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Estados Unidos versus China: de la guerra comercial a la guerra de monedas

Todo indica que China saldrá relativamente más fortalecida que Estados Unidos de la recesión sin precedentes que ha provocado la pandemia.

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Pablo Maas 03 junio de 2020

Por Pablo Maas

La guerra comercial entre Estados Unidos y China podría escalar tras el fin de la pandemia de coronavirus y extenderse al frente monetario y financiero. Lo que está en juego es la continuidad del dólar como divisa hegemónica de la economía internacional y el posible surgimiento de un ordenamiento monetario que refleje la nueva relación de fuerzas entre las grandes potencias.

En 1960, cuando la economía estadounidense representaba el 40% del PIB mundial, el rol del dólar era incuestionable. Pero hoy Estados Unidos es el 25% del producto global y China la segunda potencia. Todo indica que China saldrá relativamente más fortalecida que Estados Unidos de la recesión sin precedentes que ha provocado la pandemia. De allí a reclamar un mayor papel para su moneda, el renminbi (RMB), en el comercio y las finanzas internacionales hay un solo paso.

En perspectiva histórica, no sería un escenario descabellado. La hegemonía del dólar estadounidense en la economía internacional recién se estableció claramente tras el fin de la segunda guerra mundial. Durante la primera mitad del Siglo XX, compartió el podio con la libra esterlina. Ser la principal moneda de reserva en la economía mundial le da al dólar y a su emisor, Estados Unidos, una enorme ventaja: puede pagar menores tasas de interés, le permite al país soportar mayores déficits comerciales, reducir riesgos de tipo de cambio y hacer más líquidos a sus mercados financieros. Además, los bancos estadounidenses se ven favorecidos por su fácil acceso al financiamiento en dólares.

China está viviendo una transición monetaria acelerada. Con un sistema financiero anticuado y bancos estatales poco innovadores, está pasando del papel moneda a la moneda digital en tiempo récord. Hace cinco años comenzó a desarrollar discretamente su moneda digital, el e-RNMB. Según el Banco del Pueblo (Central) chino, no se trata de crear una nueva moneda electrónica como el Bitcoin o la Libra (un proyecto de Facebook) sino digitalizar parcialmente la base monetaria existente en China.

Esta nueva moneda no reemplazaría otros segmentos de la oferta monetaria, como los depósitos bancarios ni a los saldos de aplicaciones de pago como Alipay (de AliBaba). Se usará como mecanismo de clearing que ayudará a hacer más eficiente y rápido el mercado financiero chino. En un informe reciente (“You say you want a revolution: Considering central bank digital currency”), JP Morgan identificó a la moneda electrónica china como una amenaza concreta al reinado del dólar. No se trata de destronarlo, sino de debilitarlo, atacando los costados más frágiles de la divisa estadounidense, como los pagos transfronterizos, dijo el informe.

Pero el futuro del dólar depende más de lo que haga Washington que lo que pueda estar haciendo Pekín, dice el exsecretario del Tesoro “Hank” Paulson. La tecnología, en este caso la digitalización y el posible uso del blockchain como mecanismo de validación de las transacciones, no cambia la naturaleza de la moneda, escribió en un largo artículo el 19 de mayo en Foreign Affairs. “El símbolo usado para las transacciones puede ser diferente, pero la perspectiva de que China acceda a emitir una moneda de reserva, depende del mismo conjunto de factores que se aplican al emisor de esa moneda”.

Para alcanzar ese lugar, continúa Paulson, China necesitaría reformar su economía y tener un centro financiero equivalente a Nueva York o Londres. Shangai tiene todavía un largo camino para recorrer en comparación: el valor de la divisa china no lo fija el mercado y los controles de capitales tampoco ayudan.

En cualquier caso, apunta Paulson, “El valor de una moneda nacional para sus tenedores es en definitiva un reflejo de los fundamentals económicos y políticos. Una prueba importante será ver como emerge Estados Unidos en los años que siguen a la crisis del Covid-19”. Un factor crucial para que la moneda digital china se afiance en el mundo depende también de que los bancos centrales de otros países adopten el mismo camino digital y tengan incentivos para buscar un sustituto a la red SWIFT para canalizar los pagos internacionales. La red SWIFT es administrada por bancos estadounidenses y Washington la ha utilizado a menudo como arma contra sus enemigos políticos (como Irán, por ejemplo). Varios países están explorando canales alternativos a SWIFT e incluso el Banco Central europeo creó un grupo de trabajo junto a los bancos centrales de Canadá, Japón, Suecia, Suiza y Reino Unido para explorar la interoperabilidad de proyectos de monedas digitales nacionales.

Según Aditi Kumar y Eric Rosenbach, dos expertos de la Harvard Kennedy School, “China tiene mucho que ganar en su carácter de pionera de las divisas digitales estatales y escalables”. Las sanciones monetarias unilaterales aplicadas por Estados Unidos no hacen más que empujar a otras naciones a buscar alternativas, escribieron en otro artículo en la misma edición de Foreign Affairs (“Could China's digital currency unseat the dollar?”).

Estas decisiones suelen ser políticas más que otra cosa, de modo que mucho de lo que ocurra en el futuro se resolverá en las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos. Ya otras administraciones estadounidenses anteriores se enfrentaron a China en el pasado por cuestiones monetarias. Si Donald Trump llegara a imponerse en noviembre y fuera reelecto, no sería descabellado esperar otra “guerra de monedas”.

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