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Un tango de a tres

Más allá de la excepción de la convertibilidad, desde hace más de quince años que lidiamos con una inflación que sube en “escalones”.

11 diciembre de 2019

Por Miguel Zielonka Director Asociado en Econviews

La inflación en Argentina es endémica. Más allá del período excepcional de la convertibilidad, desde hace más de quince años que lidiamos con una inflación que sube en “escalones”, pasando de una meseta que promedió el 10% en 2003-06, a otra del 20% en 200713, al 30% en 2014-17 y ahora al 50% en la ventana 2018-20. Con diversas políticas monetarias, y contextos muy diferentes, esta variable ha resultado indomable.

El fenómeno es lo suficientemente complicado como para abordarlo en pocas líneas, pero a la vez es tan importante que bien vale la pena el esfuerzo de resumir los conceptos más relevantes detrás de este animal que a esta altura ya tiene vida propia. Las explicaciones basadas en una única causa que traen consigo una solución simple pero que posteriormente falla nos han llevado a tropezar varias veces con la misma piedra, así que prefiero ir por el lado de las causas múltiples. Así, la inflación depende fundamentalmente de factores macroeconómicos, pero los factores microeconómicos no pueden ser ignorados.

Veamos una analogía entre la inflación y un fuego y, para ello, utilicemos el concepto del triángulo de la combustión. Se trata de un modelo que describe los tres elementos necesarios para generar la mayor parte de los fuegos: un combustible, un agente oxidante como el oxígeno y energía de activación que genere calor. Cuando estos factores se combinan en la proporción adecuada, el fuego se desencadena.

Sin el calor suficiente, el fuego no puede comenzar ni propagarse. El calor puede eliminarse introduciendo un compuesto que tome una parte del calor disponible para la reacción, habitualmente agua o un polvo químico.

Sin el combustible, el fuego se detiene. Puede eliminarse naturalmente cuando las llamas consumen todo el material involucrado o artificialmente mediante procesos químicos y físicos que impiden al fuego acceder al combustible, como por ejemplo las cortinas y cortafuegos.

La insuficiencia de oxígeno impide al fuego comenzar y/o propagarse.

¿Cómo mapean los factores subyacentes en la inflación en este triángulo de la combustión?

La fuente de calor es la liquidez en el sistema monetario. Una política monetaria más laxa que aumenta la oferta de dinero está creando calor. No necesariamente esto repercutirá en inflación, pero aumenta las probabilidades de que aparezca alguna llama en función de los otros bailarines del tango de a tres.

El combustible es el déficit fiscal, independientemente de cómo se financie. Es claro que el financiamiento en pesos tiene implicancias monetarias inmediatas. Lo que es menos evidente pero que la historia argentina reciente ha demostrado es que el financiamiento en dólares, aún con un BCRA neutralizando los efectos del ingreso de dólares en el corto plazo, tiene como riesgo de largo plazo una disrupción monetaria cuando un shock en las expectativas sentencia que la “esterilización” tuvo patas cortas.

El oxígeno es el conjunto de los factores microeconómicos. Los desajustes de precios relativos, las expectativas, la memoria inflacionaria, los contratos escalonados, la desconfianza en nuestra moneda, el miedo a vernos licuados en la próxima crisis, el uso del dólar como moneda de cuenta. Así como ocurre con el oxígeno, que una vez que se enciende el fuego contribuye a alimentarlo, los factores microeconómicos hacen que una vez que la inflación se desata sea muy difícil frenarla.

El modelo del triángulo de la combustión predice que es posible prevenir o atacar un fuego eliminando uno o varios de estos tres factores. En el caso argentino, reducir el contacto con el oxígeno depende de factores culturales que tomará mucho tiempo corregir. Si queremos evitar un llamado a los bomberos nos queda centrarnos en controlar el combustible (déficit fiscal) y el calor (el grado de relajación monetaria). Siempre es preferible prevenir que curar.

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