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No hagamos como el avestruz: ¡evaluemos!

Estamos condenando a miles de niños al peor de los futuros, en un mundo en el que el capital humano es cada vez más importante.

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29 junio de 2021

Por Edgardo Zablotsky (*)

Hace casi 10 años, en marzo de 2013, se llevó a cabo en nuestro país el Primer Seminario Regional de Evaluación Educativa para el Mercosur. En el marco del mismo, el por entonces ministro de Educación, Alberto Sileoni, criticó los exámenes PISA por no considerar la diversidad cultural de los países participantes. Sileoni manifestó: “No esperamos que modifiquen el cuestionario, sino que lean sus resultados atendiendo a las diferencias que tenemos con otros países. Da la sensación de que a veces se compara lo incomparable”.

¿Comparar lo incomparable? Los resultados de PISA son un baño de realidad que, al igual que las pruebas Aprender, nos obligan a admitir el tremendo estado de nuestra realidad educativa, aún sin tomar en cuenta el resultado de la política llevada a cabo desde el inicio de la pandemia.

Hace pocos días, el 15 de junio pasado, se hizo público que en 2021 no se realizarán, por segundo año consecutivo, las pruebas Aprender. El ministro de Educación, Nicolás Trotta, explicó que las mismas se efectuarán cuando los alumnos hayan regresado a la presencialidad en todo el país y que este año se realizarían otras evaluaciones, más eficientes para captar la complejidad de los procesos que se proponen evaluar. Las mismas, aparentemente, consistirían en una prueba piloto a solamente 120 escuelas primarias en octubre, además de encuestas a directivos, docentes y alumnos.

Dos días más tarde, el Ministerio de Educación propuso a los ministros provinciales, para su análisis en un encuentro del Consejo Federal de Educación, crear una unidad pedagógica que incluya los ciclos lectivos 2020, 2021 y 2022. De concretarse, al igual que en 2020, los alumnos pasarían de grado o de año sin acreditar conocimientos. La evaluación de los tres años de aprendizajes sería realizada recién a fines de 2022.

¿Y si no seguimos haciendo como el avestruz y aceptamos conocer la realidad? El resto del mundo lo hace. A modo de ilustración veamos un caso realmente extremo: China, donde durante dos días millones de jóvenes rinden anualmente el examen Gaokao, que determina sus posibilidades de continuar estudios universitarios.

El examen fue establecido por Mao a mediados del siglo pasado. Las medidas de seguridad adoptadas para evitar conductas fraudulentas llegan a prohibir el uso de sujetadores de metal en los corpiños de las estudiantes. En los días de examen los automovilistas tienen prohibido tocar la bocina en los alrededores de las más de 7.000 sedes donde se lleva a cabo la evaluación.

El examen se llevó a cabo hace pocos días, cuando en la provincia de Guangdong, fronteriza con Hong Kong, se presentaba un importante brote de Covid-19. En función de ello, el gobierno local envió cientos de taxis para transportar a los estudiantes de los barrios afectados por el brote a los lugares donde se llevaban a cabo los exámenes, cuyos conductores vestían trajes aislantes para evitar el riesgo de contagio y los vehículos eran continuamente desinfectados.

Los estudiantes fueron divididos en salas en función de su nivel de riesgo, aquellos que eran contactos estrechos de casos confirmados hicieron las pruebas en grupos más pequeños. Los estudiantes infectados con síntomas leves tuvieron que tomar los exámenes solos, en salones de aislamiento preparados en los hospitales. Los examinadores de estos últimos utilizaron ropa protectora y luego de retirar los exámenes los colgaban en tenderos, donde los rociaban con desinfectante.

Si bien lo descripto es por demás extremo, no lo es el hecho de no suspender las evaluaciones. Muchos otros países han tomado, de una u otra forma, una decisión similar. Ejemplos de ello los constituyen Bélgica, Egipto, España, Francia, Irlanda, Italia, Kuwait, la Unión de Emiratos Arabes y Vietnam, entre otros.

Retornemos a nuestra realidad. La educación argentina se encontraba en crisis antes de estallar la pandemia. Las evaluaciones internacionales PISA y las locales Aprender así lo demuestran. El largo cierre de las escuelas y el paso a la virtualidad, más allá de haber generado una importante deserción, de sobremanera en el nivel secundario, seguramente ha impactado fuertemente sobre el nivel de los conocimientos alcanzados.

No hagamos como el avestruz y, cuanto antes lo evaluemos y cuanto antes lo sepamos, antes podremos enfrentarlo y es nuestra obligación hacerlo. De lo contrario estaremos condenando a miles de niños y jóvenes al peor de los futuros, en un mundo en el cual el capital humano es cada vez más importante.

(*) Rector de la Universidad del CEMA y Miembro de la Academia Nacional de Educación

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