Martín Polo, economista jefe de Analytica, es uno de los analistas más optimistas del mercado, y los números le están dando la razón. Los brotes verdes, asegura Polo en diálogo con El Economista, también se están viendo en los flujos de crédito hacia el sector privado.
Para avizorar qué puede pasar con la economía siempre es útil mirar qué pasa en el sistema financiero. ¿Qué números hay?
Lo que uno puede ver es que los créditos personales, y yo allí incluyo los prendarios, los personales y, especialmente, aquellos con tarjeta de crédito, en el último mes están mejorando de manera importante, y más si consideramos que lo está haciendo con una inflación en baja. Hoy, el crédito está creciendo en términos reales y está aportando a la economía. Es un buen indicio, y esperable por la recomposición de los ingresos reales. Es una lección de que, domando la inflación, es mucho más fácil reactivar la economía.
A nivel de las empresas, ¿las líneas en dólares siguen siendo las grandes vedettes?
Sí. Allí hay dos comportamientos diferenciados. Por un lado, el que comentaba, es decir, el crecimiento de todas las líneas en pesos vinculadas al consumo. Pero, a nivel de empresas, estamos viendo un efecto sustitución y el crédito en pesos a las empresas viene en caída libre mientras el crédito en dólares está creciendo mucho. Combinadas ambas líneas, el crédito a empresas está creciendo al 30%, pero con una participación ascendente de las líneas en moneda extranjera.
¿Qué guarismos está exhibiendo el crédito en pesos que mencionaba antes?
El crédito al consumo está creciendo a casi 30% interanual y seguramente todas las carteras de consumo van a seguir muy dinámicas en lo que resta del año. Es lo que primero repunta, y los bancos van a poner mucho esfuerzo allí porque cobran más tasa y en plazos más cortos. Aunque quizás las tasas de variación interanual no sean tan altas porque a esta altura del 2015 estaban todos consumiendo porque pensaban que se venía una crisis y el crédito crecía al 40%. Sin embargo, va a crecer en términos reales en el margen y va a ayudar a sostener la suba del consumo privado.
En el mini-Davos, y también en las Jornadas Monetarias y Bancarias 2016 del BCRA, se habló mucho de cómo agrandar el pequeño sistema financiero local, lograr mayor profundidad y dejar atrás un sistema que, como dice Federico Sturzenegger, es puramente transaccional. ¿Qué debe hacerse?
El gran problema es la inflación. Es muy difícil ampliar el sistema cuando los precios suben tanto. Cuando la inflación es alta, a los bancos le conviene los préstamos a corto plazo y eso limita la expansión del sistema. Cuando hay alta inflación, los bancos tienen buenos resultados porque es un sistema corto y sin carteras a largo plazo. Para estimular tanto la oferta como la demanda de créditos necesitás estabilidad en los precios. ¿Quién te va a dar un préstamo a diez años con una inflación de más de 25% anual por varios años? Por algo, el país es, por lejos, el que tiene menos profundidad financiera en toda la región. Según el BCRA, el sistema financiero es chico porque las tasas de interés reales son negativas y por eso apuesta a tasas reales positivas para fomentar el ahorro y ahí los bancos van a tener que prestar más porque ese es su negocio. La inflación es la madre del borrego.