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La CO del BCRA: hacia una necesaria contrarreforma

Una nueva Carta Orgánica debería quitarle al BCRA los márgenes de discrecionalidad hoy vigentes

12-11-2015
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(Columna de Héctor Rubini,  investigador del Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas de la Universidad del Salvador)

El escenario económico que deja el llamado “modelo K” está lejos de ser halagüeño. Al deterioro de las cuentas fiscales y externas se suma la permanente pérdida de reservas internacionales, reflejo de un permanente exceso de oferta de moneda local asociado a la expansión del gasto público a mayor velocidad que el crecimiento del PIB, junto a controles de precios y de tarifas públicas, de paritarias laborales, de la operatoria del comercio exterior, de los movimientos de capitales y del mercado de cambios.

Un ingrediente fundamental de ese menú es la actual Carta Orgánica del Banco Central de la República Argentina (BCRA), vigente desde el 28 de marzo de 2012. Esta norma ha restaurado la subordinación de la política monetaria a la discrecionalidad fiscal del Poder Ejecutivo, y consolidado un modo de administración monetario-cambiaria para nada exitoso. La economía argentina está ya o casi en estanflación, el BCRA ha acumulado un nada envidiable déficit cuasi fiscal interno por la emisión de deuda remunerada para esterilizar parcialmente la emisión monetaria (¿si no genera inflación, como corea el oficialismo, por qué emitir deuda remunerada?) y el régimen de flotación administrada no se percibe como sostenible. A esto se suma la expansión del déficit cuasifiscal externo, mediante la venta de dólares a futuro con un implícito seguro de cambio para algunos intermediarios financieros específicos beneficiados por dichas transacciones. Ergo, el stock de reservas internacionales netas de afectaciones específicas se aproxima a cero y, según algunos colegas, a valores negativos. Al igual que a fines de los años '80, no puede ser ni por asomo “prestamista de última instancia”. En realidad es, una vez más, un deudor de última instancia.

¿Contribuyó a este triste final la actual Carta Orgánica del BCRA? Según dicho cuerpo legal el BCRA no tiene como misión única, ni primordial, preservar el valor de la moneda sino “promover” la estabilidad monetaria, la estabilidad financiera, el empleo y el desarrollo con equidad social. Esto último no es sino la confusión de roles entre un genuino banco central (banco de bancos) y un banco de desarrollo, pero que en cierto modo refleja el espíritu de los autores de la reforma: usar el BCRA para fines ajenos a sus funciones tradicionales.

El nuevo artículo 4° incorporó una actualización de las funciones operativas de la entidad en materia de regulación del sistema financiero, incluyendo el de velar por la defensa de la competencia en la industria financiera y de los derechos del consumidor de servicios financieros. Sin embargo, incluyó como nueva función la de “regular y orientar el crédito”, lo cual abrió la puerta al direccionamiento discrecional del crédito según el buen saber y entender del directorio de turno que tenga el BCRA. A esto se sumó la derogación de la prohibición de la remuneración de encajes legales que preveía el anterior artículo 28°. Habida cuenta de la funesta experiencia con la Cuenta de Regulación Monetaria de los '70 y los encajes remunerados de los años '80, es un grosero error de diseño regulatorio que una nueva Carta Orgánica deberá corregir sí o sí.

En cuanto a la subordinación al fisco, los números sobre el comportamiento de la base monetaria son contundentes. Si se consideran todos los días hábiles desde la asunción de Néstor Kirchner (26/05/03) hasta el último con información publicada por el BCRA (23/10/15), o sea 3.064 días hábiles, se observa que la base monetaria aumentó por un total de $ 512.657 M. Sobre ese período, la actual Carta Orgánica acumula 866 días de vigencia hasta el 23 de octubre pasado (esto es, 28% del período total) y en el mismo se registró nada menos que el 64,7% del citado incremento de la base monetaria. En cuanto a la base monetaria para financiar al sector público entre el 26/05/03 y el 23/10/15, el BCRA emitió $433.680 M. Sobre ese total, nada menos que el 96,4% corresponde a los últimos 3 años y medio de vigencia de la actual Carta Orgánica. Más claro, agua.

Si el próximo Gobierno realmente pretende estabilizar las expectativas cambiarias e inflacionarias, será ineludible una contrarreforma a esta Carta Orgánica. La hoy cuestionada operatoria en los mercados de futuros, el secretismo en torno al swap con el Banco Popular de China, la acumulación de letras intransferibles como activos del BCRA (en abierta violación de los art. 19° y 33° de la actual Carta Orgánica), son a su vez casos prácticos de ineficiente gestión que deberán ser abandonados en breve.

Ciertamente urge la estabilidad de precios y de expectativas en el mercado de cambios, pero ello exige un programa de estabilización fiscal y monetaria creíble. Un elemento fundamental es la reconstrucción de estadísticas oficiales creíbles. Otro, una Carta Orgánica que quite al BCRA los márgenes de discrecionalidad hoy vigentes, y que en gran medida abrieron paso a prácticas de política monetaria y cambiaria cuyos resultados son, hoy por hoy, realmente decepcionantes.

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