Política

Impostura, inviabilidad, el rey está desnudo

La pobreza intelectual consiste en repetir hasta el hartazgo “hay que” y no poder decir “cómo”
Falta de gasoil, de dólares y sobre todo de respuestas. Archivo.
Carlos Leyba 23-06-2022
Compartir

Comenzó el invierno. Tiempo gris.

Para la política, que es apenas una parte de la realidad, la imagen de la semana fue Cristina Fernández

El lunes, luciendo jabot a la usanza decimonónica, que en español se llama chorrera o guirindola, y una escarapela trabajada al estilo de aquella época, pronunció un discurso cargado de violencia contra los propios. Desahogo público.

Cristina habla como una comentarista. Pero lleva 13 años en la Jefatura del Gobierno, 4 en la de la oposición y van 3 en la Jefatura de la coalición gobernante que intenta conducir mientras aparenta “yo no fui” y conduce varios ministerios. 

La semana política fue, entonces, la de la impostura.  

La semana para la sociedad, que sufre una realidad lacerante, ha sido como los de los últimos meses y años, de piquetes, marchas, paros y atascos que nos hacen presente el descomunal desequilibrio social que hemos sido incapaces, ya no de reparar, sino siquiera de amenguar. 

La semana social fue, entonces, la de la pregunta de la viabilidad de lo que nos pasa. ¿O de cuánto más puede seguir así? Inviabilidad.

Estos días, para la economía en rumbo decadente desde hace 47 años, han sido los de la grosera escasez. 

Falta de gasoil, de dólares y sobre todo de respuestas. 

Un documento gráfico y mensurable de la inutilidad patética del multitudinario elenco de improvisados que pretende gobernarnos. 

La semana económica fue la evidencia que el rey está desnudo o -en criollo- que Alberto y su elenco, están como nuestros hermanos los indios, tal como señalaba José de San Martin.

Política, sociedad y economía, entre la impostura, la inviabilidad y la desnudez del rey. 

No es un buen presagio.  

Apenas Cristina comenzó el discurso descubrimos porqué lucía así. ¿Por qué ese look SXIX? ¡Sí! 

Quería que la imagináramos la reencarnación de Manuel Belgrano. Ella es una de los argentinos que se autopercibe diferente de lo que vemos. Fíjese que el 99,9% de los censados se percibieron como los vemos. Problemas. No pudo elegir personalidad más distante. 

Belgrano nació rico y murió pobre. “He creído propio de mi honor … destinar los expresados 40.000 pesos para la donación de cuatro escuelas públicas…”. Conmovedor.

Cristina nació pobre. Pero seguramente sus hijos, que han de sobrevivirla, heredarán cuantiosa fortuna tal vez procedente, según sus dichos, de sus honorarios como abogada súbitamente exitosa, de lo que no conocemos pruebas.  

CFK, además, percibe dos jubilaciones ($3 millones mensuales) y espera una “indemnización millonaria”. Beneficios públicos que, además de legalmente cuestionables, son sin duda moralmente reprochables. 

Hasta ahora no ha sido propio del honor de CFK destinar públicamente ni una moneda a donaciones escolares que emulen a quien dice admirar. 

Sí sabemos que en su gobierno, cuarto período que comparte con Alberto Fernández, las “Pruebas Aprender” marcan un deterioro en la educación sin parangón en la historia nacional. 

Siete de cada diez alumnos de hogares vulnerables no entienden lo que leen y sabemos que 60% de los chicos son pobres. 

La pobreza se potencia con la exclusión educativa a la que no es ajena la debilidad de la formación de quienes educan y a quienes designan las autoridades y pagan los ciudadanos. 

¿Habrá alguna vez “Pruebas Anuales Enseñar” para los docentes? ¿Baradel lo permitiría? Estamos al revés.

Un ejemplo público de ignorancia docente: el día de la Bandera, en una universidad nacional que todos pagamos, se ha alzado la bandera de una pretendida Nación Mapuche que disputa nuestra soberanía nacional. 

Lo hacen amparados en el poder político de un Instituto que se llama Patria y que conduce Cristina. 

Aman a Evita - CFK querría reemplazarla en la memoria de los más humildes - que decía “La epopeya del descubrimiento y la conquista es, fundamentalmente una epopeya popular. Somos, pues, no solo hijos legítimos de los descubridores y conquistadores”. Evita, como Yrigoyen o Perón, entendían nuestro esencial mestizaje que, más allá del aporte de las inmigraciones, se plasma en que  56% (la mayoría) de los que aquí habitamos tienen (tenemos) sangre aborigen. 

Por eso la Ley 1.420 fue la herramienta para contribuir a nacionalizar a millones de inmigrantes y darle las herramientas para servir a la Patria. 

Esta cuestión de la soberanía mapuche es un verdadero escándalo que atenta contra la construcción de la Nación y seguramente apaña inconfesables propósitos económicos, al igual que la cesión de soberanía territorial por 50 años a la RP China. 

Recuerde: Xi Jinping acordó con CFK la instalación de una base de  exploración espacial, en 250 hectáreas de la Bajada del Agrio, Neuquén. Allí rigen las leyes chinas y no se pagan impuestos y todo es custodiado externamente por la Gendarmería Nacional. 

