FyEConsult publicó ayer un informe acerca de la importante aceleración que adquirió el gasto fiscal en octubre que, para el cálculo primario devengado “se expandió 53,1% en octubre, registrando una aceleración con relación a los últimos tres meses (45,0%, 31,8% y 22,4% interanual, respectivamente)”. Si a eso se le suman los datos de la dinámica de la primera quincena de noviembre, se llega a la conclusión, según el director ejecutivo de la consultora, Hernán Hirsch (foto), de que el déficit entre enero y mediados de enero se duplicaría respecto al del mismo período del 2015. De hecho, mientras que en el 2015 dio $ -120.710 M para ese período, en 2016 estaría dando $ -275.109. Así, “el crecimiento del gasto primario observado en octubre obedeció a las mayores erogaciones en seguridad interior (55,4% interanual), subsidios energéticos (135,8%), planes sociales (54,9%), jubilaciones (53,5%), y transferencias a provincias”.
Gradualismo expansivo
A partir de estos datos que se vienen registrando en lo que va del año en materia fiscal, FyEConsult realiza algunos cálculos acerca de a qué punto podrá llegar el déficit de este año en sus diferentes variantes de medición. El déficit primario (sin rentas del BCRA y Anses) llegaría a $381.000 M, es decir el equivalente a 4,7% del PIB, lo que implicaría un aumento respecto a lo que ocurrió en 2015, ya que fue del 4% del PIB. El déficit financiero (aun sin las rentas de BCRA y Anses) llegaría a $582.000 M, es decir el equivalente a 7,2% del PIB, lo cual implicaría un claro deterioro ya que en 2015 fue de 6,1% del PIB.
La sostenibilidad
Las mayores dudas sobre esta cuestión surgen, para muchos analistas, entre los que se incluye el propio Hirsch, a partir de la pregunta de si esta dinámica de gradual del gasto público, no en términos de achicamiento sino, al contrario, de expansión, es sostenible en el tiempo y si brinda la posibilidad de pensar en un desempeño positivo de la economía una vez que haya pasado el eleccionario año impar 2017. “Naturalmente, esta estrategia y dinámica de política económica y política fiscal no lucen sostenibles en el tiempo. Menos aún, para países emergentes de baja calidad crediticia”, concluye el informe.