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Digitalización & libertad: ¿sólo para entendidos?

El advenimiento de una nueva cosmovisión, empujada por el Covid-19, vino a instalar una nueva forma de trabajo que pone en jaque el balance entre la vida laboral y personal.

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28 julio de 2021

Por Juan Bidondo Co-founder & COO en Agency Coda

En los inicios de la digitalización, se veía a la tecnología como una herramienta emancipadora, que permitía igualar oportunidades en tanto ponía la información al alcance de todos. En contraposición, la teoría crítica -que tenía a Marcuse entre sus exponentes- entendía a la tecnología como modo de producción que ejerce un rol clave en la legitimación y perpetuación del capitalismo industrial. Si bien esto acontece a nivel teórico y en la arena del debate público, las únicas herramientas emancipadoras son el autoconocimiento y el estudio. Desde esas instituciones, de índole espiritual, las herramientas sobre la mesa son solo recursos para que el ser disponga, analice, ignore o deseche.

Tal es así que si no existe un despertar de conciencia y uso responsable, desde el conocimiento y la acción correcta, el mundo seguirá su rumbo hacia la explotación perpetua.

En tanto, a nivel individual y específicamente laboral, la promesa del paradigma donde se conjugan la industria 4.0, la IoT, la digitalización y otros elementos es aumentar la productividad. La pregunta sería cómo se conjuga esto con la calidad de vida. Y más aún, cuando se trata de uno de los conceptos que más promocionan las empresas tecnológicas y que, paradójicamente, más dolores de cabeza les ha generado.

En cierto sentido se trata de una promesa con condiciones. ¿Cuán dispuesta está la persona a adaptarse, formarse, estudiar para poder dominarla a favor de su productividad y calidad de vida al mismo tiempo?

Es que así como el burn-out o la poca tolerancia a la frustración son parte de la nueva vida, se hace preciso que el ser humano encuentre un equilibrio. Tarea nada sencilla. El equilibrio también es un músculo. Hay que entrenarlo, nutrirlo y buscarlo. La intolerancia a la frustración no viene por añadidura o naturaleza, sino que se aprende. Y puede ser desaprendido, con entrenamiento, meditación, psicoanálisis, trabajo individual y colectivo.

En ese desequilibrio, que es acelerado por la irrupción del paradigma digital y la cultura del algoritmo, la sobreinformación, la veracidad de la misma y la “necesidad” de estar al tanto de todo, también generan niveles de angustia. De hecho, la Organización Mundial de la Salud instaló en agenda el concepto de intoxicación informativa para concientizar sobre este asunto.

Es que en ocasiones nos movemos en una zona de confort, en donde hay información sin conocimiento. Esta situación se iguala a cuando creemos conocer a una persona, solo por saber su nombre. Por el contrario, conocer es saber el contexto, la historia, lo íntimo. El secreto está en ser un poco más exigentes con nosotros mismos al momento de buscar y de consumir información.

Digitalización y trabajo compartido

Pero así como el advenimiento de una nueva cosmovisión, empujada por el Covid-19, vino a instalar una nueva forma de trabajo que pone en jaque el balance entre la vida laboral y personal y a exprimir al máximo el potencial de las personas, soluciones como Slack o Trello están diseñadas para que los equipos permanezcan súper conectados, puedan compartir información y se mantengan al tanto de las novedades.

En ocasiones incluso, algunas personas consideran que estas soluciones permiten reemplazar la presencialidad, considerando que a través de ellas se pueden crear o sostener los mismos vínculos. El desafío se presenta en cómo estas soluciones impactan en las relaciones humanas y laborales.

Desde mi experiencia, aún todos juntos en una oficina, estas herramientas potencian el trabajo en equipo. Tienen el agregado de hacer funcionar un equipo a mares de distancia y mantener los proyectos en su plan de vuelo. El único asterisco radica en la pereza de los líderes para crear los espacios necesarios para coachear a quienes tengan menores habilidades de comunicación.

De todas formas, las herramientas tienen la contra de la múltiple interpretación de tonos: tal como pasa con las parejas y el WhatsApp. Es recomendable complementar estas soluciones ágiles con, al menos, una videollamada a la semana entre los involucrados. Esto reduce los riesgos de que bajen la calidad de los vínculos entre compañeros de equipo.

En este nuevo paradigma, el ser humano precisa capitalizar aprendiendo e integrando aquello que pueda detectar como útil para su desarrollo proyectual y lo demás, dejarlo afuera. La elección no es a favor o en contra de la tecnología. La elección radica en elevar el autoconocimiento y recobrar ''la hora silla'' en pensar. Porque pensar desmitifica, provee criterio, soltura y libertad.

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