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“Hay que promover una cruzada repoblacional”

"Nadie en el ambiente político argentino está pensando a 20 años, ni a 20 meses", dice Gabriel Fernández Gasalla

03 julio de 2017

Entrevista a Gabriel Fernández Gasalla Universidad Nacional de Quilmes Por Delfina Torres Cabreros

Los modelos de desarrollo económico que predominaron en Argentina durante los siglos pasados fueron configurando el diseño territorial que sobrevive hasta hoy: un país macrocefálico con una megametrópolis de difícil gestión, muy pocas ciudades intermedias y regiones casi despobladas. Sobre este punto de partida reflexiona el investigador de la Universidad Nacional de Quilmes y especialista en economía urbana Gabriel Fernández Gasalla, para quien se necesitan impulsar políticas demográficas de Estado que permitan relocalizar población mediante estímulos económicos y culturales.

¿Le parece necesario gestionar los flujos poblacionales?

Es necesario instalar en la agenda pública el debate acerca de las políticas demográficas, una cuestión que ha quedado relegada al igual que otras que coinciden en su condición de políticas públicas de diseño e implementación a largo plazo. En los partidos políticos mayoritarios no hay ningún interés manifiesto en tratar los problemas de los flujos migratorios más allá del condicionamiento cortoplacista de una agenda mediática plagada de lugares comunes y prejuicios demonizantes hacia las poblaciones de los países limítrofes. Argentina no tuvo una política demográfica de Estado en buena parte del Siglo XX y, avanzando en la segunda década del Siglo XXI no hay visos de un camino que tienda a subsanar esa deficiencia.

¿Qué se debería hacer?

Hay que recuperar un concepto geoestratégico como el de hinterland: una zona que integra espacios urbanos y rurales y se constituye en una esfera de influencia económica y de integración y reestructuración del territorio. Debemos instalar en el debate público la cuestión regional desde un enfoque superador de las visiones meramente fiscalistas, que solo priorizan el ahorro presupuestario por el recorte del gasto gubernamental provincial. La coordinación a escala nacional de estas estrategias debe estar a cargo de un nueva estructura gubernamental, un Ministerio de Asuntos Urbanos, con competencia en las políticas de desarrollo urbano, en hábitat, saneamiento ambiental y movilidad.

¿A qué mejoras podemos aspirar en el corto y mediano plazos en cuanto a orden demográfico y calidad de vida?

La baja densidad demográfica de Argentina, el despoblamiento de vastas zonas de su territorio requieren de una verdadera estrategia a desplegar en plazos muy largos, que sitúan las realizaciones concretas en un horizonte de 20 años, al menos. Nadie en el ambiente político argentino está pensando a 20 años. Ni a 20 meses. No se puede esperar demasiado de políticos que tienen que salir al ruedo electoral cada 18 meses para revalidar su legitimidad y no poner en juego la gobernabilidad del sistema. Por eso hay que recrear institucionalidad del saber técnicopolítico, como Argentina tuvo en otras épocas, pero actualizadas a las condiciones locales y globales. Pienso en entidades de prospectiva territorial de carácter público y mixto que recreen lo que otrora fueran el Consejo Nacional de Posguerra (CNP) o el Consejo Federal de Inversiones (CFI).  Las universidades tienen una deuda pendiente en este sentido porque, a pesar del prestigio social que tienen, no han logrado influir en el debate político de forma apropiada.

¿Por dónde se podría empezar?

Estudios como los del especialista chileno Camilo Arriagada demuestran claramente cómo la segregación familiar tiene un impacto significativo en los flujos migratorios metropolitanos. La familia, en sus nuevas reconfiguraciones, debe ser un eje de esas políticas demográficas. El núcleo familiar condensa -o debería condensar- en su cotidianidad los ejes de toda política integral: educación, hábitat y trabajo. Es la ocasión para proponer políticas innovadoras orientadas a que las nuevas estructuras familiares y sus miembros se ajusten de mejor forma a los cambios provocados por los fenómenos económicos y sociodemográficos. Toda política demográfica es, en el fondo una buena política social y de empleo.  En particular, se deben generar estímulos para la relocalización poblacional, estímulos económicos y culturales, para grupos familiares jóvenes. Promover una verdadera cruzada repoblacional, que densifique núcleos urbano-rurales a lo largo y ancho del territorio nacional. Diseñar políticas hacia familias es urgente, dado que las familias proveen de seguridad psicológica y bienestar material de las personas en un contexto de desestructuración de la sociedad civil y reorientación de los objetivos del Estado.

¿Qué opina sobre iniciativas como el Plan Belgrano o el Plan Patagonia?

El Plan Belgrano, para la región norte de nuestro país, generó muchas expectativas, pero a la fecha no ha tenido avances significativos. Su implementación fue condicionada por los acuerdos políticos de la alianza gobernante y, como decía anteriormente, no hay una institucionalización que le otorgue la centralidad que amerita un plan ambicioso. El Plan Patagonia, a la fecha, no pasó de una presentación mediática a cargo del Presidente y algunas reuniones de funcionarios.

¿Qué obras de infraestructura le parece  prioritario encarar?

Entre otras, la refuncionalización del puerto de la ciudad de Buenos Aires y la construcción de un puerto de aguas profundas en el Río de La Plata. Además, necesitamos un programa integral de recuperación del sistema ferroviario nacional, tanto del transporte de mercancías como de pasajeros, que a largo plazo redefina la trama radial de su diseño original. También desarrollar un plan nacional de hidrovías, con objetivos consensuados a nivel nacional, provincial y municipal (para los distritos involucrados territorialmente) y definidos con un compromiso explícito como políticas de Estado. Por otro lado, elevar a la categoría  de aeropuerto internacional a cada aeropuerto provincial con potencialidades de transformarse en un hub internacional de transporte multimodal y construir centros de gestión integral de residuos sólidos urbanos en todos los municipios del país, dado que sólo el 8,3% tiene actualmente en funcionamiento una planta de separación de residuos sólidos en funcionamiento.



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