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El "ADN macrista" aún no aparece

Los primeros 100 días

14 marzo de 2016

(Columna de Claudio Chiaruttini)

Después de escuchar sus respectivos discursos de apertura de las sesiones ordinarias que realizaron Mauricio Macri, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta y de observar los primeros tres meses de gestión del PRO en la Nación, la provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma, ¿se puede hablar de un “estilo macrista”?

Macri le dedicó la mitad de su discurso a reseñar la “herencia” recibida; Vidal no ahorró calificativos sobre la situación en que quedó Buenos Aires, pero pocos fueron los dardos que lanzó hacia el sciolismo y Larreta se deshizo en halagos hacia su antecesor y líder partidario, como era de esperar.

Aquí la primera diferencia. Macri continuó con su estrategia de polarizar con el kichnerismo para hacer más sencillo el aislamiento de La Cámpora en el Congreso, algo necesario para sumar votos peronistas no kirchneristas; Vidal prefirió no atacar al peronismo, dado que tiene una sólida alianza construida en la Legislatura Bonaerense, y Larreta mantiene la tradición del PRO porteño: cerró acuerdos y destrozó a las bancadas opositoras antes de las sesiones ordinarias.

Los tres comparten no tener mayorías propias en sus respectivas legislaturas. A nivel nacional y provincial, los acuerdos con radicales (que fueron muy activos en la negociación con muchos peronistas) y con el massismo fueron claves para construir “masa crítica”. En la Ciudad, el PRO se apoyó en el desmembramiento de ECO: enviar a Martín Lousteau a Washington dio los frutos esperados.

Sergio Massa fue clave para que Vidal lograra rápidos acuerdos en la Legislatura Bonaerense. La gobenadora tuvo que “entregar” la Cámara de Diputados provincial al Frente Renovador, en la cabeza de José Sarghini, con su impactante presupuesto. De allí que el massismo haya podido recuperar visibilidad. Total, pagan los bonaerenses.

La estrategia en el Congreso Nacional fue más ríspido, algo lógico, dado que tenía muchas más dificultades para poder sumar los votos necesarios. Una cosa es negociar con los “barones del Conurbano” o intendentes recién llegados al cargo con cajas destrozadas y, una muy distinta, con gobernadores que tienen inmensos problemas financieros, pero que están más preocupados por la interna peronista que por el inicio de las clases o las paritarias con los empleados públicos locales. Como hace más de 20 años, “la caja” es la orilla sobre la que todos los acuerdos descansan.

La relación macrismo/radicalismo/massismo es más fluida en la provincia de Buenos Aires, mucho más que en el Congreso Nacional. En parte, la Unión Cívica Radical tiene en tierras bonaerenses un núcleo duro de intendentes importantes (casi 30), en parte porque los radicales aún no pueden creer que sean parte del poder político bonaerense.

Para Macri, el radicalismo ha sido clave para tender puentes con el peronismo no kirchnerista. Si no fuera por Mario Negri y por Gerardo Zamora, quizás nunca se hubiese logrado que Miguel Angel Pichietto se hubiese sentado a negociar con el macrismo. Y una vez que el Presidente de la bancada de senadores del FpV puso las reglas de juego, en menos de un mes fueron aprobados 11 de los 12 Decretos de Necesidad y Urgencia que firmó Macri hasta ahora.

En la Cámara de Diputados, Sergio Massa y Diego Bossio, con sus legisladores, lograron sumar los votos necesarios para poder avanzar en el primer gran desafío que lanzó Mauricio Macri: la “ley ómnibus” para poder acordar con los holdouts. Poco importa si tuvieron que hacerse media docena de modificaciones a la norma original. Lo cierto es que se consiguieron 42 de los 80 votos necesarios para tener Dictamen de Mayoría y poder votar la “ley ómnibus” esta semana. Será una sesión tensa la próxima. Habrá que alcanzar el quorum para abrir la discusión y habrá largos soliloquios, cargados de lemas, ataques y acusaciones. Al PRO no le preocupa, lo que quieren es el resultado final: que sea aprobado el proyecto de ley.

Recién en ese momento quedará en claro que, más allá de las personas, de los liderazgos, el PRO habrá podido probar que no necesita tener mayorías propias para ganar y que el “arte del consenso” se alcanzó. Sin embargo, todo acuerdo será pasajero. El miércoles pasado, el massismo permitió que el FpV no aprobara el DNU aumentando el Mínimo No Imponible de Ganancias. Fue una demostración de fuerza de Sergio Massa.

En lo estético, el PRO mantiene las formas en los tres niveles donde tiene el poder político. En los acuerdos legislativos, Vidal y Larreta parecen más efectivos. En acción de gobierno, todavía está por verse. A 3 meses de asumir, sólo el nuevo Jefe de Gobierno porteño presentó un plan de gestión amplio. En la Nación y en Buenos Aires, todavía están haciendo auditorías y buscando los caminos para poder salir del fangal que les dejaron kirchneristas y massistas. Por ahora, los cambios son estético, estilísticos, de formas. El “ADN macrista”, aún no aparece.

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