¿Qué riesgo estamos asumiendo en nuestra región con el reciente giro de la política internacional? 

Un capítulo más de la ignorancia y frivolidad del progresismo berreta que parasita y domina al aparato electoral del peronismo desde la muerte de Perón que los desheredó públicamente el 12 de junio de 1974. Manotearon la herencia.

La política y la impostura, no hay discurso que exprese con claridad los programas que son decisiones y consecuencias. 

¿La sociedad?  Tremendo espectáculo, de dolor y desorden, de piquetes y acampes, cuyos líderes pretenden adueñarse de la representación de la pobreza y procuran fortalecer, por la vía de la movilización y ocupación del espacio público, un músculo antisistema y antipolítico. En respuesta  ha surgido una contestación, también antisistema y anti política, que pretende levantar un puente imaginario para separar la fortaleza, que creen habitar, del tiempo y el espacio en el que la pobreza no ha dejado de avanzar. 

Los libertarios explícitamente y aquellos a los que, en el PRO, aterra la merma de voluntades que el histrionismo atrapa, se han convertido también en antisistema y anti política, porque renuncian a una respuesta incluyente. Transitan la estrategia de la exclusión explícita. 

Se acortan las distancias entre lo que expresa de manera brutal Javier Milei -terminar con el Estado para aplicar darwinismo social expreso- y los dirigentes políticos PRO, eternos como Patricia Bullrich -que militó la apertura de las cárceles en 1973 como tierna montonera- y Miguel A. Pichetto que, “como decíamos ayer”, lideró todas las leyes del kirchnerismo. La 125 incluida. 

Recitan el discurso del “éxito” en contraposición al “consenso”. La propuesta de shock ocupa gran parte del espacio mediático. La abundancia mediática también es espacio público. 

La advertencia de Elisa Carrió sobre el riesgo tremendo de esa estrategia primitiva de exclusión explicita, ha concitado la condena de quienes ocupan, tributo al reino de la imagen, la voz de los principales medios. Demasiados micrófonos y cámaras con carisma y discursos que revelan escasa formación. Los riesgos así se multiplican.

La impostura (el engaño con apariencia de verdad) ha anulado la política en todos los espacios. La consecuencia es que la resolución de la cuestión social, que nos paraliza como sociedad, ha caído en la desesperanza que la idea de inviabilidad (imposibilidad que algo ocurra) impone. La economía vive el desorden propio del vacío atronador de un rey que está, para decirlo en buen romance, desnudo (que carece de lo necesario). 

Y en ese marco vivimos en la “era de la pobreza”. 

Era de la pobreza material de una sociedad que no produce lo que necesita consumir para que sus habitantes vivan con un poco de dignidad. Y no produce como consecuencia de limitaciones auto infringidas por la organización de la economía. 

Es cierto que la “fuga del excedente” -cuyas causas son múltiples- es parte o consecuencia del problema. Pero lo que olvidó Cristina, en su discurso, es que el único “fugador” del excedente público de una provincia, por cientos de millones de dólares, fue el inexplicable Néstor Kirchner. Impostura.

Es también la era de la pobreza intelectual. En una nota reciente dos economistas proponen “algunas medidas impopulares para bajar la inflación de manera permanente”. Mencionan devaluar y aumentar las tarifas. 

Entienden que “un plan de estabilización de largo plazo” necesita “un cambio de régimen: un conjunto de políticas que logren un cambio radical”.  “Un plan integral y consistente” que, en sus palabras, incluye shock y camino sostenible en el tiempo; respetar el crédito y los contratos y alcanzar el superávit primario. 

Las únicas medidas propuestas, entiendo, fueron devaluar y aumentar las tarifas. Uso sus palabras finales: “Probablemente el plan de estabilización de 2024 deba ser un blend de todos los planes anteriores, con consolidación fiscal, programa monetario y financiero ortodoxo, acuerdo de precios y salarios y apertura económica, en un combo realista que mantengan un delicado equilibrio entre equidad y efectividad”.

Chocolate por la noticia. “Hay qué”. “Combo realista”, “delicado equilibrio”. 

La pobreza intelectual consiste en repetir hasta el hartazgo “hay que” y no poder decir “cómo”. 

Una apertura económica (¿cuál?) compatible con un “acuerdo de precios y salarios” y un “programa monetario y financiero ortodoxo” (¿cómo?).  

Todo es posible porque la imaginación no tiene límites. 

Pero la seriedad de toda propuesta política exige “el cómo”. Si no nos mantenemos en el reino de la inviabilidad. Qué es justamente lo que nos plantea el atasco social en el que vivimos y que, hasta ahora, las propuestas económicas de la oposición no parecen poder despejar, simplemente, porque no están. 

Una declaración de objetivos no es un programa. Con Mauricio Macri deberían haberlo aprendido.

Naturalmente, Alberto y sus antagonistas en el seno del Frente de Todos, de economía sólo pueden emitir sonidos guturales; y sólo se pueden rebelar, como Axel Kicillof, contra la Real Academia Española, que es gratis, y como dice Fernández "es para que todes se sientan interpelades". 

“Todo es igual, nada es mejor/ Lo mismo un burro que un gran profesor”. Cambalache.