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Escándalo en el Morumbí: la explicación de Bolsonaro

Escandaloso. Así fue descripto lo vivido ayer en el partido de fútbol entre Argentina y Brasil por las eliminatorias para el Mundial de Qatar 2022.

brasil-argentina
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06 septiembre de 2021

Desde hace varios días circulaba el rumor de que la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) de Brasil no iba a permitir que los jugadores argentinos Cristian Romero, Emiliano Martínez, Giovani Lo Celso y Emiliano Buendía disputaran el encuentro, ya que provenían del Reino Unido y debían realizar una cuarentena de 14 días.

Tras varias idas y vueltas, los jugadores terminaron presentándose para jugar y, tras 5 minutos de comenzado el encuentro, funcionarios de Anvisa invadieron el campo de juego y obligaron al árbitro a suspender el partido.

Según la Conmebol, encargado del fútbol en la región, la Selección Argentina cumplió con todos los protocolos. Sin embargo, desde Brasil argumentaron que los cuatro jugadores mintieron en su declaración jurada, ya que no especificaron que provenían del Reino Unido.

Anvisa es un ente autárquico vinculado al Ministerio de Salud. Teniendo en cuenta la oposición del presidente Jair Bolsonaro a las cuarentenas, durante algunas horas se creyó que la maniobra fue impulsada por el Estado de San Pablo.

Sin embargo, eso se esclareció unas horas después cuando el Gobierno sacó un comunicado oficial respaldando a Anvisa y el senador Flavio Bolsonaro, hijo del mandatario, dijo que “los argentinos sabían que estaban infringiendo la ley brasileña (?) deberán ser severamente castigados”.

Algunos analistas asociaron lo ocurrido ayer con la marcha convocada para mañana, en apoyo a Bolsonaro. Según él, asistirán más de 2 millones de personas y será un ultimátum para el Supremo Tribunal Federal, que investiga al líder de ultraderecha por diversas cuestiones y rechaza su pedido de contar los votos manualmente en las elecciones de 2022 tras las críticas del jefe de Estado a la solidez del sistea.

Por ello, la maniobra sería un mensaje a sus seguidores, estimulando el nacionalismo y el “Brasil primero”, ante una amenaza extranjera. Donald Trump ya lo intentó: le fue mal (y no sólo a él).

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