El ritmo de la sociedad del Siglo XXI marca la necesidad de desarrollar nuevas habilidades, en un entorno marcado por la digitalización, la innovación en su máximo sentido y, también, en la forma de pensarnos dentro del mundo del trabajo.
Destacarnos, dentro de un ecosistema donde el aporte de valor es el protagonista de la función, resulta todo un desafío para los trabajadores, ya que cada vez es más necesario sumar nuevas habilidades a las ya incorporadas.
Hoy en día vivimos en un entorno líquido, escurridizo e inestable. En un ambiente donde existe mucha competitividad y de manera constante. Afianzarse en la posición de cada uno, haciéndose responsable de ello y aportando valor desde ese espacio, puede generar oportunidades muy concretas de crecimiento laboral.
Se define al crecimiento profesional como aquel que se concreta alcanzando metas que representen estabilidad, rentabilidad y reconocimiento dentro del desempeño profesional. Está relacionado directamente a la forma en la que uno es valorado como capital humano. Es entonces donde toma relevancia la experiencia que tienen las compañías o los demás trabajadores al tener contacto con uno, para que cada vez que esto suceda dejemos nuestra impronta personal.
Cómo agregar valor
Probablemente cualquier acto que hagamos ya lo hayan hecho otros anteriormente, aunque se puede innovar simplemente agregando valor al rol que te toque desempeñar. No deberíamos recaer en el copy paste, sino más bien en intentar ser aquello que consideramos atractivo, en términos laborales, agregándole nuestro toque.
La decisión de crecer profesionalmente pasa por una actitud mental positiva y por el autoliderazgo que nos permita realizar todo el trabajo necesario que debamos hacer para mejorar las habilidades y capacidades que la situación requiera.
Para ello es necesario salir del estado de confort que otorga el acostumbramiento y preguntarnos, si queremos seguir de forma lineal dentro de ese marco, o si se pretende ascender, con todos los beneficios y esfuerzos que eso produciría tanto en lo profesional como en lo personal.
También es importante tener en cuenta que cuanto mayor sea el crecimiento de los colaboradores, esto se reflejará luego en la organización, por el aporte de valor y la calidad que estos pueden brindar.
Aquellas empresas que logren crear líderes comprometidos y responsables que cuenten con capacidad para la gestión de personas y se ocupen de la salud emocional de sus equipos de trabajo, muy probablemente logren grandes resultados. Los colaboradores son fundamentales para las organizaciones y considerarlos como familia fortalecerá los lazos logrando beneficios en todos los ámbitos.
El desafío de crecer
El crecimiento laboral representa un gran reto en las vidas de las personas. Progresar profesionalmente generará todo un movimiento ascendente que puede producir vértigo y temor.
Imaginemos escalar una montaña. Para ello es necesario tener herramientas y aprender a trepar para lograr ascender. Esto sería igual a generar los recursos necesarios para poder afrontar los miedos que surjan. Además, gran parte del camino va a ser vertical y en ocasiones puede ser agotador. En el trayecto los vientos soplan más fuertes y a medida que se aumenta la altitud, el oxígeno es menor lo que nos provocaría mayor exigencia.
Gestionar los miedos al triunfo, desarrollar equilibrio para sostenerse en la altura y adaptarse a las turbulencias atmosféricas es crucial. A mayor altura, aumentan las responsabilidades y desafíos y, lógicamente, el conocimiento de la montaña laboral y sus posibles condiciones climáticas permitirán hacer la escala de manera más satisfactoria.
Sin lugar a dudas, desafiarse permanentemente, poniendo en jaque nuestros comportamientos, va a acercarnos a la mejor versión de nosotros mismos y, en consecuencia, nos llevará a la cima, donde podremos encontrar una mejorar calidad de vida para nosotros y quienes nos acompañan en el viaje.
