuestión. Economías con problemas recurrentes en su sector externo, o con tensiones políticas importantes deberían observar tasas de inflación más elevadas que las que no tienen estas características.

Y entonces?

Lamentablemente, la evidencia disponible carece de contundencia tanto para la versión monetarista como para la heterodoxa. No es difícil hallar trabajos, de cada lado del mostrador, que presentan datos que falsifican la teoría criticada. Y lo normal es que cada parte enrostre a la otra la ausencia de evidencia suficiente. Por el lado del monetarismo, el problema principal que enfrentan los análisis empíricos es que desde hace tiempo la oferta de dinero no se determina exógenamente por el Banco Central, sino que la política monetaria opera a través de la tasa de interés. La evidencia en las teorías heterodoxas es problemática también. La intensidad del conflicto distributivo es difícil de medir y prever, y no es regla que las economías más abiertas experimenten necesariamente más inflación. Ambas partes tienen coartadas ante la ingratitud de los números. Los monetaristas suelen apelar a los retardos de la política monetaria, a los efectos inflacionarios de la política fiscal, y a las distorsiones imperantes en la economía. La heterodoxia, mientras tanto, se ocupa de remarcar las especificidades de la estructura productiva local y sus diferencias con las vigentes en otras partes del mundo. Estos escapismos no necesariamente reflejan deshonestidad, sino una natural, y hasta saludable, medida de nuestra ignorancia.

La dificultad de resolver cuáles son las explicaciones definitivas de la inflación constituye un ejemplo ilustrativo de la ausencia de consenso en varios aspectos de la profesión. En la práctica la mayoría de las teorías económicas son falsadas en alguna instancia, y en muchos tópicos es difícil determinar cuál es la hipótesis correcta y definitiva. Esta indecisión habla a favor del necesario eclecticismo para encarar soluciones cuando está mucho en juego. En ocasión del Plan Austral de estabilización de junio de 1985, resolver el problema de la inflación era prioridad y una mala decisión podía afectar severamente a la economía. En consecuencia, los profesionales a cargo acordaron que, dado que ninguna teoría tenía suficiente respaldo teórico y empírico sobre las demás, había que actuar sobre la mayor cantidad de frentes posibles al mismo tiempo.

El famoso economista Dani Rodrik escribió hace poco un libro muy recomendable llamado “Economic Rules”, que discute el rol de los economistas y de la profesión en la sociedad. Rodrik sugiere allí que los economistas deberían encarar los problemas con que se enfrentan con todas las herramientas disponibles por la investigación teórica. En Argentina, cuna de innumerables patologías macroeconómicas, quizás la estrategia ecléctica de Rodrik pueda resultar fructífera.

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