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¿Johnson y Trump: la nueva imagen que deben proyectar los políticos?

Ambos líderes comparten varias cosas, además de sus parecidos físicos: tienen caracteres fuertes, polarizantes, auténticos e imprevisibles.

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17 febrero de 2020

Por María Soto Licenciada en Ciencia Política y asesora profesional de imagen

En julio de 2019, los miembros del Partido Conservador de Gran Bretaña votaron dos a uno para hacer de Alexander Boris de Pfeffel Johnson su nuevo líder del partido, convirtiéndolo entonces en el primer ministro del país, lo que fue, para muchos, una decisión bastante arriesgada.

Anteriormente fue alcalde de Londres durante dos períodos, algo que situó a Jonhson como una de las figuras más populares del terreno político británico, incluso al elegir no presentarse para un tercer mandato.

¿Por qué fue arriesgada?

Jonhson se destaca por su excentricidad (como usar palabras en latín en sus discursos), y por hacer gala de despliegues verbales y no verbales exagerados, que demuestran que no tiene problemas en decir lo que piensa. En este sentido, el líder político tiene una sólida relación con lo que él considera que es la verdad y no teme expresarla públicamente.

Si bien Jonhson ha sido duramente criticado por sus excentricidades y su imagen descuidada (como la corbata que no está nunca recta, la camisa arrugada o el cabello sin peinar), también ha sido celebrado dentro de la opinión pública por su brillantez, por lo que se esperaba que, en el ejercicio de su nuevo cargo, tuviera la capacidad para negociar finalmente el Brexit. Y, como bien sabemos, logró hacerlo y hoy el Brexit es una realidad.

Al mismo tiempo, su cabello rubio y su peinado particular, sus superexageradas gesticulaciones y juego de manos, fácilmente podría evocarnos un gran parecido con el presidente estadounidense Donald Trump.

Y no solamente por su parecido físico, sino especialmente por su carácter, razón por la que tiende a dividir la opinión pública, obteniendo, por un lado, un rotundo rechazo y una gran aprobación, por el otro.

Otra de sus similitudes, y he aquí por qué uno obtuvo el cargo de presidente y el otro el de primer ministro, es que ambos líderes son vistos como figuras auténticas, si los comparamos con sus antecesores. Además, ambos tienden a decir lo que consideraríamos impensable dentro del panorama político, cualidad que los convierte en personajes imprevisibles, y eso parece gustar.

El éxito de Johnson

En este contexto, nos preguntamos cómo es posible que en el seno de una sociedad culturalmente moderada, como es la británica, un hombre con las características y la personalidad de Jonhson se convierta en un importante líder político de la Nación.

Es posible que, con el ascenso al poder tanto de Johnson como de Trump, sea hora de comenzar a revisar las ideas y construcciones simbólicas sobre la imagen que un candidato necesita proyectar para demostrar que es capaz de ejercer el liderazgo político.

Sin duda, la popularidad de Jonhson se debe a que refleja una personalidad desafiante, más fuerte y dominante para negociar el Brexit y hacerlo realidad. El primer ministro británico exagera sus gesticulaciones para transmitir energía, y hacer sentir a la gente que es él quien finalmente llegará a un acuerdo en el Brexit, objetivo que no pudo lograr su antecesora Theresa May.

Así se distancia gestualmente de sus predecesores.

Jonhson es un político que de muestra su preparación con sus gestos de poder y posturas alfa caracterizadas por puños cerrados y golpes en el aire, o esa inusual postura de una mano en su bolsillo y la otra sobre su cadera.

Son estos gestos dominantes los que se han convertido en su marca personal y que le impiden pasar inadvertido. Esta actitud no dudó en reflejarla cuando en agosto de 2019 sostuvo conversaciones bilaterales con Trump durante la cumbre del G7. Sus gestos denotaban que estaban extasiados el uno con el otro.

No obstante, su imagen desaliñada, el cabello despeinado y la ropa arrugada es una estrategia que nos lleva a dos posibles interpretaciones.

La primera es que, con ella pretende demostrar que su verdadero interés no es preocuparse por como luce, sino más bien en alcanzar sus objetivos y comunicar sus ideas y la segunda, que su imagen demuestra el poco dominio que tiene sobre sí mismo, aunque con su lenguaje corporal logre comunicarse y decir lo que piensa incluso sin pronunciar palabra.

Ahora bien, si su imagen antiestablishment está en armonía con el alcance de sus objetivos políticos, es algo que todavía le queda por demostrar.

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