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Señales negativas para las PyMEs

El impacto de la inflación, el consumo y los salarios

09 febrero de 2016

(Columna de Joel Vaisman, economista, profesor y empresario)

Pese a que la economía argentina se encuentra estancada, la devaluación de fines de 2015 no ha generado señales de recupero. La pérdida en el capital de trabajo, la caída del comercio con Brasil, las fuertes actualizaciones tarifarias y unas paritarias que parecen estar recalentándose no generan buenas señales para la inversión en el corto plazo.

Los analistas coinciden en que aún es complicado saber cuál fue el alcance  del pass through ?es decir, que tanto de la devaluación se traspasó a precios finalmente- , pero el impacto parece haber sido menor, comparado a la situación acontecida en enero de 2014. Según datos de la consultora Abeceb, en aquella ocasión el peso se depreció 12,7%, resultando en un incremento en el IPC ABECEB de 4,8%.  Para el mes siguiente, el TCN se había deteriorado un 10,2%, acompañado de un alza en los precios de 3,7%.

En diciembre de 2015, la devaluación generó que el dólar se encareciera 17,9%, junto a un alza en IPC de 4%. Ya en este año, la moneda siguió fluctuando, con una suba del TCN del 20,4%, que se vio reflejado en una suba del 3,5% en los precios.

De comparar ambas situaciones, la primera con el gobierno anterior, la segunda con la actual administración, el pass through parece haber sido menor, y en una primera instancia permitiría recuperar competitividad a nivel comercio exterior.

Lo singular, y que genera nubarrones acerca de la toma de decisiones de inversión, es que la actualización en las tarifas eléctricas (cortes de luz mediante) para estar siendo más rápida de lo esperado. Con empresas que han perdido el poder adquisitivo de sus cuentas a cobrar producto de la devaluación, la noticia de un alza en los precios no es precisamente un incentivo.

El mercado no ayuda

Las exportaciones tampoco son buena fuente de noticia: el comercio con Brasil, país que devaluó su moneda con anterioridad y que se encuentra con su economía estancada, ha visto en enero su peor perfomance en 11 años. Es, además, un país que no crece desde 2013, con un crecimiento nulo del PBI en 2014 y una caída proyectada para 2015 de 3,2% y otra, cercana al 2% para este año. Es de notar que Brasil le compra a la Argentina casi un 7% de sus importaciones, principalmente autopartes, sector que fue motor de la industria en nuestro país durante los últimos doce años.

Al mismo tiempo, las empresas ya no tienen el crédito “regalado” que pudieron gozar hasta diciembre de 2015. Mientras que el promedio de los últimos cinco años arroja que la tasa real fue negativa, las nuevas autoridades del BCRA subieron las tasas nominales, casi acorde a la inflación proyectada (con una TNA activa Banco Nación oscilando entre 25 y 30%), pero no lo suficiente como para generar una necesidad de ahorro en pesos, al mismo tiempo que logró enfriar aún más la búsqueda de crédito para inversión.

Desde el lado de la demanda, los consumidores, especialmente los que trabajan en relación de dependencia, aún no han tenido paritarias, con lo cual el poder adquisitivo ha sido diluido. Si a esa situación se le suman las eliminaciones a subsidios, incertidumbre acerca de la continuidad de planes de venta en cuotas, incrementos en peajes y el anuncio del eventual ajuste en el precio del gas, las proyecciones de venta de las empresas no pueden ser alentadoras. Los despidos en las tapas de los diarios, por supuesto, no son señales que consumidores tomen como alentador a la hora de pensar en cómo gastarán sus pesos.

Negociaciones clave

En el medio de la oferta y la demanda habrá, además, una puja que será definitoria: los acuerdos salariales. Por un lado, las empresas necesitarían unas paritarias por debajo de la devaluación, para  consolidar una recuperación de la competitividad mediante tipo de cambio. Pero, por el otro, se realizarse ese escenario se consolidaría un ajuste total sobre la economía, y un incremento de los niveles de conflictividad laboral. Mientras tanto, los sindicatos prometen no bajar del 30% de pauta salarial como incremento. La posibilidad de renegociaciones de sueldos de forma semestral, además, solamente estaría contribuyendo más a generar mayores expectativas de inflación.

Bajo cualquier escenario, lo único que podría beneficiar a las empresas es una baja de la tasa de inflación, pero no mediante un shock de freno en la demanda, sino un genuino plan antiinflacionario. Hasta el momento, las medidas que ha tomado el Gobierno no tienen un rumbo muy claro en esa trayectoria, pese a la retórica presidencial, sino que parecen estar destinadas a eliminar distorsiones (cepo cambiario, subsidios, ganancias, peajes). Son medidas que pueden llegar a ser el puntapié inicial para mejorar credibilidad (fundamental para cualquier plan económico), sin embargo, ninguna medida aun ha servido para bajar expectativas inflacionarias o de recuperación de la actividad. La batalla verbal entre el Gobierno y las carnicerías por el precio de la carne no es buena señal.

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