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Récord para la actividad inmobiliaria rural

15 noviembre de 2016

Sin dudas, 2016 resultó uno de los mejores años para el sector agropecuario, que tras un largo período de desincentivos comenzó a despegar, principalmente en lo referente a la producción de granos. Las señales son muchas: en lo que va del año, la intención de siembra creció más del 30% para los cereales y el girasol, las liquidaciones por las ventas externas ya superaron el total del año pasado, aumentó el 50% la compra de fertilizantes y las ventas de maquinaria agrícola se sobrepusieron a las expectativas del mercado, sobre todo en el segmento de las sembradoras.

Otro de los factores que reflejan el cambio es el de la actividad inmobiliaria, que desde hace tres años la Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales (CAIR) se encarga de medir mensualmente por su Índice de Actividad del Mercado Inmobiliario Rural (InCAIR). Según el relevamiento, en octubre el sector alcanzó un nivel de 47.08 puntos, el segundo más alto del año y de la historia desde que se comenzó a analizar la actividad, justo después de septiembre.

Los números, que reflejan los movimientos y no los precios de las tierras u operaciones, demuestran el fuerte repunte como consecuencia de la eliminación de las retenciones para todos los cultivos menos la soja ?que recibirá una rebaja gradual del 0,5%? y la quita de los Registros de Operaciones para la Exportación (ROEs), dos medidas que provocaron en el pasado una menor apuesta por parte de los productores.

Blanqueo a la vista

Pese a las buenas noticias, la cuestión del blanqueo preocupa todavía a los dirigentes del rubro, dado que se esperaban transacciones en un mayor volumen y con más inmediatez. “Si bien se registra un mejor desempeño en la segunda mitad del mes, la compleja operatoria del blanqueo posterga las decisiones de inversión”, expresó Javier Christensen, secretario de la comisión directiva de CAIR, al tiempo que aseguró que “las altas tasas de interés sumadas a un tipo de cambio semifijo continúan frenando al mercado”.

Es que aún resta un largo camino para recuperar la rentabilidad deseada, en especial si se toma en cuenta que la compra venta se paralizó entre 2011 y 2015 con la ley de tierras y el cepo cambiario. Ahora, aunque se observan más negocios e interés en el segmento, propietarios y arrendatarios se encuentran en un contexto de búsqueda de una estabilidad económica y con un mercado internacional que se caracteriza por cotizaciones fluctuantes ?dado que la soja pasó este año de un pico de US$ 432 por tonelada entre mayo y junio a un promedio actual de US$ 355 por tonelada? por lo que es cierto que a la actividad aún le falta un mayor impulso.

De todas maneras, Christensen aseguró que por el momento el 60% de los socios de la institución vislumbra un clima de “optimismo”, debido a que “continúan vigentes las expectativas vinculadas a la performance de la economía”.

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